El caudillo Gonzalo: el rockero vuelve a su casa después de 13 años
“Estoy feliz por la vuelta al club que amo”, afirma Rodríguez, de 33 años; un zaguero de colección
Rubén Darío Insua, un ex volante de excelencia, estaba ansioso: tenía el desafío sentimental y profesional de su vida. Ser el técnico de San Lorenzo, después de la exitosa etapa de Manuel Pellegrini. El equipo había frenado el pulso y algunas cotizadas figuras firmaban su salida. El Gallego, señalado más por su vestimenta colorida que por su sagacidad, se respaldó en las jóvenes promesas. Una de ellas era Gonzalo Rodríguez, un zaguero de la casa, piel azulgrana y sabueso del área. “Decidí bancar a Gonzalo Rodríguez con 17 años..., la rompió en un partido contra Racing y no salió nunca más”, recuerda, a la distancia, el conductor, famoso en las ligas sudamericanas mucho más que en su propia casa. Con Gonzalo –y con un monumental Leandro Romagnoli–, San Lorenzo siguió en la cúspide. Detrás del torneo local de 2001 –con récords de triunfos y puntos– y la Copa Mercosur, el club se instaló en la elite internacional con la –primera– Copa Sudamericana. Gonzalo era un pibe, parecía un experimentado caudillo.
A Marcelo Bielsa le agradaba. Veía una suerte de Walter Samuel: serio, rápido en los cruces, hábil en las alturas, de personalidad fuerte y pocas palabras. Villarreal, primero, y Fiorentina, más tarde, lo cobijaron. A los 33 años, a horas de pasar la revisión médica, después de 13 temporadas en Europa, en las que cosechó más abrazos que títulos –Copa Intertoto 2004 con Villarreal–, vuelve a San Lorenzo con más experiencia. Con la impronta de un referente y sin los fantasmas de las lesiones que, tal vez, recortaron un vuelo mejor.
Fanático del rock, guitarrista en los ratos libres, parte de la carrera se la debe a Gabriel Rodríguez, que le bajó el copete: “Vas a seguir en el área, pero delantero, nunca más”.
“Para mí era muy difícil volver a otro club que no fuera San Lorenzo. Estoy feliz por la vuelta al club que amo”, comenta Rodríguez, en una rueda de prensa improvisada, en la puerta de la clínica porteña en donde se realiza la revisión médica. El defensor firmará hoy un contrato por tres temporadas; con una cláusula que se puso de moda: “por objetivos”.
“La Copa Libertadores es una motivación extra”, aclara Gonzalo, que rechazó una “oferta muy buena” de Racing. Es el segundo refuerzo, luego del arribo de Víctor Salazar. Pero no es uno más. Capitán de Fiorentina, se despidió con el clásico pasillo, durante el 2-2 con Pescara, en la última función del Calcio. Entre lágrimas, aseguró que es simpatizante de la Fiore. Que en Florencia conoció a su mujer, Martina, y que tuvo a su hijo, Ian. Ese es otro valor: siempre juega con el corazón.
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