Champions League: para Simeone, la clave del triunfo de Atlético de Madrid ante Liverpool estuvo en un recibimiento que nunca había visto
Volvió el Atlético de Madrid que muchos creían extraviado y confundido. El equipo recuperó las señas de identidad que Diego Simeone le viene inculcando desde hace ocho años con una convicción fanática: dureza competitiva, orden, orgullo por la camiseta, compromiso colectivo para defender y contraatacar, comunión con los hinchas. Este regreso a las fuentes no fue en un partido cualquiera: enfrente estaba el equipo del momento, un Liverpool que se convirtió en una referencia global. El defensor del título y el que es una apisonadora en la Premier League.
No eran pocos los que se preguntaban si el largo ciclo del Cholo no estaba empezando a flaquear y se avecinaba una crisis nunca vista. Si ese proceso estaba en marcha, el Atlético lo frenó, lo puso en pausa con un 1-0 que estremeció al Wanda Metropolitano en la ida de los octavos de final de la Champions League. Por supuesto que la serie no está definida ni mucho menos, porque el Atlético deberá ir el 11 de marzo a un volcánico Anfield Road. Pero el conjunto de Simeone se demostró a sí mismo que está vivo, que se le despierta la fiereza cuando no lo señalan como favorito y lo dan casi por desahuciado, como era en esta ocasión ante la imponente formación estelar de Jürguen Klopp, que no perdía un encuentro oficial desde el 17 de septiembre, cuando debutó en la Champions League con un 0-2 ante Napoli en el San Paolo. Desde entonces habían pasado 32 encuentros oficiales sin caídas, hasta esta visita al estadio en el que hace menos de un año se consagró campeón al vencer en la final a Tottenham.
La bienvenida que estimuló al Atlético
Fue un auténtico Atlético de Madrid. Salió agresivo y a los tres minutos se puso en ventaja ante un Liverpool distraído y sin la tensión que ameritaba la cita. Un córner de Koke que no llegó conectar nadie y pegó en un pie de Fabinho le quedó a Saúl, que definió a un metro del arco. Un 1-0 tempranero que puso al Atlético en el escenario que más cómodo le sienta: se agrupó en su campo para cerrarle los caminos a Liverpool y cuando pudo lo preocupó con filosos contraataques, en los que Ángel Correa se involucró con mucho despliegue.
Debe haber sido el cotejo más flojo de Liverpool en la temporada. Mérito de su adversario, que lo afrontó como si fuera una final. Salvo un cabezazo de Salah que salió desviado, el célebre tridente que integra con Firmino y Salah fue anulado. No es una Champions muy productiva para una delantera que en la competencia acumula 52 goles. Pero en este curso, sólo se le contabilizan seis, con cuatro de Salah y dos de Mané, mientras que Firmino está en blanco. Mané fue reemplazado al final del primer tiempo, tras haber sido amonestado y pegar un manotazo que lo puso al borde la expulsión. Con rostro apagado, Salah le dejó su lugar a Oxlade-Chamberlain a 20 minutos del final.
Empezamos a ganar el partido en la rotonda previa a la llegada al estadio: en los ocho años que llevo en el club no vi un recibimiento así
El Atlético no le dio metros ni segundos a Liverpool para descargar sus ataques vertiginosos. No le dejó hacer lo que mejor sabe: robar la pelota y salir a toda velocidad. Ese libreto se lo reservó el Atlético para sí mismo. Las subidas de los laterales Alexander-Arnold y Robertson sumaron más congestión que claridad en campo rival. Liverpool se vio tan bloqueado que no contabilizó un remate entre los tres postes del arco.
Con su típico agitar de brazos, Simeone levantaba a cada rato a las tribunas. El técnico argentino conseguía la alquimia justa, la que tanto le gusta: táctica en la cancha y corazón en las gradas. Tras el final, no faltó la declaración con tono populista: "Empezamos a ganar el partido en la rotonda previa a la llegada al estadio: en los ocho años que llevo en el club no vi un recibimiento así. Nos encontramos con un montón de hinchas entusiasmados, ambiciosos, sin miedo. Al equipo se le despertó algo hermoso, lo de ser un bloque con la gente".
Para el segundo tiempo dispuso un cuatrivote, con el ingreso del volante Llorente por Lemar. Más hormigón para una estructura que era lo suficientemente maciza con los centrales Felipe y Savic, siempre atentos para cubrir las espaldas de los laterales Vrsaljko y el brasileño Lodi, que tampoco ofrecieron grietas. De esta manera, el 70 por ciento de posesión de Liverpool resultó estéril, inocuo. La mala noche de los ingleses también incluyó la salida por lesión del capitán Henderson.
Para reforzar el reencuentro del Atlético con sus raíces, en el último cuarto de hora ingresó Diego Costa, quizás el delantero en quien más confía Simeone por su carácter y potencia, atributos ausentes por la lesión que lo marginó de la formación desde el 10 noviembre. La autoestima del Atlético pegó otro salto con la reaparición del delantero que fue decisivo en varios tramos de la gestión del Cholo, que como local sigue invicto en las series eliminatorias de la Champions, con nueve victorias, cuatro empates y apenas dos goles recibidos.
El espíritu de este Atlético hizo recordar al que en otras temporadas eliminó dos veces a Barcelona y una al Bayern Munich de Pep Guardiola. Del lado de Liverpool, Klopp advirtió: "Veo muchas caras felices en el Atlético, pero esto todavía no terminó".
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