Lionel Messi arrancó su cacería rumbo al Mundial de Qatar

Eléctrico, intenso, participativo. Goleador, ganador. Encadena 41° títulos en su carrera, sí, solo a dos del inoxidable brasileño Dani Alves, porque se sabe, a Lionel Messi no se le resisten los récords. ¿Importa? Es relativo. Quizá cuando la mirada sobre su trayectoria se vuelva global, cuando la nostalgia por ya no verlo agigante la perspectiva, pero ahora es más trascedente el momento. Y la actualidad le regala guiños de confianza al rosario, a 112 día de su auténtica obsesión: la Copa del Mundo de Qatar. Sí, la última. Alzar la Supercopa de Francia con PSG, una apostilla en su palmarés, toma valor por la propulsión con la que Messi abre la temporada que en unos meses le propondrá el reto de su vida en Medio Oriente.

Messi inauguró la victoria sobre Nantes, con un deliciosa amague que desparramó al arquero Alban Lafont. Luego, Neymar por duplicado y Sergio Ramos, de taco, completaron la planilla de una definición que razones económicas mudaron a Tel Aviv. De las últimas diez Supercopas francesas, PSG se quedó con… nueve. Para entender que la estadística es lo de menos, el registro alentador es ese Messi tan implicado con la propuesta de su club como muestra en la selección de Lionel Scaloni. Messi involucrado y entusiasmado extiende los límites, su jerarquía se encarga del resto. El nuevo entrenador, Christophe Galtier, confirmó lo que había advertido en la pretemporada por Japón: colmillos afilados, Messi está encendido. El próximo sábado, de visitante, ante Clermont, PSG abrirá la Ligue1. Y la Champions League llegará la primera semana de septiembre.

¿Saben cuántos goles marcó Messi en finales? Hora, 34, nadie más que él en la historia de este deporte. Pudo anotar otros dos ayer, pero se lo impidió el arquero Alban Lafont. Datos, datos y más datos que aceleran la cuenta regresiva hacia el 22 de noviembre, cuando la Argentina debutará en el Mundial, ante Arabia Saudita, en Doha. Todas las señales que ayer entregó Messi siembran confianza: ágil, rápido, voraz; completó los 90 minutos, sin perder de vista que en los cuatro amistosos de pretemporada, Messi había sumado en la cancha más minutos que cualquiera de sus compañeros. “Felices porque queríamos arrancar la temporada ganando esta copa, vamossssss!”, escribió en su cuenta en Instagram. Flotó en ataque, sin posiciones fijas, asociándose con Neymar y tratando de evitar retrasarse. Leandro Paredes entró en el minuto 77 y Mauro Icardi se quedó en el banco. Y faltó Mbappé, suspendido, cuyo lugar ocupó Pablo Sarabia.

Un detalle adicional que puede volverse significativo con el paso de las semanas. PSG estrenó un sistema táctico diferente al que utilizaba Mauricio Pochettino, un 3-4-1-2 elegido por Christophe Galtier, que permitió que los carrileros Achraf Hakimi y Nuno Mendes atacaran sin dejar expuesta a la defensa y liberó de tareas de organización a Messi para que pudiera explotar su versión de delantero más definido.

Casi a la misma hora que Messi se coronaba en Israel, Luis Suárez aterrizaba en Montevideo –a bordo del avión particular del rosarino– y el uruguayo desataba una revolución en Nacional. A través de un video, Messi se sumó a la bienvenida que el Bolso le regaló al goleador. Después de cariñosamente llamarlo ‘Gordo’ y desearle lo mejor en su vuelta a casa, Messi agregó: “Preparate para el Mundial, que falta muy poquito”. Porque por estos días, para Messi, la unidad de medida de su vida es el Mundial. Y comenzó a acelerar hacia su obsesión.

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