¿Quién es Clara Wieck? Cuatro obras para conocer a la compositora más importante del siglo XIX
Annie Dutoit Argerich brilla en la obra actualmente en cartel interpretando a la genial pianista alemana, además esposa de Schumann y posiblemente amante de Brahms; su notable obra y pensamiento, mayormente desconocidos fuera del circuito más melómano, merecen ser descubiertos por el gran público
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Quien pase por delante del Teatro San Martín podrá ver en el frente un gran poster que, inapelable, anuncia y pregunta ¿Quién es Clara Wieck? Seguramente son escasísimos quienes podrían ofrecer alguna respuesta. Para los amantes de la música clásica, Clara Wieck era la esposa de Robert Schumann, además, pianista, compositora y, posiblemente, la amante de Johannes Brahms. Para el resto, claramente la amplísima mayoría de la población, una absoluta desconocida, para colmo, con un apellido de memorización dificultosa. Como incentivo para mover a unos y a otros a ver este novedad teatral absoluta parece conveniente revelar en algo quién fue Clara Wieck. Y esto va tanto para los amantes consuetudinarios de Schumann y de Brahms como para quienes, por las razones que fueren, consideran al mundo de la música clásica como ancho y ajeno.
Los grandes compositores del pasado fueron llevados al cine. Mozart se mereció un Amadeus¸ que, de excelente drama teatral, pasó a película supertaquillera. A Beethoven le dispensaron (o le propinaron) Amada inmortal, un mediocre melodrama que no le hacía ninguna justicia. Y en estos pagos, lejísimo de la Alemania que la vio nacer en 1819, Betty Gambartes y Diego Vila consideraron que esta mujer, la más notable pianista y compositora del siglo XIX -un tiempo en el cual a las mujeres les aguardaban otros matriarcales menesteres- bien se merecía una puesta en escena para mostrar su vida, sus pensamientos, sus dudas, sus luchas y su música.
¿Quién es Clara Wieck? es una creación artística y, por lo tanto, tienen su lugar, con absoluta licitud, fantasías, parlamentos, situaciones y desarrollos dramáticos que Betty Gambartes, en su doble rol de autora y directora, los lleva adelante con creatividad y solvencia. Pero, sin inexactitudes o de alteraciones que violentan la historia, el libreto se asienta sobre una documentación rigurosa, con fechas, datos, escritos y, por supuesto, partituras de Schumann, de Brahms y de la misma Clara. La voz de Clara, con una dicción impecable y todas las inflexiones imaginables, es la de Annie Dutoit Argerich quien, además, apela al alemán para darle verosimilitud a las imposiciones y las diatribas de su padre. Pero, lejos de un monodrama muy bien actuado, de principio a fin, el texto está atravesado por música. De las manos del veterano y talentoso pianista Eduardo Delgado y de la voz del excelente bajo que es Hernán Iturralde afloran bellos y muy bien interpretados fragmentos, obras completas y canciones que no son meras músicas incidentales sino que son sustanciales y esenciales en la creación de un clima intenso y sostenido. Hablando de su marido, Schumann, y de su “alma gemela”, Brahms, Clara apenas si trae a colación sus propias obras. Sólo suenan un puñadito de ellas. Y para conocerla mejor, YouTube provee posibilidades para conocerlas y degustarlas.
Sus composiciones imprescindibles
Cuando tenía dieciséis años y ya era una virtuosa del teclado consagrada, Clara escribió el primero de sus dos conciertos para piano y orquesta. En los albores del romanticismo, esta obra denota una íntima afinidad con este nuevo movimiento. Aquí lo toca Mijal Tal acompañada por The Israel Camerata Jerusalem, dirigida por Keren Kagarlitsky.
Las reivindicaciones de género -uno de los tópicos centrales en el drama de Gambartes y Vila- hacen que, por lo general, las obras de Clara Wieck sean interpretadas, mayormente, por mujeres. O, en sentido contrario, las intérpretes modernas acuden presurosas y voluntariosas a su encuentro. Aquí, brillante y sensible, Isata Kanneh-Mason trae a la vida al muy romántico Scherzo para piano Nº2, una pieza de virtuosismo que, por supuesto, la misma Clara la interpretaba a lo largo de extensas giras por toda Europa.
Clara también dejó algunas obras en el campo de la música de cámara. Sin lugar a dudas, la más relevante de ellas es el Trío en sol menor, op.17. Ya instalado como una obra de repertorio, el trío es extenso, tan equilibrado como pasional y profundamente lírico. El célebre Atos Trio lo interpretó poco más de dos años atrás en el Konzerthaus de Berlín. Bello de principio a fin, tal vez convenga posicionarse en el minuto 16.35 para deleitarse con toda la poesía del tercer movimiento.
En el campo de las canciones, Clara también dejó su huella. El tenor alemán Julien Pregardien canta “Lorelei”, un lied escrito en 1846 sobre un texto de Heine que relata la triste historia de un barquero que naufraga por mirar a una doncella sentada en lo alto de una roca y por escuchar, embelesado, su cantar.
Clara Wieck, o Clara Schumann, como todavía se la sigue llamando, fue una música completa. La más grande pianista de su siglo y una compositora destacada. Pero para entender o avistar su intimidad, con la música no alcanza. Todo esto debe ser tomado como un complemento para admirar ¿Quién es Clara Wieck?, una obra imprescindible, muy bien llevada adelante por Betty Gambartes, Annie Dutoit, Eduardo Delgado y Hernán Iturralde o Víctor Torres y que, en estos tiempos de correctísimas reivindicaciones de género, es de rigurosa actualidad.
¿Quién es Clara Wieck?, de miércoles a domingos, a las 19, en el Teatro San Martín, Corrientes 1530. Entradas desde 550 pesos.
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