La banda australiana llega por primera vez a la Argentina para presentarse en Niceto los días 18 y 19 de agosto; antes de confirmar si la gran expectativa generada por su visita es justificada, hablamos con su cantante
1 minuto de lectura'
La psicodelia, en estos tiempos retromaníacos, propone un doble trip. Se viaja, por un lado, dentro de su propia burbuja, en ese cosmos de sonidos caleidoscópicos. Y se viaja, por otro lado, atrás en el tiempo, a la época en que todo bullía: fines de los 60 y principios de los 70. De ahí vienen las fuentes musicales de Tame Impala, el grupo australiano que capitanea Kevin Parker. Se dieron a conocer en 2010, con una odisea espacial llamada Innerspeaker. Y enseguida sumaron críticas favorables y presentaciones en vivo de mayor escala (giraron como teloneros de MGMT y The Black Keys).
Baterías procesadas con ecualizadores vintage. Bajos que suben de peso y de groove. Sintetizadores analógicos que se alinean en capas. Guitarras que juegan a salirse de fase y que, según lo que anuncie el servicio meteorológico, condensan toda su humedad en nubes de fuzz. Parker canta, compone y toca todos los instrumentos, al menos en estudio. Su voz parece desembocar de largos tubos, arrastrando un eco abismal (¿el fantasma del Lennon más lisérgico?). Acá hay tanta afición por el stoner rock como por el dream pop. Todo es un trip. Doblemente. Y así, entre expediciones al desierto y naufragios en remolinos, Tame Impala viaja para no volver más. Habrá que agarrarlos, entonces, el sábado 18 y el domingo 19 de este mes, en Niceto Club.
En estos días sale Lonerism, el segundo disco del grupo. ¿Qué cambió con relación a Innerspeaker?
Cambiaron varias cosas en el entorno de trabajo... Pero otras cosas se mantienen igual: el corazón de Tame Impala es el mismo. Y creo que eso se nota en el espíritu de ambos discos. Las sesiones de grabación de Innerspeaker fueron bastante convencionales: había un plan a seguir. Para el nuevo álbum, en cambio, el entorno fue distinto, totalmente libre y experimental. La sensación que tenía, mientras se grababa, era que podía pasar cualquier cosa.
¿Por qué la banda no mantiene la misma formación en estudio y en vivo?
Todo depende de lo que considero adecuado para cada gira o cada disco. O lo que sea. A todos nos gusta tocar diferentes instrumentos, y ninguno de nosotros tiene un gran ego como instrumentista. Así que, a fin de cuentas, realmente sólo depende de lo que tratamos de hacer en el escenario, de lo que para nosotros suene mejor y tenga más groove.
Componés, producís, tocás todos los instrumentos... ¿No te abruma hacer todo solo?
De eso se trata Tame Impala. Es lo que lo distingue. Con mis amigos tocamos en muchas bandas; todos compartimos integrantes y hacemos música juntos. Pero esto es diferente: Tame Impala es mi proyecto, el grupo en el que yo me ocupo de toda la grabación. Si hubiese gente involucrada en todas las canciones, componiendo o grabando, entonces sería otra cosa.
La mezcla es lo único que delegás. Y le confiás esa tarea a Dave Fridmann (productor de Mercury Rev y Flaming Lips, dos pilares de la neo-psicodelia)...
El trabajo de Dave Fridmann me fascina desde hace mucho tiempo... En el caso de Tame Impala, él está implicado de un modo técnico, casi científico: se ocupa de la mezcla. Sin embargo, su trabajo requiere una comprensión especial de la música, a un nivel de mayor profundidad. Lo impresionante, para mí, es que entienda tan bien ambas cosas.
Venís de participar en un álbum tributo a Fleetwood Mac, con "That’s All for Everyone". La versión es llamativa porque, si bien no varía mucho, pasa por un filtro psicodélico y da la sensación de ir más atrás en el tiempo...
No busqué una sensación de nostalgia, para nada, al menos no intencionalmente. De hecho, todavía no sé muy bien qué es eso. Para mí, más bien, fue como cualquier otro tema de Tame Impala: empecé a sumar el tipo de sonidos que me gustan, hasta lograr cierto clima. Incluso agregué algunos sintetizadores, con la esperanza de generar una sensación más moderna y más cercana al dream pop.
Este año, además, acompañaste a Damo Suzuki (ex vocalista de Can). ¿Cómo fue esa experiencia?
Fue bastante impresionante, mucho mejor de lo que esperábamos. Lo acompañé como baterista, como parte de un colectivo que se llama Pond. Para integrar la banda de Damo, para ser su "music carrier", hay que valerse de música totalmente improvisada. Y para eso, claro, no te queda otra que confiar en tus instintos.
¿Conocés algo del rock argentino? Hay algunas bandas de principios de los 70 que, por lo que hacés con Tame Impala, podrían interesarte: Pescado Rabioso, Pappo’s Blues, Vox Dei...
¡No las conozco! De hecho, no sé mucho de allá; lo siento. Sólo espero que, para el momento en que deje Buenos Aires, esté bien educado en música argentina.
Por Santiago Delucchi
1Los mayores fiascos de Hollywood en lo que va del siglo: gastaron millones y perdieron fortunas
- 2
Sydney Sweeney y Amanda Seyfried cuentan cómo fue trabajar juntas y qué lugar de la Argentina quieren conocer
3Quién se fue de MasterChef Celebrity ayer, lunes 29 de diciembre
- 4
Del día de playa de María Vázquez y Andrea Bursten a los looks de Juana Viale y Nicole Neumann en Punta del Este





