Rodrigo De Paul, el 10 que tomó la posta de un ídolo y que no pudo disfrutar Racing
Fue la figura y autor de un penal, en el éxito de Udinese sobre Inter; surgió en las inferiores de la Academia y usa la camiseta de Di Natale
Antonio Di Natale fue un fuera de serie. Un crack como los de antes: el 10 que era algo más que un talento, un clásico “fantasista”. Jugaba, divertía y emocionaba, más allá de los colores. Las últimas doce temporadas –se retiró, de modo definitivo, en abril de 2016– se vistió con la camiseta de Udinese , club en el que se convirtió en leyenda. Siempre del lado de los humildes: nunca jugó en una de las grandes marcas. Autor de 227 goles en 446 partidos en Udine desde 2004 a 2016, algún trasnochado sugirió que su camiseta, la número 10, quedase archivada en el tesoro. Sin embargo, ese número sigue vivo: lo usa Rodrigo De Paul , que se respalda con destellos de calidad y con el afecto del público, motivos de sobra para ser la figura del triunfo por 3 a 1 sobre Inter, en Milán. Además, marcó un penal, el que inclinó la balanza por 2-1.
“Fue un símbolo. Todo el equipo intentará hacer lo necesario para que no se note su ausencia”, contó, en su presentación, en agosto de 2016. De 23 años, intermitente y hábil, de paso deslucido y breve por Valencia, encontró en Udinese un espacio para su relanzamiento. Tiene clase, pegada y conducción: sólo debía creérsela. El impacto en Milán –casi todos los reflectores se posaron en Inter y en Icardi– le devuelve la sonrisa más genuina, a un exponente de la nutrida cantera de Racing, el club que no suele poder disfrutar de sus brotes verdes.
Lautaro Martínez, la última joya –el mejor de una nutrida cantera–, tiene fecha de salida. En los últimos años, son varias las figuras que se expanden por el mundo que cotizaron en la tesorería de la Academia, aunque no tuvieron tiempo de disfrutar del Cilindro. Son muchos: Sergio Romero, José Luis Gómez, Ricardo Centurión, Roger Martínez, Luciano Vietto y Valentín Viola, entre otros; nacieron y volaron rápidamente.
Una mano de Davide Santon –debió recurrirse al VAR, una vez más–, derivó en el 2-1 de De Paul, enviado al centro del arco y abrazado por todos: los de adentro y los de afuera. Con 16 partidos durante esta temporada y cuatro goles, encuentra estabilidad, luego de un par de temporadas en Racing –la de la explosión y la de un préstamo temporario–, con algunas cuentas pendientes.
Udinese se alejó 10 puntos de la zona de descenso y continuó con la reconstrucción desde que Massimo Oddo asumió como DT. Ganó tres de cuatro partidos: “¿Qué cambió desde que llegué? Nadie tiene una varita mágica, nosotros hacemos nuestro trabajo, pero son los muchachos los que salen en la cancha”. Uno de ellos es De Paul, el heredero.
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