La arquitecta Mabel Scaletzky inició una nueva etapa en este hogar que le permitió achicar la escala, vivirla a su gusto y conectar con el aire libre.
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El nido vacío tiene mala prensa. Pocos ven en ese quedarse solo dentro de una casa que se pone demasiado grande la oportunidad que (también) es. Así lo prueba la experiencia de la arquitecta Mabel Scaletzky, que llegó acá hace seis años, después de –finalmente– haber dado con un comprador para el departamento de Belgrano R donde había criado a sus hijos junto con su ex marido.
Las premisas para el nuevo hogar eran exigentes: Mabel quería menos metros y más manejables, una reducción en los gastos fijos y cierta conexión con la naturaleza o la tierra, algo que nunca tuvieron los departamentos en los que había vivido. En síntesis, necesitaba un lugar que la enamorase. Y eso fue exactamente lo que la esperaba cruzando el pasillo que desemboca en este PH remodelado por los arquitectos Matías Beccar Varela y Ariana Werber.

Patio protagonista

En esta planta abierta de tres metros de altura, había algo en lo que tenía que ser muy certera: las lámparas. Se ven permanentemente.”
— Arq. Mabel Scaletzky, creadora de Áurea y dueña de casa

Como el patio es protagónico, se confió su paisajismo a Par Estudio. Entre otras cosas, propusieron un cantero a tierra y una jungla de bananeros y palmeras que suma vistas y clima.
Planteo abierto

Para que convivieran mejor con tanta madera, Mabel adaptó los muebles que traía con pequeños ajustes: laqueó una mesa, removió el lustre de otra y retapizó la banqueta. Sobre el sillón de cuero negro y los almohadones estampados a mano (Compañía de Blockprint) dialogan con las lámparas colgantes, todos de reminiscencias japonesas.

La búsqueda de las lámparas terminó cuando, en las calles de Barcelona, se cruzó con estas ‘Formakami’, una reversión de las clásicas de papel de arroz que hizo el español Jaime Hayón para & Tradition.
En el planteo minimalista de Scaletzky, las paredes son despojadas. Frente al sillón, solo puso un espejo sin marco que multiplica el verde y las lámparas. Su redondez sencilla se reitera en varios elementos de la decoración.
Madera como hilo conductor

A la apuesta estética del mueble de petiribí se le suman una cantidad de funciones fundamentales: organiza cocina, toilette y lavadero, algunos camuflados, otros ocultos.

Cuando se mudó, la dueña decidió laquear en negro su mesa de comedor: ya había vetas suficientes.

La escalera, en planta baja, es de madera, mientras que arriba es de hierro pintado, en sintonía con la estética de cemento alisado y paredes blancas que reina en pasillos y cuartos.

Íntimo descanso


En el balcón corrido, los olivos en maceta ayudan a separarse de los vecinos.

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