Con firme propósito de reintroducir la flora y fauna del Iberá, en 2001 los filántropos Douglas y Kristine Tompkins compraron estancia Rincón del Socorro, a donde viajamos para compartir su maravilloso rescate arquitectónico y natural.
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Cuando Douglas Tompkins llegó por primera vez a Rincón del Socorro, a finales de los años noventa, las avenidas de eucaliptos marcaban el camino a un antiguo casco de estancia devenido en depósito. Había pasado poco tiempo desde que la finca saltara a la fama nacional como protagonista del último brote de aftosa registrado en Argentina. Propiedad de una tradicional familia ganadera argentina, la estancia de 12 mil hectáreas ubicada en el corazón del humedal del Iberá, Corrientes, había dejado atrás su pasado de gloria mientras se sumergía en un proceso de desertificación de los suelos y pérdida de su riqueza.

“La manera en que se construía −que decidimos respetar− habla del lugar. Las galerías, por ejemplo, cumplían un rol fundamental, ya que además de ofrecer resguardo, ayudaban a que los interiores fueran frescos”, cuenta la arquitecta Victoria Solari.”
— Arq Victoria Solari
Volver a la vida
“Doug llega a los Esteros porque estaba buscando el lugar indicado para desarrollar un proyecto de conservación. Empezó con la idea de hacerlo en Salta o Jujuy, pero eso no prosperó, y ahí fue que llegó a San Alonso, una isla en el medio del estero”, cuenta Fernando Sosa, director general de Rewilding Experience.

Aunque se tuvo que reconstruir, la casa mantuvo el lenguaje original: techos de chapa, zócalos de piedra laja (un material de Mercedes) y aberturas de cedro.

En aquel entonces, Fernando era piloto privado y fue justamente gracias a esos vuelos de huéspedes de la posada recién inaugurada que llegó a Rincón del Socorro. El hotel estaba en la etapa inicial de su proceso de recuperación: cuatro años después de comprar las tierras y retirar todos los alambrados y animales de cría, ya empezaban a verse los frutos de la restitución de su flora y fauna.

Mientras que el equipo de Rewilding trabajaba en la reintroducción de los primeros ejemplares de osos hormigueros (a los que en los 20 años siguientes los seguirían los yaguaretés, pecaríes de collar y lobos de río), un equipo de profesionales liderado por Tompkins había convertido ese casco abandonado en un hotel diseñado para recibir amantes de la naturaleza del mundo entero.
El otro lujo
“Doug se enamoró del Iberá y de este lugar. Él siempre decía que el lujo era esto: el lugar”, recuerda Sosa, que en 2010 fue convocado por Tompkins para sumarse al equipo de Rincón del Socorro y desde entonces trabaja en la división hotelera de fundación Rewilding.

Su visión de lujo empezaba en la riqueza de los lugares y su identidad, una propuesta austera y elegante que se adivina en su obra. Así fue que convocó a la Arq. Dolores Perea y la decoradora Eugenia Chorén, responsables de trabajar con él en la primera etapa del proyecto, legado que después de 2007 continuó Victoria Solari.

Clásica distribución de las casas de la época, la mayoría de los dormitorios del casco se comunican con la galería que lo recorre. Desde ahí las vistas al horizonte correntino con sus montes bajos.

Respetar lo dado
El paisajismo, igual o más importante que los interiores, estuvo a cargo de Cynthia Taylor, quien junto con Tompkins trabajó sin descanso no solo en el jardín con sus senderos, huertas y paisajismo centrado en los animales, sino en la recuperación de una estancia desertificada.

Una de las consignas al diseñar el parque fue que pudiera atraer y ser refugio de los animales. Plantamos y elegimos las especies pensando en que les ofrecieran comida y sombra: el jardín promueve esa convivencia, que es espectacular.”
— Cynthia Taylor, paisajista a cargo del proyecto

De ayer y de hoy
El quincho en el que se preparan y sirven los asados se construyó de cero en la primera etapa de la reforma. Los pisos clásicos son de ladrillo cuadrado y los techos de tejuelas lo acercan al estilo original; en el sector de la parrilla, se aplicó una laja más contemporánea.

La reforma y puesta a punto del casco tiene exactamente el espíritu que proponía su mentor, quien después de fundar North Face dedicó sus últimos años a vivir en la naturaleza y trabajar en la preservación de los ecosistemas.

Reconvertir lo existente
El terreno que antiguamente ocupaba el tajamar ahora es una laguna llena de plantas acuáticas, peces, garzas e incluso yacarés. Para aprovechar su vista maravillosa se hizo un deck en el que se sirve el desayuno o el té a los huéspedes.

De las 12 mil hectáreas originales de Rincón del Socorro, solo 400 pertenecen hoy a la fundación Rewilding; el resto fue donado al Parque Nacional Iberá. Esa convivencia hace que la estancia funcione como parte de la reserva.

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