El hábito nocturno que puede aumentar la presión arterial, según cardiólogos de EE.UU.
Aunque en principio parece ayudar a aliviar el estrés, su impacto a largo plazo puede incrementar significativamente el riesgo de hipertensión y otras complicaciones graves
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Diversas investigaciones médicas recientes advierten que ciertas costumbres adoptadas en la rutina nocturna, especialmente aquellas destinadas a reducir el estrés, pueden en realidad tener efectos negativos en la presión arterial. Un estudio desarrollado por profesionales en salud pública y cardiólogos estadounidenses analiza cómo la percepción del agobio y los mecanismos para afrontarlo influyen en los resultados de salud a largo plazo.
La conexión entre el estrés nocturno y la salud cardiovascular
Esta condición, ya sea por causas laborales, personales o sociales, ha sido vinculado a múltiples afecciones físicas. La presión arterial es una de las más sensibles a su impacto.

Cuando el estrés se percibe como un factor que afecta la salud, el riesgo de complicaciones se multiplica. Así lo demuestra una investigación en adultos estadounidenses, donde se encontró que las personas que experimentan altos niveles de agobio y consideran que este les perjudica físicamente, presentan una mayor propensión a enfermedades y mortalidad temprana.
Estos hallazgos sugieren que no solo el nivel de estrés importa, sino también cómo cada persona lo interpreta. La combinación de altos niveles de tensión emocional con una percepción negativa de sus efectos está asociada a un aumento del 43% en el riesgo de muerte prematura, según estimaciones del estudio.
¿Beber alcohol en la noche ayuda a aliviar el estrés?
Uno de los mecanismos más comunes que muchas personas utilizan para “desconectar” al final del día es el consumo de bebidas alcohólicas. Si bien esta práctica puede producir una sensación inicial de relajación, cardiólogos alertan que su efecto rebote en el sistema cardiovascular puede resultar perjudicial.
“El consumo excesivo de vino o alcohol no tiene ningún beneficio para la salud cardíaca”, afirmó el Dr. Paul Drury, cardiólogo en California, en una entrevista con Parade.
Aunque algunas investigaciones han atribuido propiedades antioxidantes al vino, el contenido de alcohol contrarresta estos posibles efectos positivos. Drury recomienda optar por alimentos como uvas o arándanos para obtener antioxidantes sin riesgo adicional.

Desde un enfoque fisiológico, esta bebida actúa como vasodilatador en el corto plazo, lo que reduce momentáneamente la presión arterial. Sin embargo, este efecto es pasajero. Al cabo de unas horas, se activa una respuesta del sistema nervioso simpático que provoca un incremento en los niveles. Este mecanismo de rebote puede repetirse cada vez que se consume alcohol de forma regular, lo que genera una tendencia sostenida a la hipertensión, según los especialistas.
“La baja presión arterial, tras consumir alcohol, se debe, en parte, a que este reduce el estrés y aumenta la relajación”, explicó el dr. Joshua Weisbrot, cardiólogo del Atlantic Health System. “Esto se debe en parte a su efecto sobre las vías del óxido nítrico y a su efecto sedante sobre el sistema nervioso central”, agregó Lindsay Malone, dietista clínica e instructora del Departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve.
Efectos a largo plazo del consumo habitual de alcohol
Un análisis de múltiples estudios, recopilados hasta febrero de 2024, reveló una relación clara entre el consumo constante de alcohol y el desarrollo de hipertensión. La evaluación agrupó datos de 23 investigaciones independientes al utilizar métodos estadísticos avanzados para identificar una asociación dosis-respuesta.
El análisis mostró que a partir de una ingesta diaria de 12 gramos (aproximadamente una bebida), el riesgo de desarrollar presión arterial elevada aumenta de forma progresiva. En los hombres, esta relación es constante en todos los niveles de exposición, mientras que en las mujeres se vuelve evidente a partir del mismo umbral, pero con efectos más intensos a niveles de consumo superiores.
Estos datos respaldan las recomendaciones actuales de limitar o evitar el consumo de alcohol como medida preventiva frente a la hipertensión. El riesgo se acentúa especialmente entre quienes beben diariamente, incluso si las cantidades son moderadas.

Alternativas saludables para manejar el estrés nocturno
Los expertos coinciden en que hay formas más seguras y eficaces de relajarse por la noche. Actividades como caminar, hacer ejercicio físico moderado, practicar yoga o estiramientos suaves antes de dormir pueden ayudar a reducir la tensión acumulada durante el día.
Para quienes prefieren opciones más tranquilas, se sugieren actividades creativas como pintar, leer o resolver rompecabezas. Incluso preparar una bebida sin alcohol, como un cóctel sin licor o un té relajante, puede convertirse en una rutina nocturna saludable.
“Hay maneras mucho mejores y más cardiosaludables de relajarse que consumir alcohol”, aseguró el dr. Drury. Incorporar estas prácticas en la rutina diaria no solo favorece el descanso, sino que protege al corazón a largo plazo.
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