El 16 de noviembre se cumplen once años de su casamiento. El Civil fue en Costa Salguero y la fiesta en la estancia La Carlota, en Tandil
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A tres días de cumplirse once años del casamiento de Mauricio Macri y Juliana Awada, la ex primera dama ocupa un lugar de preferencia en el podio de las novias para el recuerdo. Sus looks para el Civil y para la celebración que hicieron después en Tandil, son fuente de inspiración para tantas mujeres que encuentran en la diseñadora una referente de estilo.
UNA NOVIA ROMÁNTICA
El 16 de noviembre de 2010, a las 12.30, rodeados por sus familiares y amigos más cercanos, el entonces jefe de Gobierno porteño y Juliana se casaron por Civil en el complejo Costa Salguero. En la puerta los recibió Valentina, la hija que Juliana tuvo con el millonario belga Bruno Barbier, que entonces tenía 7 años, y adentro los esperaban 400 invitados, entre los que estaban Gerardo Sofovich, Teté Coustarot, José Luis Clerc, Héctor Veira y Antonio Rattín, Mariano Grondona, Carlos Ávila y Miguel del Sel. Los testigos fueron, de parte del novio, Iván Achaval, Nicolás Caputo y Arturo Grimaldi, mientras que la novia eligió a su hermana, Zoraida Awada, y a su íntima Pamela Marcuzzi (también a Marina Laurence, pero estuvo ausente por estar de vaje).
La pareja entró al salón con “Bittersweet Symphony”, de The Verve, sonando. El director del Registro Civil de la Ciudad, Alejandro Lanús, junto con la jueza Luisa Tripaldi, llevaron adelante la celebración, durante la cual una amiga de la familia leyó unas líneas que Tini dedicó a su mamá: “Te quiero mucho y te veo muy bien con Mauri”, dijo. “Es difícil hablar delante de tanta gente, pero estoy muy feliz, viviendo uno de los mejores momentos de mi vida. Lo amo”, dijo Juliana frente a sus amigos. “Gracias por haberme elegido, negrita mágica, única y hechicera”, le respondió Mauricio, emocionado.
Todo transcurrió bajo la atenta mirada de Bárbara Diez, wedding planner y entonces mujer del jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta. La ambientación fue de Ramiro Arzuaga, quien dispuso sillas Tiffany blancas, arreglos de rosas blancas y un mix de flores sobre dos grandes bases. El menú, sencillo, incluyó bocaditos salados, miniempanadas y risotto con hongos.
A media tarde, cuando se retiraban, Juliana miró a los fotógrafos que los esperaban y les levantó el pulgar. Todo bien. Y, cuando uno de los invitados le preguntó a Macri cómo se sentía, resumió: “Estado civil: feliz”.
FIESTA EN EL CAMPO
Cuatro días más tarde, todo Tandil esperaba a los novios, que llegaron con los hijos de él –Agustina, Gimena y Francisco, fruto de su primer matrimonio con Yvonne Bordeu– y en avión privado a la estancia La Carlota, el campo tres mil hectáreas con un casco antiguo, pileta, cancha de tenis y pista de aterrizaje de césped de Jorge Blanco Villegas, tío de Macri. Cerca de allí, en la hostería Ave María, la familia de la novia definía los últimos detalles de su vestuario. Estaban Pomi, mamá de Juliana, y sus hijos Zoraida, Daniel y Leila (Alejandro, el actor, tenía función de teatro en Buenos Aires).
Por recomendación del novio, los involucrados en la boda mantuvieron perfil bajo. “Sólo se trata de un asado en el campo entre amigos”, les dijo Macri, que a las 17 se acercó a la tranquera a saludar a la prensa y elogió a Juliana: “Me enamora su carácter, es una mujer que siempre está alegre”, dijo. También habló de sus ganas de volver a ser padre, algo que se le dio en octubre del año siguiente con la llegada de Antonia.
Entre los 200 invitados estuvieron su hermano, Gianfranco Macri, Pablo Roemmers y Manuel Antelo, Guillermo Cóppola, Francisco de Narváez, Josefina Blaquier, Guillermo Barros Schelotto, Jorge Rial, Valeria Mazza y Alejandro Gravier. En cambio, Mirtha Legrand, Susana Giménez y Marcelo Tinelli faltaron con aviso. Sin embargo, la ausencia más notoria fue la de su padre, Franco Macri (murió en marzo de 2019) que ese día, a esa misma hora, fue visto en el Abierto Argentino de Polo (en cambio su pareja de entonces, Nuria Quintela, llegó a Tandil en el mismo auto que Florencia Macri, la hermana menor de Mauricio).
Pasadas las 19, Juliana caminó hacia el altar de la mano de su hija. Llevaba un diseño de la inglesa Jenny Packham, de inspiración romántica, con corset cubierto con gasa y falda bordada con piedras que acompañó con un bouquet en tonos pasteles. El actor Martín Seefeld, íntimo de Mauricio, les dedicó unas palabras. Y con una versión instrumental de “Over the Rainbow” intercambiaron alianzas y compartieron sus votos. No hubo ceremonia religiosa. Tampoco bendición de anillos.
El altar se armó en el jardín, con un monte de álamos como escenario de fondo, sencillo y sin detalles sobrecargados. Toda la ambientación fue blanca y llevó la firma de Casa Didot. El menú, de EAT Catering, fue de estilo criollo: asado –sobre discos de arado dispuestos en el centro de la mesa–, ensaladas y volcán de dulce de leche.
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