Lionel Messi, un león que camina y piensa en el futuro
Los movimientos del crack argentino bajo una estricta lupa: cómo identificarlos
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“Messi fue visto caminando por Miami”, dice el mensaje en X (Twitter). Y el video muestra a un león del Atlas caminando como un rey en medio de autos parados. Es un león majestuoso. Melena larga y espesa. Como esos de la Metro Goldwin Mayer. Pero la cuenta que homenajea a Messi nos dice que ese león (que en el video camina por las calles seguramente de alguna ciudad africana) es el Rey Leo. El nuevo rey de la MLS. “La Messi League Soccer”.
“Messi es como un león en un campo de fútbol”, interviene otra cuenta en las redes. Cita a Juanjo Brau, ex preparador físico de Leo, para advertir que Messi “desarrolló una tipología muscular con un consumo energético muy elevado”. Como me dice Fernando Signorini, “movimientos de altísima intensidad y corta duración, pero que necesitan luego mayor tiempo de recuperación para recargar el sistema energético”. Es el Messi que aprendió a caminar dentro de la cancha. No solo para recargar energía, “escanear” todo y saber dónde agredir, como alguna vez dijo Pep Guardiola. Sino también para renovarse siempre.
Messi, un león que camina
Messi was spotted walking the streets of Miami 😲😲
— M 8 S S I (@LeoMessiCF10) August 28, 2023
pic.twitter.com/QIA0Av5Wkf
Ahora con 36 años, y en un clima muy húmedo, Messi (que vuelve a jugar este miércoles) lleva 9 partidos en 44 días. Anotó 11 goles y 3 asistencias. Convirtió a un equipo perdedor en otro que no para de ganar. La MLS, es cierto, no es una Liga top. Al soccer le falta fútbol. Pero Inter de Miami, a diferencia de PSG, le permite disfrutar su liderazgo maduro. No solo mejora a sus compañeros. Los anima. Cede los penales al goleador anterior. Invita al capitán previo a recibir juntos la Copa. Y asume más visibilidad. Sabe que Estados Unidos puede marcar luego la etapa siguiente. La del Messi empresario.
¿Pero para qué hablar ahora de esa etapa? Inevitable, esta renovada versión Made in USA nos invita a pensar no solo en la Copa América 2024, sino también en el Mundial 2026, ambos en Estados Unidos. Hubo golazos, alguna asistencia notable y, el sábado último en Nueva York, ese pase increíble al joven Benjamín Cremaschi (las eventuales exageraciones forman parte del show. Cuando el jugador inglés Trevor Francis debutó en 1978 en Estados Unidos, cada vez que recibía la pelota, el relator de TV lo llamaba “Trevor Francis Superstar”. “¿Cuánto tiempo lleva como una superstar del fútbol mundial?”, le preguntó luego la periodista de campo. “Cerca de tres días”, le respondió Francis).

La diferencia es que Messi lleva casi veinte años de superstar. Su pase lateral a Cremaschi habría sido igual de elogiado en Francia, Inglaterra o España. O en una Copa del Mundio. Fue un pase que, además, dejó casi en bandeja la fina devolución de Cremaschi, que supo interpretar al 10 y lo dejó para que definiera solo frente al arco. En su libro “Messi”, Guillem Balagué recurre a especialistas para explicar el genio del crack. Dice que Messi no solo ve pelota y jugadores, sino también va viendo “patrones”. No es que ve más. Ve diferente. Formó un “instinto que soluciona problemas”. Y cuenta que, a diferencia del resto, “Leo no patea al arco, patea al gol”.
“Es difícil mantener la concentración cuando tienes una presencia tan grande frente a ti”, contó su compañero canadiense Kamal Miller. Lo mismo le sucede a los rivales. Ese segundo de distracción (pensar qué inventará el genio, sorprenderse –y admirarse- ante su nuevo truco) termina siendo fatal. Jim Curtin, DT de Philadelphia Union, otro de los rivales derrotados, admitió que acaso subestimó “el nivel de asombro” que sus jugadores podían sentir ante Messi. El morbo de cómo sería el primer choque de Leo ante José Martínez, líder duro de Philadelphia, desapareció apenas iniciado el partido. El rival parecía feliz de estar cerca de Messi.

El colega Pablo Maurer decidió apostarse como fotógrafo en ese mismo partido ante Philadelphia para seguir a Messi con su lente durante los noventa minutos. Confirmó que Leo camina cerca del ochenta por ciento del juego. Maurer estudió antes movimientos y patrones para anticiparse y obtener la mejor toma del crack. Pero ese deambular por el campo “adormece” al fotógrafo. Le crea “una falsa sensación de comodidad”. Es el peor momento. Porque es el momento en el que “Messi desaparecerá”. Para él y para sus rivales. “Empiezas a entender lo que es tener que defenderlo”, escribió Maurer en un hermoso artículo para The Athletic.
“Para el caminante la medida vuelve a ser el espacio, no el tiempo”, escribe David Le Breton en su bello libro “Elogio del caminar”. Caminar, añade el antropólogo francés, “es una revancha contra la modernidad”, “el triunfo del cuerpo frente a la tecnología”. Caminar solo, dice también Le Breton, “es una forma de atención y de conocimiento”. Es “encontrarse con uno mismo”. El Mundial de Qatar demostró que, a contramano de las críticas que recibía sus últimos años en Europa, Messi, bien acompañado, puede seguir ganando en el más alto nivel. Su método, caminar para cuidar el cuerpo y para engañar al rival, es además “la mejor inversión para el futuro” (como también dice Le Breton cuando elogia el caminar). Y, para nosotros, mortales, ese caminar del león nos dice mucho acerca de la belleza y la felicidad del fútbol. Lo pretendemos eterno.
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