Marta Minujín: "Quiero cortar la 9 de Julio para hacer algo artístico"
La emblemática artista inauguró una "antiescultura" en la Plaza de la República del Perú, donde invita a la gente a gritar sus deseos
Es la artista argentina cuyo nombre conocen incluso aquellas personas a las que el arte no les interesa demasiado. Célebre por sus intervenciones en la ciudad, con obras que combinan la arquitectura, la escultura y la performance, Marta Minujín creó obras clave en determinados momentos históricos. En 1983, con el retorno de la democracia, su Partenón de libros prohibidos en la avenida 9 de Julio simbolizó la unión entre la libertad y la cultura. Y el último viernes 15 inauguró en la Plaza de la República del Perú una nueva escultura monumental, de más de quince metros de alto, hecha con quinientos kilos de lona y otros tantos de tela. Auspiciada por Naranja, la Escultura de los deseos es, además, una obra ambulante. Hasta hoy se la podrá visitar; en la temporada de verano, viajará a Mar del Plata.
Reflejo del espíritu agitador de la artista y su interés constante por activar los sentidos y movilizar al público, la experiencia comienza frente a un pórtico donde se invita a los visitantes a compartir sus deseos en voz alta en uno de los micrófonos ubicados en la plaza. Luego, al recorrer el interior de la escultura, escucharán esos deseos traducidos en tiempo real en cantos y gorjeos de pájaros.
"Desde tiempos remotos, las esculturas del mundo han sido macizas y pesadas, realizadas con materiales arduos y eternos -dijo Minujín en la inauguración-. Esta, por el contrario, es inflable y blanda, es la antiescultura. Con el agregado de efectos especiales, cobra vida para que la gente pueda participar y vivir en arte".
El año que viene, Minujín publicará un libro titulado Tres inviernos en París en el sello Reservoir Books. Por medio de cartas enviadas al padre en su juventud, se relata su experiencia como artista bohemia en Francia. "Es cortito pero lindo", comenta. Y agrega que se presentará en la próxima edición de arteBA.
- ¿Cómo surgió el proyecto de la "antiescultura"?
-Toda la vida hice esculturas e instalaciones, como el Partenón de los libros prohibidos o el Obelisco de pan dulce, por ejemplo. Siempre me interesó crear obras que están entre la arquitectura y la escultura. En este caso, quise trabajar con formas que no fueran rígidas, sino con formas redondas. Hice un estudio de las formas redondas, llenas de aire, que se inflaban y se desinflaban. Con esta escultura gigante de quince metros, la gente puede pensar en las formas que nos rodean. ¿Qué pasaría si las cuadras fueran redondas, si los edificios estuvieran inclinados? Vivimos entre formas rígidas. El aire da a las formas una proporción que tampoco yo había previsto.
-¿Cómo respondió el público?
-El público respondió muy bien. La gente pide sus deseos, que se transforman en cantos de pájaros; luego, se sacan una foto, las suben a las redes sociales, se divierten. Hasta ayer, ya habían pasado más de dos mil personas. Es una obra que necesita la participación de la gente.
-¿Es tu primera obra que posee un aspecto sonoro?
-No. Ya en los años 80 había hecho un túnel en el Centro Cultural Recoleta, donde se escuchaban cantos de pájaros; en aquel momento, lo hice con la ayuda del laboratorio de música experimental. Después, en el Puente de la Mujer hice una obra con sonidos repetitivos. Es muy gracioso porque los pájaros en esta obra gritan muy fuerte. No se parece en nada a lo que pensaron los griegos sobre la escultura. No es rígida, son formas infladas. El día de la tormenta de la semana anterior, yo estaba aterrorizada, pero no pasó nada. La obra está muy protegida por los edificios del entorno. Es como mirar un paisaje insólito y además es portátil. Moverla no cuesta tanto como costó mudar la escultura de Cristóbal Colón.
-Últimamente tus trabajos están ideados exclusivamente para espacios públicos.
-Esas obras están en contacto directo con la gente, que pasa caminando y se sorprende. En cambio, al museo hay que entrar, hay que pasar por una serie de limitaciones que el espacio abierto no tiene. Por eso yo pienso en una serie de esculturas instantáneas que sorprendan a la gente, como un asalto a los sentidos. En algún momento quiero cortar la 9 de Julio para hacer algo artístico, como cuando dibujé las rayuelas en la calle, y no esas manifestaciones en las que se rompe todo.
-¿Cómo fue tu experiencia en la Documenta de Kassel este año, con el Partenón de los libros prohibidos?
-Extraordinaria. La obra estaba en una plaza y se podía visitar a cualquier hora. Fue hecha con más de 70.000 libros que habían sido prohibidos en distintos países del mundo. La gente decía: "¿Alicia en el país de las maravillas estuvo prohibido?" Sí, en China. "¿Madame Bovary estuvo prohibido?". Sí, en Francia. Y así. A diferencia del Partenón de 1983, en este el público no se llevó nada, miró la obra como un regalo para los ojos y se hizo preguntas. De la Argentina, llevé dos mil libros que habían estado prohibidos.
-¿Influye el arte en la vida diaria?
-Mucho. Por ejemplo, en estas manifestaciones de protesta, ¿qué pasaría si estuviera la escultura blanda ahí? No creo que la rompiesen. Se quedarían como extasiados y caminarían alrededor. En cambio, si son monumentos que representan a figuras políticas, tienden a romperlos o pintarlos. Yo hago política del arte con el arte. Para mí, la política está por debajo del arte. Actualmente lo estamos comprobando muy bien.
-¿ Cuáles son los objetivos del arte en el presente?
-Me gustaría que hubiera esculturas en el espacio. Vas en el avión y de pronto ves una escultura en las nubes. O la gente va a la playa y en el horizonte no hay nada, pero podría haber castillos imaginarios, obras en el aire. Ya tengo bastantes años y no puedo llevar adelante muchos proyectos a la vez, pero me encantaría algo así. Para 2019 tengo el objetivo de hacer una Estatua de la Libertad cubierta con hamburguesas falsas, en Nueva York. La gente podrá llevarse la hamburguesa falsa y cambiarla por una verdadera en un local de comidas rápidas. Lo imaginé hace veinticinco años, pero es muy caro hacerlo. También me gustaría hacer una gigantesca pelota de fútbol de dulce de leche para el Mundial de Rusia. Un equipo de grúas juega con la pelota y después la gente se abalanza y se come el dulce de leche. No sé si Vladimir Putin me va a dejar. Mirá si termino presa como las Pussy Riot.
-¿Qué deseo pediste en tu escultura?
- Yo deseo desear. Hay que desear, es lo que moviliza.
Al estilo Río de Janeiro
Las elecciones de Marta Minujín con respecto a la bebida son bastante originales. Ni vino ni gaseosas. Ella apuesta siempre al color y los sabores frescos, tropicales, bien veraniegos y con un dejo pop: “Elijo el mango, la papaya y la palta licuadas con leche, bien al estilo de Río de Janeiro”, describe con una sonrisa.
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