Lo que dejó el Grammy 2021: una vuelta irregular por el universo pop
Grandes shows, premios que batieron records y una noche marcada a fuego por la impronta de las cantantes y creadoras de grandes hits
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A un 2020 atípico le correspondía una ceremonia de los Grammy atípica. Lo que antes era un show presencial ahora fue en un estudio de televisión con un pequeño armado al aire libre para la entrega de algunas estatuillas; momento que, desde hace años, se volvió de lo menos relevante de la jornada. El principal atractivo: las performances.
Con el reconocimiento al Mejor álbum del año por Folklore, Taylor Swift se convirtió en la primera mujer en ganar tres veces la categoría más importante. Así se sumó al podio que hasta ahora integraban solo Frank Sinatra, Stevie Wonder y Paul Simon. Por su parte, Beyoncé, tras haber alcanzado el mayor número de nominaciones al Grammy para una artista femenina (79), se convirtió en la mujer más premiada de los galardones al obtener su 28a. estatuilla, superando las 27 de Alison Krauss
Respetando la estructura circular que Jools Holland popularizó para las transmisiones televisivas con música en vivo, los shows de los Grammy recorrieron todo el arco del mainstream en las casi cuatro horas de transmisión. Harry Styles con un look de glam y cueros a lo Marc Bolan, Billie Eilish con una puesta post apocalíptica y las Haim como cuota indie rock dieron comienzo a la jornada y marcaron el pulso de buena parte de lo que vendría: estéticas de los 70 por un lado y futurismo por otro.
Así, Bruno Mars y Anderson Paak (que también formaron parte del segmento In Memoriam) recuperaron la iluminación y los colores de Soul Train -el programa de música disco y soul de los 70- y Bad Bunny con “Dakiti” fue todo luces fluorescentes y vestuario plateado. Dua Lipa, con una de las grandes performances de la noche, unió ambas propuestas. Hasta que Taylor Swift en su set de tres canciones (”Cardigan”, August” y “Willow”) cantó con una puesta en plan “cuento de hadas” con final country, recreando el estudio que tiene en su casa.
Pero el clímax musical de la noche lo puso Cardi B y su estética del desborde. Color, un zapato con plataforma y una cama gigantes, dólares volando, más color, una corte de bailarinas, actitud, un flow agresivo, un cuerpo voluminoso, más color, brillo, una coreografía hardocre, más color. Si hasta ese momento todo venía medido, lo de la rapera nacida en Nueva York fue el toque de frescura e irreverencia que necesitaba la ceremonia antes del cierre.
Después de que Lil Baby cantara en contra de la brutalidad policial contra los afroamericanos en Estados Unidos, Doja Cat y BTS impusieron sus hits. Casi como un estado de situación del pop actual: una estrella pop viralizada desde Tik Tok y los referentes máximos del K-Pop. Si los Grammy son los premios de la industria, la inclusión de estos shows puede entenderse como el intento de dar cuenta de fenómenos que parecen escaparle a las reglas que la propia industria trata de mantener e imponer en el mercado. Redes sociales y pop coreano: los popes de la industria se relamen y después tratan de entender
En cuanto a los artistas premiados, la Academia parece (al menos de momento y tal vez por verse demasiado discutida en los últimos años) más cerca del pulso de los oyentes que en épocas pasadas. El triunfo de Taylor Swift -en constante lucha por recuperar los derechos de su música- y la valoración de Beyoncé -una de las estrellas populares con mayor ambiciones artísticas de la actualidad- ponen finalmente a las mujeres en el lugar de visibilidad que les fue históricamente relegado.
Como en cada una de las entregas de los Grammy, la propuesta nunca deja de ser un evento transmitido mundialmente y pensado en función de eso. No hay riesgos ni en los premiados ni en la curaduría de los shows. Es una reafirmación del status quo y el gusto masivo. Ni más ni menos. El atractivo pasa, en todo caso, por observar en una noche cómo está conformada la cartografía de la música popular actual. Quiénes tienen algo para mostrar y quiénes apenas flotarán en sus miles de millones de reproducciones. Porque, aunque suene contradictorio, eso también es posible en el inabarcable universo del pop.
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