Su dueño murió pero su corazón no se rinde: la historia del amigo fiel que lo espera en el bar
En un pequeño pueblo del norte de Italia, un perro de 12 años revive cada mañana la rutina de su dueño y lo espera en el lugar que solían frecuentar
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Giorgio, un pequeño perro mestizo de 12 años, se convirtió en un símbolo de fidelidad inquebrantable en Scortichino, una localidad en el norte de Italia, ya que cada mañana va hacia el bar que frecuentaba con su dueño Carlo, quien falleció hace dos meses, para esperarlo. Este conmovedor ritual se volvió viral en las redes sociales y emocionó a todos.
Desde la partida de su propietario, Giorgio mantiene una rutina que estremece a los vecinos. “Todas las mañanas Giorgio se levanta, se pone delante de la habitación donde dormía Carlo y luego va al bar a esperarlo”, relató una señora en una entrevista con la RAI televisión italiana. Tras dejar la casa, cruza la plaza y se dirige directamente al establecimiento que Carlo frecuentaba, un hábito que compartían durante la vida del hombre.

El perro, que fue adoptado de la perrera de Mirandola por Carlo y lo acompañó durante más de una década, no quiso renunciar a las costumbres que forjaron su lazo. La comunidad de Scortichino notó este comportamiento singular al día siguiente del fallecimiento de Carlo, para confirmar así que no se trataba de una coincidencia, sino de una manifestación de lealtad profunda. “Carlo se sentaba aquí, y Giorgio se ponía a su lado, y ahora hace exactamente lo mismo”, contó una moza del lugar. La mujer agregó que, a pesar de la presencia de otros clientes en el comercio, Giorgio “viene aquí, se sienta y recibe mimos”.
El ritual de Giorgio es preciso y repetitivo, lo que lo vuelve conmovedor. Se coloca bajo la misma mesa, junto a la silla que ahora permanece vacía, espera un rato en silencio y, finalmente, se marcha, solo para repetir la secuencia al día siguiente. Este comportamiento llevó a los habitantes de Scortichino a encariñarse profundamente con él, considerándolo ya como “el perro del pueblo”. Lo acarician al verlo llegar y son testigos de su incansable espera.

La historia de Giorgio resuena con la leyenda del famoso Hachikō japonés, el perro que durante años aguardó el regreso de su dueño en la estación de Shibuya, incluso después de su muerte. Por esta razón, Giorgio fue apodado “el nuevo Hachikō italiano”, un paralelismo que subraya la intensidad del vínculo emocional que puede unir a un animal con su compañero humano.
Los perros, aunque no comprenden el concepto de la muerte, sufren un estrés y una tristeza profundos ante la pérdida de su figura de referencia, conservando rutinas, olores y recuerdos muy vivos. Algunas investigaciones mostraron que los perros modifican su comportamiento tras la pérdida de un humano o de otro perro con el que conviven. Incluso pueden dar respuestas similares a las del duelo humano.
Los vecinos de Scortichino, conscientes de la magnitud de su dolor y su inquebrantable fidelidad, continúan cuidando de Giorgio, acompañándolo en su diario ritual de espera, una muestra de que el amor y la memoria persisten, incluso cuando el ser amado ya no está. Esta historia es un recordatorio del vínculo especial que uno de los caninos con su dueño y la forma desinteresada que tienen estos animales de entregar su cariño a su familia.
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