La planta de Navidad que “ahuyenta” la mala suerte en el hogar
Se basa en una creencia de la cultura celta; tiene propiedades resistentes al frío del invierno
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La cultura celta utilizaba una planta como símbolo de fortaleza y eternidad, porque permanece verde y frondosa durante el invierno, a pesar del frío y la lluvia. También se creía que sus hojas espinosas alejaban a los malos espíritus, es por eso que se asocia como amuleto para ahuyentar las malas vibras en el hogar.
Cuál es la planta de Navidad que ahuyenta a la mala suerte
Una antigua leyenda celta relata que, al inicio del invierno, el Rey Roble gobernaba durante los meses más cálidos y luminosos, mientras que el Rey Acebo reinaba durante la época más fría del año. Cuando el roble perdía sus hojas, el acebo alcanzaba su máximo esplendor, según The Conversation.

Su capacidad para mantenerse verde incluso en condiciones adversas convirtió al acebo en un símbolo de fortaleza y eternidad. Para los celtas, esta planta tenía un poder protector: se pensaba que espantaba a los malos espíritus, por lo que elaboraban coronas con sus ramas para atraer buena fortuna.
Con el paso de los siglos, la idea de que el acebo posee propiedades especiales se expandió por distintas culturas, explica PennState Extension. En el folclore escocés, el acebo se colocaba en las puertas como defensa contra las malas influencias. En Roma, Plinio el Viejo afirmaba que protegía los hogares de los rayos; y en la mitología nórdica era una planta asociada a Thor, dios del trueno.
También existen advertencias en torno a su uso: aunque cortar algunas ramas es aceptado, talar un árbol completo se considera de mala suerte. Incluso se dice que las brujas evitan volar sobre arbustos de acebo, aunque su madera es apreciada para fabricar varitas mágicas.
El acebo, de cultos paganos al cristianismo
Antes del solsticio de invierno, los romanos celebraban las saturnales, festividades dedicadas a Saturno, dios de la agricultura y la abundancia. Durante estas celebraciones, las coronas y ramas de acebo eran esenciales, tanto en la decoración de hogares como en el intercambio de regalos.

Cuando los primeros cristianos comenzaron a desafiar estos cultos paganos, enfrentaron persecuciones y ejecuciones. Para evitar represalias, adoptaron discretamente el acebo como adorno durante las saturnales.
Con el tiempo, el cristianismo resignificó esta planta:
- Las espinas del acebo pasaron a representar la corona de Cristo,
- Los frutos rojos, las gotas de sangre derramada en la crucifixión.
Los primeros cristianos no celebraban el nacimiento de Jesús, sino su sacrificio, pero el acebo permaneció como símbolo. En el siglo IV, el emperador Constantino oficializó el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Cristo, y muchos elementos paganos —entre ellos el acebo— se integraron a la nueva celebración.
Recurso natural y especie protegida
Además de su valor simbólico, el acebo ha sido apreciado desde la antigüedad por sus propiedades medicinales, especialmente diuréticas y laxantes, señala The Conversation.

Su madera dura y compacta también lo hace ideal para trabajos de ebanistería y marquetería, ya que resiste la humedad y la podredumbre.
Sin embargo, estas cualidades han contribuido a su explotación excesiva. La recolección desmedida, la tala y el calentamiento global han reducido sus áreas naturales. Por ello, hoy es una especie protegida en varios territorios del mundo.
Según la Lista Roja de Especies Amenazadas, el acebo está clasificado como especie de “preocupación menor”, aunque en regiones como Andalucía, España, está catalogado como “especie vulnerable”.
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