Desde All Things Must Pass de Harrison hasta 69 Love Songs de los Magnetic Fields, una selección de los álbumes largos más famosos, en tiempos de música fragmentada
"¿Quién escucha hoy The Wall entero?", se preguntaba Fabián Casas, en marzo pasado, en plena Watersmanía y acá podríamos estirar aún más la pregunta ahondando en la categoría de discos triples: ¿Y Sandinista? ¿Y All Things Must Pass? ¿Y 69 Love Songs? Obras cumbres que en tiempos de MP3 sueltos (vivimos frag ment a do s) son más difíciles de tragar (aunque no por ello menos brillantes, ojo). La extensión puede estar ligada a la acumulación de temas durante una larga temporada, a la verborragia compositiva de sus autores, al virtuosismo en la interpretación (registros en vivo de bandas como Rush, Yes, Deep Purple o el propio Santana con Lotus) o al carácter melómano y pedagógico, en el caso de discos de reversiones y homenajes a distintos géneros musicales (como pasó con el último de Dancing Mood). Para oyentes armados de tiempo y paciencia, acá va una selección de los discos largos más destacados.
All Things Must Pass (1970) – George Harrison
Una vez separados los Beatles, Harrison se despachó con un arsenal de 23 canciones que no había podido meter entre el protagonismo de la dupla Lennon-McCartney. "My Sweet Lord" fue su mascarón de proa (esa que The Chiffons le hizo juicio por plagio años más tarde) pero también pasaron a la historia temas como "Wah-Wah" (recordar el Concert For Bangladesh), "Isn't It a Pity" y "What Is Life". En 2000, el músico supervisó una reedición con temas extras y una nueva versión de "My Sweet Lord" cantada junto a Sam Brown.
Yessongs (1973) – Yes
Se sabe: en el rock progresivo/sinfónico los temas pueden tranquilamente durar 15, 16 ó 17 minutos que está todo bien. Por eso no es de sorprender que el primer disco en vivo de Yes, a principios de los 70, haya sido por triplicado. Y menos si venían de editar Close To The Edge, su álbum más emblemático. Como diría Capusotto: a ver si la ponés con esto.
Wings Over América – Wings (1976)
Un resumen del Wings Over The World Tour por Estados Unidos, con temas solistas de Paul ("Let Me Roll It", "Band On The run", "Venus and Mars") y clásicos beatles por doquier ("Yesterday", "Black Bird", "Lady Madonna") en una época donde se estaba amigando con su pasado reciente y cicatrizaba las heridas sobre el escenario. Ese mismo año, en Argentina salió el primer LP de Alas, banda de tango-rock donde iba a terminar tocando el bajo un tal Pedro Aznar (el bajo, ¡como Macca!), pero esa es otra historia…
Joe’s Garage: Acts I, II & III (1979) - Frank Zappa
Ópera rock centrada en la vida de un chico que quería triunfar con su banda y los capos de la industria se lo terminan, literalmente, empomando con vaselina (chequear "Keep It Greasy"). Con la agudeza característica de Zappa, hay críticas a la Iglesia ("Catholic Girls") y a la Cienciología ("A Token of My Extreme"), mezcladas con historias de groupies y enfermedades venéreas ("Why Does It Hurt When I Pee?"). A nivel producción, patentó la técnica de xenochrony (solos de guitarra de otras canciones anteriores pegados en las nuevas) y nadie le dijo que se buscara un trabajo honesto.
Sandinista! (1980) – The Clash
El disco más político del grupo de Joe Strummer es, curiosamente, uno de los más bailables, gracias a su mezcla de reggae, dub y escupitajos punks. Inspirados por la guerrilla nicaragüense que un año antes había derrocado al dictador Somoza (algo plasmado en la canción "Washington Bullets"), grabaron todo el material entre Londres, Manchester, Nueva York y Jamaica, con una ayudita del gran Mikey Dread.
Empancipation (1996) – Prince
Desligado del sello Warner, Prince se dio el gusto de obrar a su antojo y tirar la chancleta, ya sea incursionado en nuevos estilos (como la electrónica y el blues) o grabando por primera vez en su carrera temas de otros, como "La-La (Means I Love You)" de The Delfonics y "Betcha by Golly Wow!" de The Stylistics, y hacerlos suyos, a puro falsete. Cada CD tenía 12 tracks y duraba 60 minutos exactos, una numerología que dijo estar conectada con las pirámides egipcias (!).
Esencia (1997) – El Otro Yo
Como Dinasty de Kiss, los de Temperley sacaron un disco donde cada integrante mostraba su faceta solista, que en ese entonces eran tres (los hermanos Aldana y Ray Fajardo). Hay collages de época (como "Yo soy Anarquista, Duhalde me mandó a dormir") y mucha experimentación lo-fi, con una tapa que emulaba un envoltorio de alfajor. Con los años Ray sacó otro disco más ("Hobby") antes de irse de la banda y María Fernanda, tiene tres ("Entresueños", "Dios te salva María" y "Noósfera").
69 Love Songs (1999) – The Magnetic Fields
El Santo Grial de los indies, con 23 canciones en cada CD para hacerle honor al título. Stephin Merritt no sólo hizo que miles de pibes de todo el mundo se pusieran a tocar el ukelele, sino que además encontró una fórmula para mofarse del amor en anti-baladas de dos minutos de duración (¡qué ramonero!), con la acidez de un caramelo Suchard. Uno de los mejores discos pop de los 90. Y sino, pregúntenselo a Sebastian Rubin.
Rush in Rio – Rush (2003)
Los Rush no eran concientes de su alcance en Latinoamérica cuando en 2002 decidieron bajar al polo opuesto de su Canadá natal, atravesando el continente de punta a punta, para promocionar su disco Vapor Trails. Tantearon con México y les fue bien. Después hicieron San Pablo, Porto Alegre y terminaron cerrando el tramo brasileño en el estadio Maracaná de Rio, en lo que fue uno de los conciertos más convocantes de su carrera (escucharlo a Geddy Lee diciendo "Obrigado" es impagable). Como souvenir quedaron estos CDs y un DVD doble, para mostrar que el sur también existe.
Non Stop (2011) – Dancing Mood
El último disco de la big band argentina funciona como un diario de viaje de Hugo Lobo, que se fue a Brixton tras las huellas de sus héroes del ska. Y los encontró, claro. Reclutó a músicos históricos del género como Dennis Bovell, Rico Rodríguez y Jerry Dammers (tecladista de The Specials y creador del sello 2 Tones), más algunos que se encontró acá de visita, como Doreen Shaffer (The Skatalites) y Pauline Black (The Selecter). Resultado: un compendio de 47 temas que termina con Dancing Mood y Damas Gratis haciendo un cover del pianista Dave Brubeck. Bizarro y genial.
Por Nicolás Igarzábal
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