Lionel Messi brilló otra vez en Inter Miami: ya es el goleador de la MLS y juega como si fuera un juvenil

A los 38 años, Lionel Messi juega como si tuviera 25. Magia en estado puro, sin una pizca de exageración. La pura verdad. Juega, también, como si actuara en Barcelona, en aquellos años dorados, o como si estuviera levitando en Qatar. Lo hace en Inter Miami, en la atractiva, inocente, MLS.

Dos golazos, uno mejor que el otro. Una asistencia de colección, que viaja al pasado (y al futuro): un pase genial hacia Jordi Alba, su compañero de tantas batallas en Barcelona. Y un pase exquisito, una suerte de “preasistencia”, que también provoca asombro. Leo juega con la enjundia y el talento como si estuviera en Europa. Su magia no tiene equivalencias.

Inter Miami goleó como visitante a New York Red Bulls por 5 a 1, por la 24 jornada de la Conferencia Este y está en la cúspide de los goleadores, con 18 gritos. Además, se trata del sexto doblete en los últimos 7 encuentros. Una auténtica locura.

Luego de la inesperada derrota por 3 a 0 como visitante frente a FC Cincinnati el miércoles pasado, el conjunto que conduce Javier Mascherano retomó la senda de la victoria ante un rival de mitad de tabla, aunque llegaba luego de una victoria por 5-3 sobre New England Revolution.

Rocco Ríos Novo, de 23 años, es argentino, surgió en Lanús y fue el reemplazante de Oscar Ustari, lesionado. Con este joven arquero, Inter Miami también intenta salir jugando, pelota sobre el piso, aunque sufre de ciertas licencias defensivas, entre Marcelo Weigandt, Gonzalo Luján, Maximiliano Falcón y Jordi Alba.

Nueva York intentó presionarlo durante los primeros minutos, con un moderno 4-2-4, punzante y vertiginoso. Messi, mientras tanto, estaba agazapado. En la primera ocasión propicia, casi convierte: el enganche fue adivinado por un zaguero rival.

Alexander Hack abrió el marcador a los 14 minutos, luego de un córner lanzado por Emil Forsberg, un fuera de serie. Entre el arquero y los defensores, se hicieron un nudo imposible de interpretar.

El espectáculo ganó en intensidad, cuando Messi capturó el balón y lanzó un pase exquisito, del centro a la izquierda, profundo, maravilloso, que encontró a Jordi Alba. El bombazo, de zurda, fue una delicia. El partido estaba 1-1 y, verdaderamente, cualquier cosa podía pasar.

Y pasó, otra vez con Messi en modo selección. Nuevo pase para Alba, centro bajo y definición de Segovia, cómplice de la deslucida reacción del arquero. Perdía Inter Miami y, de pronto, pasó a ganar. En apenas tres minutos.

Inter Miami dominó a voluntad hasta el final del primer capítulo, con otro grito de Segovia, luego de una muy buena jugada de Federico Redondo, cómodo en el centro del campo de juego y, además, en el área rival. Hasta tiró un par de gambetas antes del tercer gol, marcado por el muy buen volante venezolano.

Los minutos finales tuvieron un mayúsculo interés, porque el elenco local atacó con mayor decisión, dispuesto a descontar con varios intérpretes en campo rival, mientras que el equipo visitante, con Messi, sabía que podía resolverlo en un abrir y cerrar de ojos.

Había múltiples situaciones de riesgo. En ese contexto, Lucho Suárez sigue a destiempo, a contramano: no puede recuperar el fuego sagrado en el área, con varias decisiones desafortunadas. Messi se sentía a gusto mejor con Jordi Alba, como en los viejos tiempos en Barcelona.

Pero Messi no necesita asistentes. Tomó un pase de Sergio y se fue derecho al gol, campo abierto, de contraataque letal. La definición, con amago al arquero sin tocar la pelota, fue espectacular. Así, marcó el cuarto tanto de Inter Miami. Una auténtica locura.

Pareció que arrancó en posición adelantada, pero el juez dejó seguir. Lo que provocó la ira del conjunto de Nueva York.

Y hubo más. Messi nunca se rinde, ni siquiera cuando brilla, cuando no para de deslumbrar. Bajó un pelotazo de Suárez, pecho y bombazo. Otro doblete de Leo, que a esta altura tiene nivel de fútbol europeo. Imparable.

LA NACION

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