Compró una casa con vista al mar, pero minimizó un detalle que puso en peligro su vida
Un exsoldado británico cumplió el sueño de vivir en una vivienda ubicada en los acantilados, pero no calculó que sería tan complejo subsistir allí
A finales de 2017, Lance Martin abandonó Londres y cumplió el sueño de su vida: compró una casa en los acantilados de la costa de Norfolk, condado de Inglaterra. El hombre de 64 años, si bien sabía del efecto corrosivo del mar, jamás pensó que por ese motivo, más el oleaje que impacta en la zona, se pondría en peligro su amado hogar y también su vida.
Ni bien se mudó, Martin entendió que se acostumbraría rápidamente al sonido ensordecedor de las olas contra los acantilados de 36 metros de altura donde se ubicaba su bungalow. Incluso aceptó que la erosión acabaría con su jardín con el paso del tiempo: era el precio que tenía que pagar por su excelente vista al mar, según relata el medio británico Daily Mail.
Sin embargo, de a poco su estadía se tornó cada vez más complicada. De hecho, una noche de marzo de 2018, miró hacia abajo y se encontró con el mar a sus pies debido a que las olas habían resquebrajado el piso de su cocina. Aunque lejos de huir, Lance fue a buscar su motosierra, cortó las vigas de esa parte de la edificación y dejó librado el espacio con línea directa al agua.
Luego compró un tractor para derrumbar el resto de su casa, con la idea de reconstruirla. Con todo, el británico explicó: “Estaba decidido a salvar mi propiedad”. Es decir, que estaba decidido a gastar unas 100.000 libras esterlinas en (135.000 dólares estadounidenses) para emplazar su nuevo hogar.
Pese a su importante inversión, su flamante espacio en el pintoresco pueblo de Hemsby está lejos de ser seguro. De hecho, la erosión costera persistió a un ritmo sostenido. Consecuentemente, no hay ninguna seguridad que su bungalow -ahora instalado 9 metros de alturas- pueda sobrevivir al próximo invierno.
Sin embargo, el soldado retirado no duda de su convicción. “Era, y es, la casa de mis sueños. Todas las mañanas me levanto, tomo un café y miro al mar. Es fantástico. ‘Nunca pienso, ¡Oh, ya he tenido suficiente de esto!’ y quiero rendirme. Estoy aquí para quedarme”, aseguró.
Según un informe de la Agencia de Medio Ambiente Británica, el 53 por ciento de los acantilados ingleses y galeses están sujetos a inestabilidad y erosión, y muchos de los acantilados de arcilla blanda en las costas este y sur de Inglaterra están afectados.
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