Quién era el DJ asesinado frente a un boliche por motochorros
MAR DEL PLATA. “Hay algo que no suena bien, ¿te ayudo?”. Siempre con una sonrisa, atento a tiempo completo a lo que sonaba desde un lado y otro de las consolas, Leandro Gatti no tenía reparos en acercarse al colega para marcarle lo que creía que faltaba para el sonido perfecto que también quería disfrutar desde una pista de baile, la mesa de un bar o en una fiesta con amigos.
“Nos arrebataron a uno de los buenos”, coincidían sus más cercanos el lunes, frente a la cochería donde despedían los restos del DJ de 32 años, asesinado por motochorros, que se había ganado nombre, reconocimiento y prestigio no solo por su habilidad para mezclar temas, sino también por su generosidad en el ambiente de los que le ponen música a la noche marplatense.
Tenía magia en sus manos y un pentagrama en la cabeza que, a granel y con virtuosa armonía, imaginaba secuencias de notas y las volcaba desde los parlantes con las mejores combinaciones posibles entre variantes de ritmos techno.
Referente y consultor obligado de sus compañeros de pasión, era de los que tenía un sí rápido y una ayuda a mano cada vez que alguno de ellos tenía un problema. ¿Faltaba un cable? Lele lo prestaba. ¿Un problema de conexiones o resistencias? Allí estaba Lele con una solución a medida.
Era hijo único de padres mayores, hoy sin consuelo. La música fue su pasión desde pequeño. Era técnico en electrónica y mientras gestaba las primeras habilidades entre compact disc, vinilos y soportes digitales se profesionalizó como sonidista. Daba respaldo en eventos para que todo se escuchase bien.
Como DJ tocó en Sobremonte, GaP, Pinar de Rocha, entre tantos. También llevó su música a otros boliches de la ciudad de Buenos Aires y el conurbanos, donde dejó huella y mucho más que buenos recuerdos. Ahora era el responsable de las consolas y la técnica de sonido general de Mr Jones, el bar del que salía de trabajar el domingo a la madrugada, cuando lo mataron.
Tocaba la guitarra, el piano y estaba aprendiendo a tocar el violín, instrumento que lo había deslumbrado y que empezaba a dominar poco a poco. Juan, que vivía con él y quizás era el amigo que mejor lo conocía, lo reconoce como el tipo divertido que animaba todas las fiestas. Y destaca que la identidad de la música de Leandro Gatti ya tenía sello propio y bien reconocido. “Escuchás un track que te gusta y te hace bailar y decís al toque: ese es Lele”, resumió.
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