El crossover de origen japonés renueva su estética y agrega mayor equipamiento, pero mantiene intactas su mecánica confiable y sus tremendas capacidades para incursionar en el fuera de pista
Podría decirse que el Subaru XV es el hermano menor del Outback. Pero no solo eso, sino que también se lo podría definir como la versión familiar y todoterreno del Impreza. Es que cuando fue presentado globalmente en 2010, este crossover recibió el nombre de Impresa XV; luego, y gracias al éxito que tuvo a nivel comercial, adoptó una identidad propia y se convirtió en este multipropósito que parece una mezcla de sport wagon con SUV pero que ofrece verdaderas prestaciones todoterreno (una característica innata de la marca).
Es esta la tercera generación, llega importada de Japón y en tres versiones: CVT, CVT Dynamic y CVT Limited, que probamos.
Pese a ser un cambio generacional, no muestra grandes modificaciones en cuanto a estética. Apenas unas sutiles variaciones en el frente (la parrilla es más alta y las ópticas más finas y alargadas) y en la parte trasera (las luces entran ahora en el portón trasero). En esta variante, además, cuenta con protectores en plástico negro en los guardabarros, paragolpes y debajo de las puertas, los cuales le dan una impronta más off-road y aventurera. En cuanto a tecnología, estrena faros full LED direccionales con limpiadores y sistema de luces altas adaptativas, y nuevos neumáticos 225/55 R18.
Lo que sí varían son las dimensiones: es 1 cm más largo, 5 cm más ancho y 4,5 cm más alto; asimismo, la distancia entre ejes se estiró en casi 3 cm y aumentó el despeje, que ahora llega a 22,1 cm (más que muchos SUV del segmento).
El interior fue renovado pero sin perder la sobriedad que caracteriza a todos los autos de la firma japonesa. A la excelente calidad de materiales y terminaciones (hay mullidos en puertas y tablero y los plásticos son suaves al tacto), agrega butacas en cuero (solo en esta versión), una nueva pantalla multimedia de 8" y apliques en cromado en puertas y la zona de la selectora. Además del tablero de instrumentos clásico (de fácil lectura y con toda la información necesaria), sobre el torpedo aparece un segundo panel digital –llamado medidor multifuncional– que brinda más información, como consumos promedio, ahorro de combustible, autonomía, etcétera.
Tiene una posición de manejo elevada (estilo sport utility) y que es muy sencilla de encontrar debido a que el asiento del conductor (más ergonómicas) se regula eléctricamente y la columna de dirección se puede ajustar en altura y profundidad.
El equipamiento incluye cámara de retroceso, sensores de estacionamiento, climatizador bizona, espejo retrovisor electrocrómico, conexión por Bluetooth, puertos USB, techo corredizo y más.
En seguridad ofrece 7 airbags, controles de estabilidad y ATV, frenos con ABS y EBD, anclajes Isofix e incorpora el sistema de seguridad activa EyeSight, que mediante tres cámaras –ubicadas en la parte superior del parabrisas– y distintos sensores monitorea permanentemente lo que sucede delante del coche y, en caso de detectar una situación potencialmente peligrosa, emite alertas y hasta lo frena para evitar incidentes. Entre las ayudas que ofrece se encuentran el mantenimiento de carril, control de velocidad crucero adaptativo, aviso de arranque del vehículo precedente, gestión del acelerador previo a la colisión, y frenado autónomo de emergencia.
El conjunto mecánico es el mismo de la anterior generación: motor naftero boxer de 4 cilindros que entrega 156 CV a 6000 rpm y 20,4 kgm a 4000 rpm, asociado a una caja automática CVT con 7 marchas programadas; la tracción es integral AWD. Ambos parecen entenderse muy bien en el tránsito (con la potencia justa y necesaria y un paso de cambios suave y preciso), pero parecería faltarle un poquito de polenta cuando se marcha en autopista. Al mismo tiempo, esta CVT tiene una tendencia a patinar especialmente cuando se circula a más de 120 km/h. Las prestaciones son lógicas: acelera de 0 a 100 km/h en 10,5 s y alcanza los 194 km/h de velocidad máxima.
Más allá de eso, sobresale por su confort de marcha tanto cuando se lo maneja en ciudad (pasa como si nada las cunetas, baches y lomos de burro) como en ruta (silencioso y cómodo) y su comportamiento dinámico mejoró notablemente no debido a que se recalibraron las suspensiones y que se le bajó el centro de gravedad, lo cual redunda en una mayor aplomo en las rectas y agarre en las curvas. Conducirlo resulta un verdadero placer.
Además, son bien conocidas las virtudes de todos los Subaru al momento de salir del asfalto y aventurarse en el fuera de pista. Y este caso no es la excepción: la tracción integral AWD con distribuidor de torque activo es una verdadera maravilla que demuestra una solvencia superlativa en cualquier superficie (barro, arena, etc.). A esta suma el X-Mode que permite seleccionar entre distintos tipos de conducción y que automáticamente adapta la respuesta de la dirección, el acelerador y el reparto de torque para adaptarlo a la condición seleccionada. En síntesis, un vehículo para aventurarse por los caminos más intrincados y tener la tranquilidad de no quedarse nunca, algo que puede hacer justificar su precio de US$50.000 (lamentablemente, es castigado con todos los impuestos).