TikTok, el puente fantástico que convierte a las abuelas en influencers
"Mi hijo es ingeniero. Mi hija es periodista. Mis nietos, estudiantes. Y yo, tiktoker". La ocurrencia de Tita Zacharías, o abuela Tita, como todos la conocen en la plataforma de microvideos TikTok, se hizo viral la semana pasada. Todo un suceso, ya que los amantes de esta aplicación están al sur de los 15 años. Y la abuela Tita, una salteña de 63 años, se anotó otro hit en el universo de la generación Z y eso le valió llegar a los 400.000 suscriptores.
"Me escriben chicos de siete y ocho años de todas partes del mundo, en inglés y yo les contesto lo único que sé: thank you", dice con parsimonia desde la cocina de su casa en Orán, donde graba sus videos. Empezó hace un año, cuando murió su marido y ella se deprimió. Se había casado a los 18 años y nunca había dormido sola. Unos meses después, su sobrina le descargó en su celular Musical.ly, la aplicación de sincronización de labios y le propuso hacer un video. Una empresa china acababa de comprar la firma y la convirtió en una plataforma de microvideos de 15 segundos que tienen una secuencia narrativa que propia y que hoy fascina a los más chicos.
Así nació el primer video. TikTok se mueve en base a desafíos, y el de ese día la canción "Soy una taza, una tetera, una cuchara, un cucharón". La sobrina la filmó, le abrió una cuenta, la ayudó a editarlo y lo subió. Unas horas más tarde, la llamó para decirle que su cuenta explotaba. El video estaba entre los más vistos. Grabó un segundo video: sincronizando los labios con el audio de ese viral en el que una pareja que viaja en auto y recuerda el sonido de la playa. Otro éxito. Y en poco tiempo Tita se volvió una experta. Ya no necesitaba ayuda.
Se compró un gel para pegar el celular en los azulejos de la cocina, cambió las lamparitas de la cocina y las apuntó hacia la pared donde filma, se consiguió un proveedor centennial que todas las semanas le trae alguna novedad de bajo presupuesto para sus videos. Nunca más se acordó de la depresión. "Fue una terapia. Llené con TikTok mis tiempos muertos. Llegué a subir cinco videos por día. Pero me tuve que poner un límite, porque es adictivo", reconoce.
Así surgió la inspiración para otro video que también anduvo muy bien y se convirtió en consigna: "Soltame TikTok", donde se la ve tratando de hacer otras cosas y siempre termina cayendo en la tentación de entrar a la aplicación.
Cuando sus videos se volvieron tan populares, la plataforma la convocó para darle la categoría de "creadora". Está en un grupo de WhatsApp con otros influencers, a los que TikTok les adelanta las consignas para el día siguiente, que se llaman hashtags, también los desafíos que se proponen y las bandas sonoras que pueden ser musicales o fragmentos de algún diálogo de una película, o producido incluso por algún usuario de la plataforma.
"No me creo una influencer porque no sé bien lo que quiere decir. Yo soy una abuela de alma y los nietos se me pegan, eso es todo. El problema fue cuando llegaron los haters; son muy dañinos. Me decían vieja, dinosauria, volvé a Facebook, y yo dije para mí, con esta vieja no van a poder. Entonces aprendí que los podía bloquear y eso hago. Ahora todos son comentarios positivos", cuenta.
Tita no revela su verdadero nombre porque lanzó ese desafío: darlo a conocer el día que llegue a los 500.000 suscriptores para certificar su firma. No le falta mucho, ya que suma unos 2000 por día.
Es costurera. Teje a crochet y fabrica moños de frac, que vende por internet. Pero vive de la pensión de su marido. Tiktok no paga por contenidos. Sí les da la posibilidad de a los creadores de hacer videos en vivo y otros usuarios le pueden donar emojis, que se convierten en dinero. "Lo dejo como un ahorro, todavía no llegué a los 50 dólares", dice.
Es difícil que los padres de los adolescentes de entre 10 y 14 años no sepan qué es Tiktok. Porque la plataforma ya tiene 500 millones de miembros activos en todo el mundo, que miran y comparten miles de millones de microvideos y la mayoría en esa franja etaria. Y como la estética de la plataforma tiene mucho de película de bajo presupuesto, aquí el aficionado llega a ser más popular que el profesional.
La música es clave para TikTok, explica una crítica musical que The New York Times convocó para que hiciera una reseña de la plataforma después de consumir sus videos por 48 horas. "Mientras que Instagram y YouTube aman el baile, TikTok ha descubierto cómo organizar un espectáculo y un desafío a la vez", dice. Una historia completa puede mostrarse en un fragmento de video fugaz, explica. Una propuesta difícil de entender para la generación que creció en la época en que los televisores eran muebles.
TikTok ya tiene varios clásicos filtrados a otras redes: como el desafío "Avengers assemble", un grupo de amigos se filmó saltando hacia atrás en una pileta y editaron el video en reversa y con la banda de sonido de los vengadores. Si se presiona el ícono giratorio en la esquina inferior derecha se pueden ver todos los clips que usan el mismo audio, un remix que llega al infinito. Otro de los clásicos es "I used to be so beautiful now look at me". El video tiene dos partes: en la segunda, con un cruce de brazos y un tartamudeo del video, aparecen en una versión zombie del protagonista, desalineada o justamente lo contrario. Porque cada uno le pone el humor en la parte que quiere. Cuanto más desopilante o inesperado, mejor.
Hace un par de semanas, la ganadora del "#ohnochallenge" fue la abuela Rosa Vallejo, una andaluza de 79 años que con su cuenta @conbuenhumor está entre las estrellas de TikTok, con dos millones y medio de seguidores. Ella decidió hacer un video con una gorra mágica. Vestida de con una campera con capucha, anteojos de sol y una mochila, se la saca la gorra y dice: "Esto es todo lo que sale": una computadora, una guitarra y hasta un monopatín eléctrico. Rosa vive en Barcelona. Para Halloween hizo un video con la canción "You look like an angel", con cara de buenita, pero se transforma en una bruja en la parte en la que Elvis canta "pero eres el diablo disfrazado".
Rosa se ríe cuando le cuenta a LA NACION el backstage. "Yo ni tengo celular. El que hace los videos es mi nieto Christian", dice. Los videos empezaron hace seis años, para YouTube y después siguieron en Instagram. Pero cuando llegaron a TikTok generaron una revolución.
"La abuela me robó el protagonismo en las redes", bromea Christian Morales, que es periodista. Rosa trabajó toda su vida en un hospital. "Empecé en limpieza, pero como era muy metida, siempre me convocaban cuando faltaba alguna instrumentadora, y fui creciendo. Un día me jubilé y ya me quedé sin mucho para hacer. Ahora, todos los lunes me junto con mi nieto y hacemos videos. Filmamos todo el día, con cambio de vestuarios, maquillaje, todo. Y así me mantengo entretenida", cuenta Rosa. Los chicos la aman. Miles le escriben para pedirle que sea su abuelita. Incluso en las calles de su ciudad son los más chicos los que la reconocen y le piden selfies.
¿Por qué los abuelos están revolucionando TikTok y encontraron un lugar propio? Probablemente, porque en la plataforma el mejor contenido es el más inexplicable, absurdo y desopilante.
Desde octubre de 2018, Yolanda Vergara, de 90 años, tiene una segunda oportunidad. Sofía Chilón, su nieta de 14 años, cansada de no ser muy popular en las redes, la puso a su abuela a hacer una coreografía de Thalía. Pusieron el teléfono que se acababa de comprar la abuela sobre una jarra y sincronizaron. Un día después, tenía 200 corazones, una semana después, 10.000 seguidores y al mes ya había llegado a los 100.000. Sofía sintió que había dado con la estrella.
"Mi abuela es genial. Tiene una actitud muy positiva, es todo humor. Y yo quería compartir esa actitud para que se contagie", cuenta Sofía, que vive en La Plata. Hace dos años, la abuela se fracturó una pierna y por la artrosis, no se le soldó bien. Por eso debe usar un bastón y no puede andar sola por la calle. TikTok fue la forma que encontró Sofía para devolverle la vida social a la abuela.
"Pasamos mucho tiempo juntas, ella se esfuerza mucho para hacer las coreos, baila con el bastón en los videos o lo usa de guitarra. Es muy divertida. Pero, después de ver sus videos, mira los de las chicas jóvenes y me dice que ellas lo hicieron mejor", dice. Ahora, la cuenta de Yolanda tiene más de 375.000 seguidores y está cerca de los 3 millones de corazones. El youtuber chileno AlfredoOK la mencionó en un video y contó que era su fan. Y las estadísticas estallaron.
"Nos llegan muchos comentarios. Hay muchos, positivos. Tiernos. Divertidos. Los negativos nos dicen que está grande, que deje de usarla para ganar fama. Nosotras lo hacemos para pasar tiempo juntas y para divertirnos.", dice Sofía.
El efecto de las abuelas en TikTok también se está contagiando a otras redes. Hace dos semanas, Mariela Casco, de 29 años, se olvidó su celular en casa cuando fue al trabajo. Lara, de 9 años lo usó para grabarse bailando una canción de Dadee Yankee y la puso a bailar a Ana, su bisabuela, que tiene 77 años. Cuando Mariela descubrió el video en el teléfono no pudo contener la risa y lo compartió en su estado de WhatsApp. En seguida los contactos empezaron a pedirle que lo subiera a Facebook, para que se pudiera compartir. En pocas horas el video se había vuelto viral. Más de 13 millones de usuarios lo habían compartido y en YouTube tenía más de 126.000 reproducciones.
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El propio Daddy Yankee compartió el video en su cuenta de Instagram. Y entonces la fama tocó a la puerta de la familia, en Loma Hermosa: llegaron los canales de televisión que las fueron a entrevistar. Después de semejante suceso, Mariela no pudo decirle que no al ruego de Lara: "Quiero ser youtuber". Con ciertas restricciones, y una vez alcanzada la fama, la madre dijo que sí.
Producción: Natalia Medina