Un grupo de vecinos se movilizó para echar al encargado de un edificio condenado por abuso sexual
Sebastián Cuattromo estaba en Sierra de la Ventana cuando le llegó un mail con liquidaciones de expensas y recibos de sueldo. Al principio pensó que era un error pero al leerlo comprendió de qué se trataba: el excura Fernando Enrique Picciochi, que fue condenado por abusar de él cuando era niño, trabajaba -desde junio- como encargado de un edificio, ubicado en Moreno 2254, en Mar del Plata .
Sebastián se encontraba en medio de una gira por el sur de la provincia de Buenos Aires, a la que había ido con Adultxs por los derechos de la infancia, una asociación civil que fundó junto a su pareja, Silvia Piceda, para visibilizar las causas de abuso sexual a menores .
El remitente del correo, Blanca Roberto, les contó que lo habían reconocido. Ella es docente y vive en La Pampa pero es propietaria de un departamento en Mar del Plata, el destino que suele elegir para veranear. Estaba conmovida por la noticia y por eso decidió contactarlo. Además, adjuntó las liquidaciones de expensas y el recibo de sueldo del exreligioso para cerciorase de los datos del entonces encargado del edificio.
Efectivamente se trataba del hombre que, desde finales de séptimo grado y hasta el primer año del secundario (en 1989 y 1990), había abusado de Sebastián cuando Picciochi era docente en el Colegio Marianista, donde su víctima estudiaba.
Tal como contó Sebastián a LA NACION, él ya sabía que, una vez que Picciochi recuperó su libertad, se había ido a vivir a Mar del Plata, donde está su madre.
Por problemas con la señal de su celular, recién pudo llamar a Blanca una vez que emprendió viaje rumbo a Bahía Blanca, tres días después de recibir el mail. En ese momento, Blanca le informó que, por la gran movilización que el caso había generado, ya habían logrado quitarlo del puesto. "Lo descubrieron, confirmaron sus sospechas y lograron que lo echen, todo por su cuenta. Es maravilloso", dijo Sebastián. Del otro lado del teléfono se percibe la emoción que vive.
¿Cómo lo descubrieron?
Blanca explicó a LA NACION que la joven que lo reconoció no vive en el edificio pero se lo cruzó y lo identificó porque habían hecho una capacitación en hotelería juntos. A partir de eso lo buscó en Internet y se encontró con todos los artículos periodísticos que narraban el caso de abuso que lo tenía en el centro de la escena.
Blanca y el resto de los propietarios comenzaron a investigar y a debatir, en un grupo de WhatsApp, cómo proceder. Con la ayuda de un abogado, accedieron a los expedientes que revelaban que el DNI de su encargado coincidía con el del hombre condenado por abuso.
"Nada nos hacía sospechar de que había un abusador en el edificio. Lo ví tan correcto y formal. Cambió mucho la fisonomía. En este momento es una persona delgada, sin barba y está pelado. En las notas que le habían hecho era más gordo, tenía barba y el cabello renegrido", describió Blanca y lanzó: "Nos envolvió como un paquete".
Ante la confirmación de que efectivamente era él, Blanca se contactó con la Administración. Ellos le contaron que lo habían conocido por su trabajo en otro edificio y que le habían ofrecido el puesto, de modo temporal, hasta que se decidiera quién ocuparía el puesto que el encargado anterior había dejado vacante en abril, cuando se jubiló.
"Le dije que era un abusador, que no lo queríamos en el edificio, que ya estaba comprobado", recordó. Luego de conocer la verdadera identidad del hombre, el lunes les mandaron "un escueto mail" a los propietarios para informarles que Picciochi había sido despedido.
El contacto con Sebastián
Sebastián celebró la reacción que tuvieron los vecinos por considerarlo "un mensaje social y cultural formidable". Para él, "la suerte de la infancia frente a este crimen cambia cuando los adultos dejan de permitir socialmente este delito y le quitan el aval a sus perpetuadores".
"Nos parece un pequeño y maravilloso ejemplo de lo que es la toma de conciencia de sensibilidad y de compromiso de la comunidad adulta", explicó Sebastián y agregó: "Es uno de los oficios y trabajos que los abusadores no pueden tener porque tiene mucho contacto con niños y personas vulnerables y porque conoce las intimidades y los horarios de los vecinos".
Blanca consideró que, si bien "cualquier persona que cumplió su condena tiene derecho a trabajar, los abusadores no deberían tener acceso a ciertos trabajos". Ella sentía el compromiso de actuar porque muchas veces alquila el departamento a estudiantes y "no quiere que estén cerca de un abusador".
Sostuvo que una persona condenada "debería dar a conocer sus antecedentes para que haya reglas de juego claras". Y propuso: "Sería importante que haya un proyecto de ley para que se haga un registro de abusadores condenados. Si no querés estar en ese registro, no abuses".
Sebastián adelantó que intentarán acercarse al Sindicato Único de Trabajadores de Edificios de Renta y Horizontal (SUTERH) para "conocer cómo es la modalidad de contratación de los encargados de edificios y para invitarlos a hacer tareas de concientización y capacitación".
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