La hidratación constante es clave para evitar complicaciones; un médico advirtió en LN+ que no hay que esperar a tener sed porque el cuerpo pierde líquidos más rápido de lo que percibimos
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En medio de un calor extremo, uno de los errores más comunes es beber agua solo cuando aparece la sed. Sin embargo, los especialistas coinciden en que, con temperaturas extremas, esa señal llega tarde. En una entrevista en LN+, el deportólogo y cardiólogo Norberto Debbag puso el foco en un dato concreto que puede marcar la diferencia para la salud: cada cuánto tiempo conviene hidratarse.
“El cuerpo tiene dificultades para disipar el calor a través de la piel”, explicó el especialista. Cuando ese mecanismo falla, la temperatura corporal comienza a subir y pueden aparecer complicaciones neurológicas o renales, propias del golpe de calor.
En ese contexto, la hidratación deja de ser un hábito general y se convierte en una medida preventiva central.

Cada cuánto hay que tomar agua
Debbag fue preciso al establecer una pauta clara: “Hay que tratar de tomar un vaso de agua cada 30 minutos”. Esa frecuencia permite compensar la pérdida constante de líquidos que se produce por la transpiración, incluso en personas que no están realizando actividad física.
En términos diarios, el especialista indicó que el consumo debería rondar los dos litros de agua, aunque esa cantidad puede aumentar si hay calor extremo, exposición al sol o actividad física.
En el caso de los adultos mayores, el riesgo es mayor porque la sensación de sed se retrasa a nivel neurológico, por lo que no pueden guiarse solo por lo que sienten y es necesario insistir con la hidratación.
Qué pasa cuando falta agua

La pérdida de líquidos no implica solo deshidratación. Según explicó Debbag, con la transpiración también se pierden electrolitos esenciales, como sodio y potasio. Ese desequilibrio puede afectar al corazón y favorecer la aparición de arritmias, especialmente en personas que pasan muchas horas en la calle o tienen sudoración extrema.
En esos casos, algunas bebidas con electrolitos pueden ser útiles, aunque el especialista advirtió que hay que evitar las bebidas dulces, ya que el azúcar “arrastra agua” y empeora la deshidratación.
El indicador más simple para detectar un déficit es observar la orina: cuando se vuelve oscura, es una señal directa de que el cuerpo necesita más líquido.
El rol de la alimentación y el alcohol
Debbag recomendó consumir frutas, que aportan agua de manera natural, y evitar comidas muy grasas o calóricas, que aumentan la carga metabólica del organismo. En verano, priorizar ensaladas, frutas y carnes magras ayuda a mantener el equilibrio.

El alcohol, en cambio, juega en contra. Produce vasodilatación, enrojece la piel y tiene efecto diurético, lo que incrementa la pérdida de líquidos. Reducir su consumo es parte de las estrategias básicas para atravesar el calor sin complicaciones.
Señales de alerta
Además de la orina oscura, síntomas como mareos, cefalea, náuseas o dolor de cabeza indican que el cuerpo está entrando en una zona de riesgo. Ante estas señales, Debbag recomendó bajar la temperatura corporal de inmediato, mojándose o aplicando agua fría en zonas como axilas e ingles, donde el enfriamiento es más efectivo.
Si aparecen piel roja, piel seca y temperatura elevada, el cuadro puede ser grave y requiere consulta médica.
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