Luciana Salazar: "No puedo ir a la plaza con mi hija; me da pánico que le suceda algo"
Personaje mediático como pocos, a Luciana Salazar ahora le toca estar del otro lado del mostrador. Ella, que ha sido protagonista de infinidad de noticias sobre su vida privada, es la conductora, junto al periodista Augusto Tartu Tartúfoli, de Chismoses, el ciclo sobre espectáculos y chimentos que se emite de lunes a viernes, a las 16.30, por la pantalla de Net TV. Hoy, la chica que jamás pasa inadvertida, regresa a su rol de animadora, luego de unos días de vacaciones con su hija Matilda en Las Vegas, San Francisco y Orlando. "Como mis padres estuvieron de viaje, no podía dejarles a la nena para que me la cuidasen mientras yo trabajaba. Ahora que volvieron puedo retomar la conducción del programa", explica Luciana mientras se alista a disfrutar de su último día libre antes de volver a la actividad.
–¿Cómo te sentís en este rol tan diferente a todo lo que hiciste hasta ahora?
–Hace muchos años que vengo estudiando oratoria. Tomo clases con un profesor del ISER, entreno en su estudio y eso me ayuda para mi trabajo.
–¿Por qué aceptaste la propuesta de formar parte de Chismoses?
–Tenía un contrato con Kuarzo para hacer mi real life, pero, finalmente, no se grabó. Para mí fue un alivio porque no tenía ganas de hacerlo, aunque era trabajo y muy bien pago. Para no desvincularme de la empresa apareció esta propuesta para el nuevo canal de aire, Net TV.
–¿Por qué se frustró el reality sobre tu vida?
–En su momento me llamaron a Estados Unidos para hacerme la propuesta. Lo único que dije es que, de aceptar, sería por un solo capítulo. Ese episodio anduvo tan bien y la gente del canal quedó tan contenta que me pidieron continuar. Estuvieron un año insistiéndome porque yo no quería. En principio, se iba a hacer para el programa de Pampita, pero luego ella se fue. Entonces, con esas trabas, la cosa se fue diluyendo. Fue un alivio porque a mí no me gusta mostrarme tanto.
–Sin embargo pareciera que mostrás demasiado y que se sabe casi todo de vos. ¿Hay algún aspecto desconocido?
–Se conoce solo lo que yo publico, soy muy cautelosa con mi vida. Es mucho más lo que no se sabe de mí.
–A pesar de tu vida pública, hay un halo de misterio en torno tuyo.
–Se sabe solo un cuarto de mi vida.
–Y si accediéramos a los tres cuartos ocultos, ¿descubriríamos una vida de qué tipo?
–Lo que no se conoce es mucho más interesante que lo que se conoce. Y lo digo desde todo punto de vista.
–¿Por qué?
–Se sorprenderían con muchas cosas que me he guardado, que nadie sabe...
–Ahora conducís un ciclo de chimentos, género del que fuiste muy protagonista siempre y a partir del cual se ha contado mucho sobre vos.
–No sé si el chisme es lo que más me interesa, lo padecí toda mi vida. No me gusta que hablen de mí, pero ya me acostumbré. Lo bueno de ser conductora es que no hay necesidad de meterse tanto en el barro. Ese es el trabajo de los panelistas. A mí no me gusta confrontar.
–¿Se pueden contar chismes sobre Luciana Salazar en el programa?
–No puse ninguna condición, pero mis compañeros no se meten mucho con mis cosas. Salvo algo que yo quiera contar.
–Se habló tanto sobre tu vida que este es tu momento para vengarte y hablar de todo el mundo.
–No, para nada. Eso se lo dejo al equipo del programa integrado por expertos. Tengo un equipo muy lindo. Y con Tartu me llevo espectacular, es muy buen compañero.
Madre primeriza
Como toda mujer que debuta en estas lides, Luciana Salazar sueña y se inquieta ante el futuro de su hija Matilda, que cumplirá, el 15 de febrero, sus primeros 14 meses de vida. "Quiero que sea feliz, que sea una buena persona, que tenga valores. Me preocupo mucho por eso. Mis padres me felicitan por cómo la educo. Matilda, a pesar de ser tan chiquita, es muy buena, muy cariñosa y respetuosa. Hace caso en todo lo que uno le pide. Se adapta a todo".
–En tu rol de madre, ¿en qué aspecto sentís que estás haciendo un buen trabajo?
–Me felicito por haberme puesto límites en la sobreprotección. Me gusta criar una nena valiente, que no se ponga a llorar por cualquier cosa. Pensé que iba a ser sobreprotectora, pero me cuido mucho con eso. No le transmito miedos ni ansiedad.
–Pudiste ganarle a la lógica ansiedad de una madre primeriza. No es poco.
–Sí, pero, por otra parte soy re obsesiva con las rutinas, con los baños. Me gusta que esté siempre prolija.
–¿Y en qué aspectos no estarías aprobada?
–No quiero ser egocéntrica, pero la verdad es que no me clavo puñales por nada. Quizás, la tengo un poco encerrada porque me da mucho miedo la inseguridad. No puedo ir a la plaza con mi hija. Como vivo los fines de semana en Nordelta, ahí salimos un poco más. Pero en la semana estoy en mi departamento en Núñez y me cuesta sacarla.
–¿Por qué?
–Me da pánico que le suceda algo.
–¿Sentís que eso se potencia por ser una figura pública?
–No tengo miedo porque soy conocida, sino por lo que pasa en general con todo el mundo. La inseguridad es un tema que me tiene aterrada, en paranoia. Hasta me da miedo que la secuestren. En Miami salgo, camino todo el día con ella, pero acá no.
–Imagino que no tener una pareja que te acompañe en la crianza hace que todo el esfuerzo y los miedos recaigan solo en vos, potenciando algunos sentimientos.
–Sí, pero Matilda es una nena muy dulce, muy inteligente y aprende todo muy rápido.
–¿Estás en contacto con Martín Redrado, tu expareja?
–No quiero hablar de Redrado.
–¿Pero existe el vínculo con él?
–No quiero hablar de Redrado.
–La sociedad atraviesa un cambio de paradigma, en el marco de una etapa de empoderamiento femenino y reivindicación de derechos. A tono con este nuevo statu quo que se está gestando, vos siempre te plantaste como una mujer independiente y muy libre en tus decisiones. ¿Fuiste víctima de violencia física o psicológica, alguna vez?
–Ya vinculada al medio, cuando tenía 23 años sufrí un abuso. Lo hablé en su momento con las productoras con las que estaba trabajando y se pudo solucionar el tema. De hecho, con esa persona volví a trabajar y estuvo todo bien, no sucedió nada más. Más allá de ese episodio, no sufrí violencia física, pero sí otro tipo de violencia.
–¿Violencia psicológica y emocional en el marco de la intimidad de algún vínculo de pareja?
–No importa…
–¿Aquél abuso laboral que mencionabas tuvo que ver con una violación?
–No. Sería capaz de morirme desangrada con tal de defenderme.
–¿Fue un acoso?
–Fue un abuso. Acoso es que te digan algo. A mí me pusieron contra una pared, me quisieron besar y yo no quería. Eso no es acoso sino abuso. Tampoco fue una violación.
–¿Se reiteró en diversas oportunidades ese triste episodio?
–Sí. Yo no quería de ninguna manera. Hasta se me desnudaba delante de mí. Ya no sabía cómo explicarle a esa persona que no quería saber nada. Me decía: "¿No te gusto, te parezco horrible?". Es muy feo porque sucedía en el trabajo y nos teníamos que seguir viendo casi todos los días. Yo era chiquita, recién empezaba. Fue muy incómodo.
–¿En qué año sucedió?
–En el 2003. Las productoras se portaron muy bien y supieron explicarle lo que me pasaba.
-¿Cómo reaccionó este hombre?
–En su momento, sufrí destrato, pero luego volvimos a trabajar dos veces más y estuvo todo bien.