Sueño y deporte, un dúo imbatible
Me lo dijeron muchos: una de las cuestiones que más se vio afectada en la cuarentena fue el sueño. La ansiedad y la incertidumbre fueron causa de desvelos múltiples. Y resulta que dormir es tan importante como respirar: mientras lo hacemos se llevan a cabo funciones fisiológicas elementales relacionadas con el aprendizaje, la memoria, procesos metabólicos, inmunológicos y hormonales.
Para charlar sobre este tema tan vital convoqué a María Florencia Angellotti, médica neuróloga y especialista en Medicina del sueño. "Para el adulto promedio se recomiendan entre 7 y 8 horas de sueño. Cuando la cantidad o la calidad se alteran, al día siguiente podemos sentir cansancio, somnolencia, alteraciones del ánimo, y, si el proceso se cronifica, aumenta el riesgo de padecer problemas cardiovasculares, metabólicos y deterioro cognitivo", cuenta. Nada menor para lo que solemos considerar como un simple desvelo o el desliz de quedarnos hasta tarde trabajando o maratoneando alguna serie, ¿no?
Por suerte, también hay una solución: la actividad física y el buen dormir son un dúo imbatible. "La práctica de cualquier ejercicio genera placer, aumenta nuestro estado de alerta y resulta en cansancio físico", explica la doctora. Al liberar adrenalina y endorfinas, llegamos a casa más cansados, potenciando nuestra chance de dormir mejor.
La cantidad y calidad del sueño es vital para rendir al entrenar, competir y hasta para la recuperación posterior. Y es que dormir bien también permite fijar nuevas destrezas aprendidas y mejora el ánimo. "Si el deportista comienza a dormir menos de seis horas, disminuye su estado de alerta y concentración, tiene más propensión a lesiones por fatiga, dificultades para el control de la glucemia y problemas relacionados con la secreción de insulina y leptina", relata Angellotti. Es decir que la falta de sueño puede resultar en un aumento de peso por alteración de estas hormonas. Estas variables sumadas resultan en una disminución de la performance.
Otra variable fundamental es la selección de alimentos, dado que algunos contienen sustancias activadoras que van a demorar el inicio del sueño. El claro ejemplo es el café, pero también el mate, el chocolate y las gaseosas. "A la inversa, otros alimentos como la banana, ananá, maní, nuez, leche y algunos pescados contienen triptofano, un aminoácido precursor de serotonina, que es un neurotransmisor importante en el ciclo de sueño", explica. Y si creen que el alcohol es un inductor del sueño, sepan que en mayores cantidades también puede fragmentarlo y conducir a un despertar precoz.
La doctora concluye de forma iluminadora: "Si entendemos que dormir mejora nuestro rendimiento físico y entrenar mejora nuestra capacidad de dormir, será imposible escaparle a ese dúo imbatible".
Cuatro libros
Para mantener la mente en forma
- Proyecto gratitud, Laura Szmuch
- Los grandes libros que jamás leerás, Bernard Richards
- La mujer poco probable, Tatiana Goransky
- El olor de la hierba después de la lluvia, Patrick Jacquemin