Las petmoms y una pregunta de las nuevas familias: ¿hijos o mascotas?
Les ponen camperitas, pañuelos, vestiditos, les hacen peinados, los sientan a la mesa, los besan en la trompita, los acurrucan contra su pecho y los producen con looks estudiados especiales para Instagram. Ellas son las madres de nuestra época, con hábitos acordes a la era de las redes sociales. Por eso se sacan fotos y más fotos, a cada cual más tierna y adorable. Algunas lo hacen con sus hijos humanos. Otras, las que vienen ganando terreno, no sólo en las redes, son también como segmento del mercado de consumidores de la época, lo hacen con sus mascotas. Son las PetMoms, mujeres que, a falta de hijos humanos o aun con ellos, aman y prodigan cuidados a sus mascotas en términos equiparables a los de hijos.
Según un informe de mercado de la revista PetMI se trata de nuevos hábitos que se traducen en el consumo y diversifican las oportunidades de negocio en la industria de productos para mascotas. "En casi todo el mundo, se ha dado la tendencia de humanizar a las mascotas, hoy en día a los animales se les considera familia, incluso en las familias con hijos. Factores como el aumento de las parejas TINK y el crecimiento de la población de parejas cuyos hijos ya no viven con ellos, incrementan la inclusión de mascotas como miembros de las familia (mascot-hijos)". El dato es relevante para la industria ya que a la tendencia en aumento del 2.2% en la tenencia de mascotas (según el reporte de IBISWorld), una tendencia a la que se suma América Latina, también se agrega un hábito de consumo constatado por la industria: "Las familias gastan dinero en mascotas tal como lo hacen con alguno de sus hijos, esto incluye el cuidado de su salud, diversión y atención médica. (Incluido países en vías de desarrollo)", según surge del mismo informe.
La reina de la casa
Mariana Iglesias (39) es periodista y guía de turismo, son dos profesiones que implican moverse. Le habían dicho que los gatos son independientes, así que cuando adoptó a una hermosa gatita de 3 días en Parque Centenario, creyó que no habría grandes cambios en su vida. Pero los hubo. "Al mes y medio de adoptar a Talita, me separé con lo cual la gata se bancó todo mi duelo apoyada en mi pecho, hasta que un día se paró en el medio de la habitación como diciendome '¡Ya basta! ¡Hay que levantarse!' y desde ese día nos convertimos en inseparables" Mariana por ahora no tiene hijos y no tiene idea de cómo sería tenerlos, pero lo que sí sabe es que a Talita la trata como a una persona. "Ella es muy compañera mía. Tiene los mismos comportamientos y caras de enojo que yo. Esto, dicho por mis amigas. Se nota mucho que está criada por mí. Mira como miro yo. Es caprichosa y es la reina de la casa. La verdad, pensé que íbamos a ser mucho más independientes las dos pero estoy muy feliz". Aunque resultó bastante controladora, Talita acepta de buen humor quedarse en casa de amigas cuando Mariana viaja. También oficia de consejera, si un nuevo novio no le parece aceptable, se lo hace saber, se planta frente a él y le aúlla. En cambio si es recomendable, se acomoda en su regazo y todos felices. "Nos cuidamos mutuamente", concluye Mariana, "No me imagino la vida sin ella".
Perrhijos y gathijos: las mascotas humanizadas
Según una encuesta reciente de Fortune-Morning Consult (perteneciente a la revista de negocios Fortune) el 76% de los propietarios de mascotas clasifican a sus animales como "amados integrantes de la familia", en comparación con el 19% que respondieron que sus animales "son bien cuidados, pero no dejan de ser considerados animales".
Más estadounidenses viven solos, el porcentaje de hogares solteros aumentó al 28% en 2014 desde el 17% en 1970, y los millennials están esperando casarse y tener hijos. Mientras tanto, las personas jubiladas viven vidas más largas y saludables. Estas tendencias múltiples culminan en un porcentaje considerable de la población que tiene el dinero, el tiempo y el espacio emocional para tratar a una mascota como si fuera un niño.
Con menos estadísticas pero con idéntica percepción, la tendencia se replica en América Latina, y Argentina no es la excepción. La psicóloga Mariana Kersz lo observa en su consulta.
Como en el caso de Guillermo y Ana, quienes le festejaban los cumpleaños a Raúl, su perro, con fiesta, invitados, torta…¡y gorrito de cumple!... El problema surgió cuando llegó su primer hijo. "Ese perro híper mimado pasó de dormir arriba de la cama de sus dueños, a dormir en una cucha en el balcón, y de salir 4 o 5 veces por día con capita para la lluvia incluida, a hacer sus necesidades al lado de su cucha, en el balcón...lo que generó altos niveles de estrés y una agresividad inmanejable para con el bebé, hasta que decidieron dar a Raúl en adopción a una vecina porque era imposible la convivencia entre la familia y la mascota por los celos que manifestaba", rememora la terapeuta.
O de Mariela, que a los 21 años se encontró con Galletita, una mestiza de border collie de 1 año que le movía la colita en la puerta del edificio. Le dio algo de comer y le dijo: "te subo unos días, pero después te busco otro hogar". Nunca más se separaron. Mariela reorganizó sus horarios de la facultad, dejó materias, habló en su trabajo para hacer menos horas en la oficina y más horas de home office y para poder compartir más tiempo con la perra, y como el monoambiente que alquilaba les quedó un poco chico, con el tiempo pudo alquilar un departamento más grande con balcón, al que por supuesto, se mudó con Galletita. La vida, los horarios y los tiempos de Mariela comenzaron a girar en torno a su nueva mascota, y de a poco fue abandonando su vida social, sus salidas de sábado a la noche, sus escapadas de fin de semana con amigos, sus vacaciones en países vecinos porque no conseguía quien le cuide a la perra y llegó a mi consultorio psicológico por primera vez, sumida en una profunda tristeza: "siento que humanicé tanto a la perra que dejé de estar con mis amigos de verdad". En este caso, la intervención de Kersz consistió en acompañar a Mariela para lograr que recuperara su vida social y se reinsertara en grupos a los que tenía muy abandonados. "Trabajamos en su autoestima y en sus inseguridades. Por supuesto siguió relacionándose con Galletita pero desde un lugar mucho más saludable y positivo para las dos", explica la experta.
"Son muchas las parejas que humanizan a sus mascotas dándoles el status de "hijos", y esto puede ser divertido y tomado con humor, pero lo cierto es que cada uno de nosotros debe ocupar roles y jerarquías. Las mascotas han aprendido, a lo largo de los años, a interpretar nuestro riquísimo lenguaje no verbal. Nuestros gestos son captados por ellos con lo cual saben perfectamente si vas a salir, si estás triste, si querés que estén cerca, si necesitas estar sola, o si estás enojada. Esto muchas veces resuena en 3 palabras muy conocidas: "le falta hablar!, y no: no le falta, te habla! en su idioma no verbal puede expresarse perfectamente, por eso es que resulta fácil atribuirles características que parecieran ser humanas".
Las dog moms tienen su rap
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"Tiene más likes que el bebé de mi hermana", "A la mañana lo paseo en mis pijamas y no me importa si me ven", "Si sos una mamá perruna levantá tus manos", son algunas de las frases del rap que las cantantes T- Spoon y ZZtophalf compusieron acerca de las "dog moms": "Esta canción es para toda las mujeres que mantienen a sus mascotas", dedican
Una familia multiespecie
Cristela Cicaré es de Saladillo pero vivió su época de soltera cuando trabajaba en su profesión (periodismo) en Buenos Aires. Al poco tiempo de casarse, hace diez años, se fue a vivir a Tandil, adonde la pareja llevó a su primera perra, regalo de un amigo que le aseguró que iba a ser una perra chiquitita y resultó ser una cruza de siberiano, una perra inmensa. "Previo a tener animales me daba como asco tenerlos adentro de la casa, yo nunca había tenido pero ahi no habia otra opción. Cuando deje Buenos Aires y me vine a vivir a Tandil levanté una perra y después otro, son cosas que hay que consensuar en pareja, hasta ahí no teníamos hijos. Hata entonces teníamos a Lola, a Victoria y a Ernesto". Después una amiga de Buenos Aires le cuenta que se estaba por casar que quería tener un hijo y su marido tenía miedo que la perra mordiera al bebé.
"Yo a Lulú la conocía de la plaza de siempre, ahí me fui a buscarla y me la traje. Después mi hermana tuvo una cruza de caniche con maltés, me regaló a Mía". Ya eran un familion de dos humanos y 4 perros, más el gato Diego y otros perros que cada tanto les daban para cuidar. Hasta que en 2014 nació el primer hijo, Salvador y en 2015 una hermosa beba humana, Ámel. A la familia se le sumaron más tarde Dago que era el perro de su pareja y 2 perros más: Espartaco y Olaf ("son 'hijos' de un amigo mío que está en Inglaterra"), a los que finalmente se sumó Colita. Este año murieron Dago y Vicky de viejitos. Total: una familia multiespecie de 4 humanos y 7 mascotas. El amor que habita esa familia es inconmensurable. Lo que sí tiene medida es el presupuesto y la logística que se la pasan armando para conciliar las necesidades y horarios de todos.Pero al menos ahorran en doctor: la pareja de Cristela es veterinario. Y la foto de perfil del watsapp es de Cristela con sus hijos.... humanos.
¿Como afecta a las mascotas que las traten como a hijos?
El doctor Ricardo Luis Bruno Cazeaux, veterinario y máster en etologia y ecología del comportamiento animal es una de las voces que alerta frente a la tendencia a humanizar a las mascotas. La humanización se evidencia en la forma en sus dueños se refieren al animal. También es un signo cuando les ponen nombres típicos de personas o cuando en su consulta escucha le presentan como por ejemplo: "Si lo reto cuando hace algo mal, ¿dejará de quererme?, ¿se angustiará?".
Para el especialista el hecho de humanizar a las mascotas no es solo vestirlos o comprarles regalos. "Humanizar no solo es tratar a un animal como si fuere un humano, sino pensar que las mascotas presentan la misma línea de pensamiento cognitivo que las personas. En los casos en que el animal se vuelve agresivo con su o sus propietarios mucha gente se enoja y le recrimina al animal que se comporte de ese modo después de tanto amor y cuidados que le han dispensado. Los animales son inimputables, no hacen lo que hacen a partir de un pensamiento racional sino basándose en un aprendizaje y una línea de pensamiento asociativa", explica.
También advierte que el tratarlos con los mismo parámetros que a los humanos, a los animales los desconcierta. Acerca de los perros, señala: "Ellos necesitan tener un líder y cuando se los humaniza en extremo muy pocas veces el propietario puede transformarse en el líder que los perros necesitan para tener una vida más llevadera y agradable. Generalmente, dependiendo de la personalidad del animal, este tipo de manejo por parte de los propietarios hace que los animales sean inseguros, miedosos y vivan en un estado de ansiedad mayor al normal y se generan alteraciones comportamentales como 'ansiedad por separación', 'sindrome ansiogénico', fobias, estereotipias y, en menor grado, agresividad".
Para preservar al perro como tal, lo que Caseaux recomienda es comprender que los perros son animales gregarios, que están predispuestos genéticamente a manejarse en un grupo social y, por consiguiente, les resulta muy importante saber cual es su posición en la jerarquía social de su grupo. "Tener un líder a quien obedecer les da tranquilidad y seguridad", afirma.
El caso de los gatos es distinto, pues no pertenecen a una especie gregaria, por lo que es fundamental permitirles una cierta libertad de acción. "Los perros viven con nosotros y los gatos nos dejan vivir con ellos", asegura el especialista. "Quien no entiende y acepta esta realidad es muy probable que sufra las alteraciones de conducta de su gato. Los tiempos en la relación con los gatos los marcan ellos. Cuando quieren compañía se acercan a sus dueños y cuando ya no la quieren se alejan".
Por su parte, la psicóloga y sexóloga Mariana Kersz añade a sus observaciones la explicación de por qué muchas mujeres hablan de sus mascotas como si fueran sus hijos. "Muchos animales suplen falencias y ocupan roles fundamentales en la vida de los seres humanos. Tiene que ver con una hormona, la oxitocina, que corre por el torrente sanguíneo cuando estamos en contacto con los animales, y esa hormona es conocida por ser 'la hormona del amor'. Para una persona sola, que llega a su casa con su mochila de logros y fracasos del día a cuestas, el feliz recibimiento de su mascota es una bocanada de aire fresco y energía que le permite sentirse querida y reconocida por alguien.". Y al igual que Caseaux señala la importancia de reconocer este hecho y de saber manejarlo recurriendo a los límites necesarios. "Humanizar a los animales, sin embargo, puede ser riesgoso. Algunos comportamientos pueden ser difíciles de manejar si no se pide asesoramiento a tiempo. Por eso es fundamental dar y permitirse recibir el amor de las mascotas, pero también saber cuál es el rol de cada uno, las funciones dentro de la familia y lograr que cada uno ocupe el lugar que le corresponde, de modo que cuando la situación cambie, por el motivo que fuera, ninguno de los miembros de la familia, animales incluidos, sufran altos niveles de stress y agotamiento emocional que les impidan adaptarse a las nuevas condiciones, y por el contrario, todos puedan disfrutar y transitar los cambios de la vida de la mejor manera posible, desde una mudanza hasta la llegada de un bebé".