Sería una locura pronosticar el resultado de las elecciones legislativas del 14 de noviembre, pero fue tan fuerte el cachetazo que recibieron Cristina Fernández, Alberto Fernández, Máximo Kirchner, Sergio Massa y Axel Kicillof, entre otros, que todavía no lo terminaron de procesar. Ni ellos, ni la oposición, ni buena parte de la sociedad.
Para empezar, en un solo día se derrumbaron 4 de los principales mitos en los que, hasta hora se sostenían el peronismo y el kirchnerismo.
Mito uno: el peronismo es invencible
Aunque las derrotas de 2009, 2013, 2015 y 2017 ya habían dejado en claro que podían perder, nunca habían sido superados con tanta contundencia como en las últimas PASO.
Mito dos: el peronismo unido jamás puede ser vencido
La victoria de 2019 del Frente de Todos -a pesar del engendro de la fórmula presidencial que elaboró Cristina- volvió a alimentar la leyenda, pero el 12 de septiembre algo muy profundo se rompió: fueron todos juntos y perdieron. Y perdieron por paliza.
Mito tres: el peronismo no baja nunca del 40 por ciento
Los encuestadores, consultores, analistas y periodistas se cansaron de decir que “el peronismo no baja nunca del 40 por ciento, aunque ponga de candidato a Jack, ‘el Destripador’”. En las PASO rompieron el piso histórico: obtuvieron el 31 por ciento de los votos a nivel nacional, casi 10 puntos por debajo de Juntos por el Cambio. En tanto, en la provincia de Buenos Aires sacaron 33 puntos, 4 puntos por debajo de la lista de Diego Santilli.
Mito cuatro (el más preciado): el peronismo es la única organización política que puede gobernar en la Argentina
De nuevo: no hace falta repasar los principales indicadores para concluir que se trata de la peor gestión de la historia reciente ¿no? Es el peor gobierno desde 1983. Tan sorpresiva y tan fuerte fue la piña que se comieron que, a los pocos días, la más grande responsable de la derrota, la vicepresidenta de la Nación, perpetró un golpe de palacio contra el mismísimo Presidente, cuyas consecuencias tampoco -todavía- se terminaron de procesar.
Le secuencia fue así:
Primero vinieron los audios de una incondicional de Cristina, la diputada nacional Fernanda Vallejos. Disculpen la insistencia, ¿todavía no renunció la legisladora nacional a la que le pagamos el sueldo todos, no?
Horas después, Cristina mandó a renunciar al ministro del Interior, Eduardo Wado de Pedro, y su gesto público disparó una decenas de renuncias más.
Cuando todavía no terminábamos de asimilar el golpe, la vice mandó la “carta bomba”.
Finalmente, le intervino el gobierno a Alberto y le pegó en la línea de flotación. De esta manera, sacó a Santiago Cafiero y lo puso en Cancillería. Además, el Presidente tuvo que nombrar en la jefatura de Gabinete a un hombre con autoridad, Juan Manzur, que lo estaría empezando a eclipsar, y tuvo que entregar a su amigo Juan Pablo Biondi, porque Cristina, la dañina, sabe dónde hacerle doler a quienes no le hacen caso. Sumado a todo esto, se tuvo que fumar a Aníbal Fernández, el dirigente nacional con peor imagen junto a Luis D’Elía, Hugo Moyano, Juan Grabois y Máximo Kirchner.
Ahora también tomó la decisión de no concurrir a más actos, como el de las últimas horas en José C Paz, porque sus asesores le dicen que lo único que logra con eso es perder más votos. El y el Frente de Todos.
Sin embargo, Alberto debería hablarle a Cristina de sus funcionarios que no funcionan y preguntarle, por ejemplo: “¿Qué me decís de tu candidato, Daniel Gollan?”. Porque lo que dijo vinculando a la foto del cumpleaños de Fabiola Yañez con la “platita” que le pretenden poner a la gente en el bolsillo no tiene ninguna justificación. No hay argumento moral que lo pueda sostener.
Gollan piensa igual que Cristina, Máximo, Kicillof, Parrilli, el Instituto Patria, los chicos grandes de La Cámpora, Hebe de Bonafini, Víctor Hugo Morales, Dady Brieva, Mario Ishi y quienes aplaudieron al intendente de José C. Paz este miércoles. Todos ellos suponen (igual que en 2009) que, para ganar las elecciones, tienen que silenciar a los medios críticos. Ishii lo dijo con todas las letras, y todos lo aplaudieron sin disimulo.
Por eso, es tan importante que un juez haya rechazado la demanda de Cristina Fernández contra nuestro compañero Eduardo Feinman.
Por eso, es tan importante que vos, todos los días, nos respaldes, como lo están haciendo.
Y por eso es tan importante que no te compren la conciencia.
Ni con heladeras.
Ni con lavarropas.
Ni con planes.
Ni con plata contante y sonante.
Y no te comas el amague del número dos de La Cámpora, “El cuervo” Larroque, el mismo que hizo echar a Juan Miceli del canal público por el famoso tema de las pecheras.
Ahora dice que el Gobierno no tiene que “amarretear”, pero donde dice “amarretear”, debe entenderse: repartir platita para comprar el voto. Es decir, repartir platita para comprar conciencias.