Los videos de los goles de River vs. Estudiantes en la Liga Profesional y el blooper de Armani que salvó el VAR

River se impuso 2 a 1 ante Estudiantes en el estadio Uno de La Plata, con goles tempraneros de Giuliano Galoppo e Ignacio Fernández. El partido arrancó entre alaridos para Carlos Salvador Bilardo, un abrazo fraternal entre Enzo Pérez (ovacionado por la gente Pincha) y Santiago Ascacíbar, capitanes de ambos conjuntos, y el entusiasmo feroz en La Plata: fue la previa a que sendos equipos afronten sus respectivos duelos de cuartos de final de la Copa Libertadores, ante Flamengo y Palmeiras, respectivamente. Con diez hombres durante más de un tiempo, el Millonario sufrió sobre la hora el descuento de Santiago Núñez y, en efecto, volvió al liderato de la Zona B del Torneo Clausura.

Cinco minutos apenas transcurrían desde el pitazo inicial de Nicolás Ramírez cuando el tiro de esquina lanzado por Ignacio Fernández desde la derecha cayó dentro del área chica, frontal y cercano a la posición de Fernando Muslera, pero el exvolante de Banfield arremetió con fuerza, le ganó fácil a José Sosa y metió un fuerte cabezazo para la apertura del marcador. Sí, su fórmula preferida, como en sus épocas en el Sur. Y, como en la previa a los octavos de final ante Libertad, volvió a dar el “presente” en el tanteador riverplatense para seguir afirmándose en el once.

Pero eso no fue todo. River fue una tromba. Maximiliano Salas ya le había impuesto su físico a Leandro González Pirez (se retiró lesionado) de arranque, antes del primer gol. Era todo un síntoma.

A los 13, fue el propio Nacho el que encontró un fallido rechazo de Facundo Rodríguez dentro del área, controló de pecho y, sin dudar, remató de zurda al centro del arco: el desvío en la pierna del arquero uruguayo infló la red del ángulo derecho. El árbitro vio mano y anuló el gol inmediatamente, pero el VAR lo convocaría de manera correcta para que River sumara el segundo tanto de la tarde-noche en Uno.

Los de Núñez continuarían con su ritmo intenso, aunque se produciría un parate y cambio de protagonismo en los últimos minutos del primer período. El quiebre fue la expulsión de Lucas Martínez Quarta, en una ráfaga tan sorprendente como la del propio River al comenzar el cotejo.

Porque a los 37 fue amonestado por una fuerte barrida sobre Ascacíbar en la mitad de la cancha. Y en menos de dos minutos se ganó la segunda tarjeta, producto de ir con el brazo arriba y bajar ligeramente el codo sobre el rostro del “Principito”. Con total incredulidad, el zaguero no pudo hacer más que retirarse hacia el vestuario visitante, ya que -como ya se sabe- no hay posibilidades de revisar desde las oficinas de Ezeiza otra tarjeta que no sea la roja directa.

Con uno menos, Estudiantes empezó a mover la pelota y lanzar centros agobiantes (bajos o por lo alto), por lo que empezó a tomarse un leve respiro del poderío ofensivo de River. Así, el descanso podría reacomodarlo en un partido que, en un suspiro, lo puso dos goles abajo.

Y así parecía ser, porque River se limitaba a resistir las intenciones del local por crecer y llegar, primero, al descuento. Incluso, Salas -amonestado- coqueteó con una segunda tarjeta que hubiese puesto más en aprietos a River. Sin embargo, a los 17 minutos de la segunda mitad, cuando esa amenaza empezaba a apagarse, Franco Armani recibió la pelota, se tomó un tiempo de más y pateó sobre la presión de Cristian Medina, que con el rebote en su cuerpo encontró el 1-2.

No obstante, las cámaras del VAR volverían a hacerse presente. Y, otra vez, con una resolución justa. Es que el exmediocampista de Boca levantó demasiado el brazo derecho para cubrirse la cara, el balón despejado por el arquero riverplatense pegó en ese codo y, luego, en la pierna para terminar en el gol: movimiento suficiente para sancionar la infracción y anular el gol Pincha. 2-0 como estaba y relajación en el banco visitante.

Gallardo no tiene piedad con nadie, se lo conoce. Aunque el campeón del mundo sea su guardián desde hace muchos años, alzó la voz para despertarlo de lo que fue una reacción acorde al error que había cometido. Armani se mordió el labio y, casi sonriendo por lo ocurrido, se metió en el arco para tomar el balón para devolverlo al saque de centro. El entrenador, cuando el tanto fue invalidado, le pidió todo lo contrario, con énfasis y enojo: “¡Pedila vos (por la mano)!“, le gritó, al mismo tiempo que gesticuló en un claro reto, señalándose la mano.

Cuando parecía que el 2-0 estaba controlado y que el Millonario hasta se acercaba a un tercer gol que no terminó llegando, llegando al primer minuto de descuento (de siete) el tiro de esquina ejecutado por el propio Medina tomó el efecto justo para caer sobre el borde del área chica y que Núñez se impusiera con un frentazo potente que encontró el mismo ángulo del segundo gol de River.

Sufrimiento en los últimos minutos para la Banda, pero -finalmente- se llevó los tres puntos de La Plata en el desafío interzonal. En una jornada en la que arrancó como una tromba, en el camino quedó con un hombre de menos y en la que la fortuna jugó a su favor varias veces como para no padecer el empate.

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