El francosenegalés David Diop ganó el Premio Booker Internacional con una historia sobre la Primera Guerra Mundial
Con la edición en inglés de “Hermanos de alma”, una novela sobre los senegaleses que lucharon por Francia, el escritor obtuvo el prestigioso premio que concede 50.000 libras esterlinas a repartir con la traductora
- 8 minutos de lectura'
En una ceremonia transmitida en vivo por YouTube y Facebook, se anunció esta tarde el libro ganador del premio Booker Internacional 2021, por el que competía la traducción al inglés de Los peligros de fumar en la cama, cuentos de Mariana Enriquez. Pero el jurado eligió la novela At Night All Blood is Black del francosenegalés David Diop, que fue traducida del francés al inglés por la estadounidense Anna Moschovakis y publicada por Pushkin Press en el Reino Unido. En español fue publicado como Hermanos de alma por Anagrama. “Estoy extremadamente feliz por haber ganado el Booker y mi primer agradecimiento es para la traductora Anna Moschovakis, una gran escritora y una gran artista; sin su trabajo, no podría haber ganado este premio”, dijo en francés el autor, de 55 años, por videoconferencia. La novela de Diop, dedicada a su primera lectora (su esposa), había llegado a las librerías argentinas en 2020. Cada año desde 2016, el Booker Internacional premia un libro de ficción escrito en lengua extranjera, traducido al inglés y publicado en el Reino Unido e Irlanda.
Hermanos de alma es la ópera prima del autor nacido en París, en 1966, y cuenta la historia de Alfa Ndiaye, un joven senegalés que combate en el ejército francés durante la Primera Guerra Mundial. En el mismo regimiento también está su amigo Mademba Diop que, cuando es herido de gravedad, le pide a Alfa que lo mate para evitar el sufrimiento inútil. Luego de la muerte de Mademba, Alfa comienza a asesinar a soldados enemigos durante la noche del mismo modo en que murió su amigo. Después les corta una mano y se las lleva como trofeo. De a poco, la admiración de sus compañeros de armas cede paso al horror y el joven soldado asume la figura de un brujo ante los otros. Una novela que denuncia el pasado imperial, colonial y bélico de un país europeo es premiada en otro país europeo de pasado imperial, colonial y bélico.
“Mi novela es la historia de dos jóvenes africanos que llegan de un ámbito rural y pelean por Francia en la Primera Guerra Mundial, la historia de dos campesinos en una guerra industrial -dijo Diop esta tarde en la emisión del Booker-. Quise mostrar la conmoción que podrían haber sentido esos jóvenes que pelearon en aquella guerra atroz que se llevó tantas vidas”.
Diop comentó que en su novela había adoptado la perspectiva de un joven sobre la atrocidad de la guerra y que se había basado en cartas de excombatientes para escribirla. “Hace varios años leí unas cartas que había recopilado el historiador Jean Pierre Guéno, verdaderos testimonios absolutamente conmovedoras escritos por jóvenes, heridos abandonados en tierra de nadie -declaró en una entrevista de 2019 con el periódico español El Cultural-. En ellas se dirigen a sus familiares anunciándoles que están a salvo, pero cuando la familia recibe sus cartas, muy emotivas, los soldados ya están muertos”. El escritor intentó captar esa intensidad emocional en su primera novela. “Cada novela tiene su color, su estilo. Para Hermanos de alma, el estilo que buscaba debía permitirme traducir la emoción de este personaje, artillero senegalés. Es decir, bajo un estilo repetitivo, como si fuera una letanía. Por eso estuve años reflexionando hasta que conseguí el tono propio de esta obra”.
“Muchos soldados silenciaban sus experiencias porque contarlas era como revivirlas, y en mi familia siempre existió ese silencio que fue lo que me lanzó a la escritura -agregó en esa ocasión-. Luego, decidí inventarme un personaje que no sabía ni hablar ni escribir francés. Me interesaba que el lector se metiera de lleno , sin filtro, en los pensamientos de Alfa Ndiaye. Eso condicionó mi manera de escribir, ya que quería que se descubriera otra lengua , el wólof, detrás de las palabras”.
El autor, que creció en Senegal, reside en el sureste de Francia, donde es jefe del Departamento de Artes, Lenguas y Literatura de la Universidad de Pau y de los Países del Adour. Es especialista en literatura francesa del siglo XVIII y en las representaciones europeas de África en los siglos XVII y XVIII. Hermanos de alma, su primera novela, había recibido los premios Choix Goncourt España, Goncourt des Lycéens y Patrimoines 2018 y el Globe du Cristal du Meilleur Roman 2019. Desde hoy, el Booker Internacional se suma a esta prestigiosa lista. Diop señaló que se sentía “honrado” por la distinción británica.
La sede del anuncio llamó la atención. Los organizadores eligieron transmitir desde la catedral de Coventry, que fue construida junto a las ruinas de la antigua catedral, destruida por los bombardeos de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Con el fondo de los cristales creados por el artista John Piper, la periodista y presentadora de la BBC, Colleen Harris, y la responsable de la organización del premio, Fiammetta Rocco, presentaron los seis libros finalistas y a los actores de la Royal Shakespeare Company, que interpretaron fragmentos de los libros en competencia (la actriz Lucy Phelps leyó parte del cuento “El desentierro de la angelita”, de Enriquez).
Diop y su traductora al inglés compartirán en partes iguales el premio de cincuenta mil libras esterlinas (unos setenta mil dólares). El jurado del Booker 2021, que eligió Hermanos de alma entre 125 libros de lengua extranjera traducidos al inglés, estuvo integrado en esta ocasión por la escritora y periodista etíope-canadiense Aida Edemariam; la historiadora camerunesa (vicepresidenta de la Royal Historical Society) Olivette Otele; el escritor indio Neel Mukherjee; el poeta y traductor húngaro George Szirtes, y la historiadora y biógrafa británica Lucy Hughes-Hallett.
Así comienza el libro ganador del premio Booker Internacional
–... lo sé, lo he entendido, no debería haberlo hecho. Yo, Alfa Ndiaye, hijo de un hombre viejísimo, lo he entendido, no debería haberlo hecho. Por la verdad de Dios, ahora lo sé. Mis pensamientos no pertenecen a nadie más que a mí, puedo pensar lo que quiera. Pero no pienso hablar. Todos aquellos a quienes habría podido contarles mis pensamientos secretos, todos mis hermanos de armas que andarán desperdigados, desfigurados, mutilados, destripados, de tal manera que a Dios le dará vergüenza verlos llegar a su Paraíso o el Diablo se alegrará de acogerlos en su Infierno, no habrán sabido quién soy verdaderamente. Los supervivientes no sabrán nada, mi anciano padre no sabrá nada y mi madre, si es que sigue en este mundo, no lo adivinará. El peso de la vergüenza no se añadirá al de mi muerte. No se imaginarán lo que pensé, lo que hice, hasta dónde me llevó la guerra. Por la verdad de Dios, el honor de la familia estará a salvo, el honor de fachada.
Lo sé, lo he entendido, no debería haberlo hecho. En el mundo de antes, no me habría atrevido, pero en el mundo de hoy, por la verdad de Dios, me he permitido lo impensable. Ninguna voz se ha alzado dentro de mi cabeza para prohibírmelo: las voces de mis ancestros, las de mis padres se callaron cuando pensé en hacer lo que he terminado haciendo. Ahora lo sé, te juro que lo entendí todo cuando se me ocurrió que podía pensarlo todo. Me vino así, sin más, me cayó encima brutalmente del cielo metálico como una tremenda granizada de guerra, el día que murió Mademba Diop.
¡Ay! A Mademba Diop, mi más que hermano, le costó bastante tiempo morirse. Fue muy muy difícil, no se acababa, desde la mañana temprano hasta la noche, con las tripas al aire, lo de dentro fuera, como un cordero descuartizado por el carnicero ritual tras el sacrificio. Todavía no se había muerto Mademba y ya tenía el interior del cuerpo por fuera. Mientras los demás se refugiaban en esas llagas mayúsculas de la tierra que llaman trincheras, yo me quedé junto a Mademba, tumbado a su lado, con la mano derecha en su mano izquierda, mirando el cielo azul frío surcado de metal. Tres veces me pidió que acabase con él, tres veces me negué. Eso fue antes, antes de autorizarme yo a pensarlo todo. Si entonces hubiera sido como he llegado a ser, lo habría matado la primera vez que me lo pidió, la cabeza vuelta hacia mí, la mano izquierda en mi mano derecha.
De Hermanos de alma (Anagrama)
Traducción de Rubén Martín Giráldez
La tercera no fue la vencida
Desde 2016, cuando el Booker Internacional comenzó a premiar una obra de ficción traducida al inglés y publicada en el Reino Unido e Irlanda en vez de la totalidad de una obra (como se hizo entre 2005 y 2015), libros de tres escritoras argentinas llegaron a la instancia final. En 2017, cuando ganó el israelí David Grossman con Gran Cabaret, había quedado seleccionada la nouvelle Distancia de rescate, de Samanta Schweblin, traducida a la lengua de Milton por Megan McDowell. En 2020, fue el turno de Gabriela Cabezón Cámara, que llegó a la instancia final con Las aventuras de la China Iron, con traducción de Fiona Mackintosh e Iona Macintyre; en esa ocasión, Marieke Lucas Rijneveld se llevó el premio por La inquietud de la noche. Y este año, los cuentos de Los peligros de fumar en la cama, de Mariana Enriquez, también traducidos por McDowell, quedaron entre los seis libros finalistas. El jurado eligió la primera novela del francosenegalés David Diop. Aunque aún no figura en el palmarés del Booker Internacional ninguna obra literaria de origen local, es indudable que el impulso a las traducciones al inglés de obras de ficción, y su participación en concursos internacionales, favorece la difusión de la literatura argentina en el mundo y abre las puertas a otros públicos lectores.
Otras noticias de Arte y Cultura
Más leídas de Cultura
Despedida. Adiós a Juan José Sebreli, decano de nuestro salón
Una cartelera de cinco décadas. Con afiches de películas y obras de teatro argentinas
La muerte de Juan José Sebreli. La perturbadora lucidez de un filósofo de alto nivel, historiador agudo y politólogo sagaz
"El trabajo desafiante de un genio". La controversial banana pegada con cinta de Cattelan sale a remate con una base de un millón de dólares