Un informe reveló que una persona promedio que vive en Pilar y viaja a la Ciudad de Buenos Aires pasa casi un mes al año dentro del auto debido al intenso tránsito en los principales accesos
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En promedio, una persona que vive en zonas como Pilar o Escobar, gasta entre dos y tres horas diarias en traslados de ida y vuelta al trabajo en la Ciudad de Buenos Aires. Esto representa, según PROSeVI, consultora especializada en seguridad vial, en estar 30 días al año sentado en el auto.
De hecho, el problema va mucho más allá del tiempo que se pasa detenido o avanzando a paso de hombre en una autopista, ya que el tránsito intenso también tiene un impacto directo sobre el comportamiento de quienes manejan. Esta compañía, que trabaja en conjunto con empresas de transporte y logística, advirtió que el estrés provocado por la congestión reduce el tiempo de reacción de los conductores y aumenta los riesgos en la vía pública.
En ese marco, concluyeron que el efecto stop & go incrementa en un 40% la probabilidad de choques por alcance. “La frustración genera conductas agresivas y disminuye la percepción del riesgo”, señalaron en sus redes sociales.

Este escenario, que muchos conductores describen como caótico, empezó a mostrar efectos colaterales. El tránsito y los extensos tiempos de viaje contribuyeron a frenar e incluso a revertir el éxodo que se había registrado durante la pandemia, cuando numerosas personas se mudaron lejos de la Ciudad de Buenos Aires.
Con el regreso de la presencialidad en distintos rubros, una parte de quienes habían dejado la Ciudad optó por volver a vivir más cerca de su lugar de trabajo, priorizando su tiempo. “No sólo se pierde tiempo en viajar, sino que trasladarse de la zona norte más alejada a la Ciudad de Buenos Aires es realmente caro”, explicó Daniel Salaya Romera, dueño de la inmobiliaria homónima, en un informe de Zonaprop llamado “Efecto post pandemia: la demanda vuelve a la ciudad”.
“Muchas familias jóvenes vendieron su departamento de tres ambientes en Olivos para mudarse a una casa en Puertos. Eso funcionó muy bien en la pandemia, pero la rutina de viajar todos los días hacia el trabajo pocos lo aguantaron. Hoy, lo que hacen es buscar alquileres en la Ciudad o en Vicente López para estar más cómodos”, agregó.
Más allá de que muchas personas optaron por regresar a la Ciudad de Buenos Aires o a barrios bonaerenses cercanos, hay una realidad estructural. La mayoría de los puestos de trabajo sigue concentrándose en la Capital Federal, mientras que la urbanización creció hacia afuera de ella.
Este proceso estuvo acompañado por dos fenómenos: la falta de mejora del servicio de transporte público y el fin de la hora pico. Antes, los horarios de afluencia de vehículos estaban bien delimitados, mientras que ahora la cantidad de unidades circulando es más bien constante durante todo el día.
Al no haber una mejora en la movilidad pública, según PROSeVi, “el auto sigue siendo una opción cómoda”. De esa manera, las principales arterias de acceso y salida de la Ciudad de Buenos Aires se colapsan y el tiempo de viaje aumenta.
Una creencia y posible solución sería la ampliación de carriles en las autopistas. Sin embargo, especialistas coinciden en que se trata de una solución provisoria que genera el fenómeno de “demanda inducida”. En la práctica, implica que el tránsito mejoraría de manera temporal y induciría a más personas a utilizar el acceso, provocando su colapso en poco tiempo.
Por lo tanto, expertos señalan que la clave es abordar el problema con una “mirada a largo plazo”, priorizando la mejora del transporte público “que permita un uso más eficiente del espacio en la vía pública junto con un proceso de descentralización de los lugares de trabajo”. Otra solución temporal sugerida por analistas de seguridad vial es “maximizar el uso de los espacios disponibles en los autos, ya que en la mayoría de los casos viaja sólo el conductor”.









