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Leticia Brédice compartió detalles sobre una etapa de su vida que estuvo marcada por el consumo de anfetaminas y un vínculo conflictivo con la comida. La actriz detalló cómo atravesó ese período y contó cuáles fueron las consecuencias que dejó en su salud.
En una entrevista con Karina Mazzocco en el programa A la tarde, la artista recordó cómo empezó su consumo y el impacto psicológico que atravesó a causa de las presiones sobre el cuerpo en el medio artístico. Brédice describió cómo la percepción sobre su propio físico se distorsionó durante ese tiempo, sosteniendo un hábito que la llevó a situaciones extremas. “La comida es una fuente de placer para todos, ¿pero qué pasa cuando se transforma en una fuente de problemas? Yo pesaba 40 kilos y me seguía viendo gorda”, expresó al recordar los momentos más difíciles.
Brédice relató a continuación el camino que la llevó a recurrir a pastillas para adelgazar. “Quería seguir tomando anfetaminas. Es una adicción durísima, te quita la concentración, la autoestima, y empezás a mentir: decís que comés, tirás la comida, muchas mujeres vomitan”, describió.
La intérprete reconoció que el consumo se prolongó durante años y mencionó que en ese período llegó a asociar la delgadez con las oportunidades laborales. “Con las anfetaminas sufrí muchísimo tiempo, me parecía que era la solución para que yo trabaje y se valore mi vocación, mi talento, mi cara y mi cuerpo”, señaló.

En ese sentido, explicó que el origen del problema tenía un componente emocional que no lograba identificar. “Pasó mucho tiempo hasta que pude entender que era mi salud mental, un vacío en el pecho, desear que me quieran por el afuera, no por mi alma, solo me importaba lo que veían los otros”, repasó.
La actriz también se refirió a cómo los estereotipos continúan influyendo en la percepción del cuerpo, especialmente entre las mujeres más jóvenes. “Veo mujeres flaquísimas, nenas con rodillas chiquititas; te empezás a esconder y a enojarte con todos. Es sentir que el mundo quiere ver algo que vos no sos”, apuntó.
La protagonista de clásicos del cine argentino como Nueve reinas o Cenizas del paraíso recordó, además, cómo se vivía la presión estética décadas atrás y el silencio que predominaba en torno al consumo de pastillas para adelgazar. “En los 90, si yo llegaba a decir esto era una vergüenza; las actrices decían: ‘No digas que tomás anfetaminas’”, compartió. También señaló que ese tipo de medicamentos dejó de circular por las consecuencias que presenta para la salud. “Mataron a muchas personas”, apuntó.
Brédice sostuvo que los mandatos estéticos no solo provenían del ámbito laboral sino también del entorno cercano. “Tenías que aguantar que un familiar te diga: ‘No te comas toda la pizza, vos sos actriz’”, recordó.
A lo largo de la conversación, la artista detalló cómo el consumo afectó su rutina y su descanso e indicó que, pese a esos efectos, no podía frenar el consumo, más allá de reconocer el problema e intentar modificar los hábitos.
“El trastorno alimenticio que a mí me empezó a dar, de ansiedad, de no conectarme, de no poder pensar, de no tener paciencia, no tener tolerancia, no ser yo, empezó a aflojar cuando no empezaron a haber anfetaminas, cuando empecé a ser yo. Limpia. Y ahí me la tuve que bancar”, resaltó.
Y continuó: “Me pasó lo más difícil de todo, que es empezar a quererme por lo que soy. Y a verme sin criticarme, a verme queriéndome, que es lo más difícil de todo, para hombres, para mujeres; yendo a terapia”.
La actriz comentó que ese proceso incluyó terapia y una revisión de sus vínculos. “Relacionándome con mi mamá, con mi papá, con mis tías, con mis tíos, diciéndoles: ‘No me digas esto’, porque no era este tiempo, diez años atrás tenías que aguantar lo que te decían. Yo me callaba la boca, hasta que me cansé. Estaba muy enojada... Después me quedé embarazada, pero lo único en que pensaba era: ‘¿Cómo me va a quedar el cuerpo después de que yo saque este carozo de mi cuerpo? ¿Voy a poder volver a trabajar? ¿Me van a querer?’”, contó.



