Narcoavión en Ezeiza: un testigo de identidad reservada y filmaciones, las claves de la causa
Tres meses después de que personal aduanero descubriera, en medio de un temporal de lluvia, el intento del contrabando de 87,5 kilos de cocaína que habían sido subidos a un avión de KLM Cargo operado por la compañía Martinair que estaba a punto de despegar del aeropuerto internacional de Ezeiza, el Ministerio Público Fiscal pidió que la causa sea elevada a juicio para que sean juzgados los tres sospechosos acusados de haber participado de la maniobra de narcotráfico.
Fuentes judiciales informaron a LA NACION que el pedido fue hecho por el fiscal en los Penal Económico Emilio Guerberoff ante el juez Javier López Biscayart. El representante del Misterio Público solicitó que sean enjuiciados Adrián Álvarez; su tío, Jorge Luis Álvarez, y Víctor Hugo Gil.
En un primer momento el juez en lo Penal Económico López Biscayart también había procesado a la empresa Martinair Holland, pero la Cámara de la Apelaciones del fuero revocó la decisión del magistrado de primera instancia.
Según se desprende del dictamen, para la investigación fueron claves los aportes hechos por un testigo de identidad reservada que dio la identidad de los dos sospechosos [Adrián Álvarez y Víctor Hugo Gil] que habían subido las tres cajas de cartón en las que estaba oculta la droga y las filmaciones registradas por las cámaras de seguridad del aeropuerto.
"A esta altura podemos sostener que entre Adrián Álvarez, Gil y Jorge Luis Álvarez hubo una aceitada planificación previa y distribución de roles, lo que permite advertir que actuaron con conocimiento y voluntad de obtener el resultado (contrabando de estupefacientes) solo que, por circunstancias ajenas a ellos, el mismo quedó frustrado, con ellos detenidos y la droga decomisada", sostuvo el fiscal Guerberoff en el dictamen donde pidió la elevación a juicio.
Adrián Álvarez, de 34 años, se desempeñaba hasta el día de su detención como despachante de vuelos de Martinair Holland; Gil, de 37, revistaba como técnico aeronáutico de la misma empresa, y Jorge Luis Álvarez, de 55 años, era técnico en mantenimiento de aeronaves y ocupaba el cargo de secretario de Acción Gremial de la Asociación Personal Técnico Aeronáutico (APTA), del que fue inmediatamente suspendido por la jefatura del sindicato.
El descubrimiento de la droga
El avión de KLM Cargooperado por Martinair Holland había aterrizado en Ezeiza, proveniente de San Pablo, a las 10.45 del martes 14 de enero pasado. Debía despegar antes de que se vencieran los permisos de la tripulación y después de subir la carga legalmente notificada: 49 caballos de polo y de carrera que tenían como destino final Tailandia y Singapur. El destino final del vuelo era el aeropuerto de Amsterdam, con escala previa en Quito, Ecuador.
"Fue puro olfato de los agentes de Aduana", había dicho oportunamente un investigador del caso cuando se produjo el descubrimiento de la droga. Se refería a que al personal aduanero del turno le había llamado la atención lo que sucedía en la pista en medio de una condición de alerta meteorológico.
Las filmaciones de las cámaras de seguridad de la mayor terminal aérea del país mostraban que dos camionetas pertenecientes a la empresa Martinair Holland se acercaron al avión y un par de personas comenzaron a bajar de ellas cajas de cartón que, acto seguido, introducían en la bodega de la aeronave de KLM Cargo.
Cuando hay alerta meteorológico no se pueden hacer operaciones de carga en pista. No solo eso: aquellos empleados de Martinair no estaban autorizados a hacer ese trabajo.
Ante ese panorama los agentes de la Aduana decidieron requisar el avión y descubrieron los 87,5 kilos de cocaína en la bodega.
Los tres acusados está detenidos con prisión preventiva. Para el fiscal Guerberoff deberán responder por el delito de contrabando de exportación de sustancia estupefaciente agravado por estar destinada inequívocamente a su comercialización, en grado de tentativa. Adrián Álvarez y Gil están sindicados como coautores de la maniobra y el sindicalista, como partícipe necesario.
"El comportamiento de Jorge Luis Álvarez habría implicado un aporte, en principio, esencial para la realización del hecho ilícito", explicó el fiscal en su presentación. Se refería a que fue quien, según las pruebas reunidas en la causa, habilitó a su sobrino el acceso a una oficina de la línea aérea Andes, cercana a la pista, para que allí ocultara la cocaína hasta el momento de subirla en el avión. Álvarez contaba con ese acceso por su carácter de empleado de la aerolínea y no por su rol sindical.
Según surge del requerimiento de elevación a juicio, y como se dijo, fue de suma importancia el aporte de un testigo de identidad reservada que se presentó espontáneamente para declarar, el mismo día de los hechos.
"El testimonio ha resultado de vital importancia para reconstruir históricamente el hecho ilícito y atribuirles responsabilidad penal en su comisión a Adrián Álvarez y a Gil. Esa persona se acercó espontáneamente al personal de Aduana y le manifestó que, durante la vigencia de la alerta meteorológica, alrededor de las 11 del 14 de enero pasado, había visto a dos personas subir al avión matrícula PH-CKA, de la empresa Martinair, cargando tres cajas. No dudó y señaló a Adrián Álvarez y a Gil como quienes habían subido las cajas al avión", afirmó Guerberoff.
Con el detalle del horario aportado por el testigo de identidad reservada se revisaron las grabaciones de las cámaras de seguridad del aeropuerto y pudo ubicarse el momento exacto en que Álvarez y Gil cargaron las cajas con la sustancia estupefaciente, según consta en el expediente judicial.
"Y si bien el archivo de video, por la distancia, no permitió apreciar los rostros de esas dos personas y, por ende, individualizarlos por sí solos, lo cierto es que la persona a la cual se le reservó la identidad aportó los nombres y apellidos. Además, pudieron ser individualizados por sus ropas y colores de los chalecos, por las camionetas que conducían y por el propio descargo brindado por Gil, quien reconoció haber cargado las cajas. Estos elementos resultan lo suficientemente serios y concordantes y permiten colocar a Adrián Álvarez y a Gil en la escena relatada por la persona identificada como testigo de identidad reservada", explicó el fiscal Guerberoff.
Descargo de los acusados
Adrián Álvarez se negó a declarar durante su declaración indagatoria. En cambio, Gil lo hizo en tres oportunidades. "Lo único que puedo decir es que me siento usado, pisoteado y humillado por un hijo de put... como Adrián Álvarez. Lo digo así. Lo conozco de trabajar ahí conmigo. De verlo y haber sido un pedazo de pelotud... y haberme puesto en este lugar en el que me puso. Me partió el corazón y me pisoteó, y no lo esperaba de él. Hace diez años que lo conozco y no esperaba que me hiciera esto, no solo a mí sino a mi fuente de trabajo, y no solo a mí sino también a todos mis compañeros. Me siento el trapo de piso de Adrián Álvarez y otra cosa no puedo agregar… solo expongo esta bronca y esta impotencia que siento… no tengo palabras para decir lo que me hicieron. Lo que me humillaron y me trataron como un delincuente y yo no me merezco esto, nadie se merece esto", dijo en una de las ocasiones en las que habló ante el juez López Biscayart y ante el fiscal Guerberoff.
En otra oportunidad, además de detallar su extensa experiencia, contestó preguntas de los funcionarios judiciales. Afirmó que no sabía el contenido de las cajas que ayudó a subir al avión.
"No, no me llamó la atención. Pero no es habitual. Fue muy rápido, pero en ese momento no lo pensé. No sabía el contenido ni la peligrosidad de lo que trasladaba. No me llamó la atención, no me dio la sensación de que hiciera algo malo", respondió cuando le preguntaron si era habitual que Adrián Álvarez fuera a retirar cajas del módulo de Andes.
El sindicalista, tío del principal acusado, explicó que le había permitido el acceso al módulo de Andes -que tenía por su carácter de jefe de inspectores de mantenimiento de la compañía y no por su labor gremial- porque era Adrián Álvarez era su sobrino y para que trabajara. Definió el lugar como un sector de "oficina" y de "ocio". A instancias de su defensa, sostuvo que le había dado a su sobrino la clave de acceso el 11 de enero pasado, pero que su sobrino nunca le informó si había sido utilizado.
Ahora, los tres acusados están en la recta final del camino que los conducirá a un juicio oral y público por narcotráfico.
Más leídas de Seguridad
22 años después. Qué dice el fallo de 401 páginas por el que condenaron a Nicolás Pachelo por el crimen de María Marta
El “Piojo” de Monserrat. Cayó el “bicidealer” que cruzaba el conurbano para vender microdosis en un bar
“Estaba muy acomodado”. La familia del adolescente que apareció dentro de un freezer denuncia que lo mató un tío