Selección argentina: lo que tiene, lo que le falta y el gran interrogante para 2020
En los últimos 25 años, ningún entrenador dispuso de tantos partidos como Lionel Scaloni para preparar a la selección argentina en la antesala de una eliminatoria mundialista. Y sin embargo, entre ajustes pendientes, todavía crujen algunas piezas. Si Daniel Passarella contó con 20 encuentros en la antesala de Francia ’98, el recorrido previo de Marcelo Bielsa para Corea-Japón 2002 alcanzó los 15 ensayos y otros diez camino a Alemania 2006. Alfio Basile dispuso de 14 pruebas en el umbral de la ruta clasificatoria para Sudáfrica 2010 y Gerardo Martino otros 16 antes de jugar por los pasajes para Rusia 2018. De mucho menos rodaje, desde ya, dispusieron Pekerman (ningún encuentro, directamente debutó por las eliminatorias), Maradona (2 cotejos), Sabella (4), Bauza (0, otro que salió al toro) y Sampaoli (2), los socorristas que asumieron en emergencia. ¿Y Scaloni? Encadenó 21 juegos, entre interino, confirmado, amistosos y oficiales, detrás del derrumbe en Rusia. Un número inédito, un inusual período de prueba que bien podría arrojar más certezas. Sin embargo, en una reciente entrevista en Olé, el entrenador señaló: "Me hubiera gustado tener otros seis meses de aprendizaje, pero ya está, ya viene lo difícil". Es verdad que se acabó el margen de maniobra, y el siguiente es el detalle de los puntos consolidados y los temas en trámite en la selección.
Lo que tiene
1.- Una renovación consolidada
Entre las despedidas (Mascherano, Higuaín, Biglia) y los que fueron perdiendo presencia hasta salir de la foto (Romero, Banega, Rojo, Mercado), se imponía una renovación. No había alternativa, y entonces Scaloni empezó a construir una nueva base desde su primera convocatoria, en agosto de 2018, cuando él era apenas un ocupante interino del banco del que Tapia había eyectado a Sampaoli.
Un repaso estadístico muestra la dimensión del cambio. En los 21 partidos del ciclo, solo 10 jugadores disputaron al menos una decena de partidos; el ranking explica el ascenso de los nuevos: Paredes (19), Lautaro Martínez (16), Tagliafico (15), Pezzella (13), De Paul (12), Lo Celso (12), Acuña (10), Foyth (10), Otamendi (10) y Messi (10). "Se terminaron las pruebas", confirmó el entrenador antes de los últimos dos amistosos del año, ante Brasil y Uruguay. Para entonces había citado 71 jugadores, de los que utilizó 64. Más: 31 de ellos fueron debutantes. Ya consolidados los que afrontarán un año intenso, no hay espacio a la duda: los que están tienen el rodaje necesario para encarar compromisos de riesgo.
2.- Messi alineado, líder y sostén del ciclo
"Me sorprendió que Scaloni jugara con cinco en el fondo, porque habíamos entrenado otra cosa". La primera citación de Messi en la era Scaloni –en marzo de este año– fue el peor momento del ciclo del DT. Esas palabras del capitán unos días después de perder 3-1 con Venezuela en Madrid dejaron el piso del DT en movimiento. Pero hay un mundo de distancia entre los errores de aquella noche y lo que diría el capitán en septiembre, cuando ganó el premio The Best de la FIFA: "Scaloni es un DT fácil de entender, es bueno en su trabajo y sabe cómo manejar a los jugadores. Hicieron bien en darle el puesto de forma permanente".
¿Qué pasó en el medio? El 10 rompió rápido la distancia con sus nuevos compañeros, en parte por su apertura pero sobre todo porque los demás entendieron la diferencia entre el respeto y la veneración. Messi disfruta de la convivencia en las giras, de las mesas extendidas que reemplazaron a las circulares –en las que solo había lugar para la vieja guardia en épocas pasadas–, de afectos nuevos. Y valora a sus nuevos compañeros adentro de la cancha, ahora que los conoce más. Por eso se involucró. Por eso apuntó en el calendario su gran objetivo de 2020: la Copa América, una oportunidad de salir campeón con la selección que nadie sabe si volverá a presentarse ante él.
3.- El status de Scaloni hacia adentro
"Después de jugar con México nos despedimos de los jugadores", recordó Scaloni en una entrevista con el diario Olé a propósito del final de 2018, cuando su transición se terminaba. A esa altura, y antes de que la AFA lo oficializara, su continuidad estaba asegurada. Tapia, el mismo que lo había designado, ya había decidido confirmarlo en el cargo un tiempo más. Esta semana firmaron la extensión hasta el Mundial de Qatar. Scaloni recibió desde el principio el apoyo de los jugadores, en un acuerdo tácito: si todos –de un lado y otro– estaban a prueba, lo mejor era apoyarse.
A esta altura el entrenador se siente seguro, mucho más desde que Messi abrió la boca para pedir por él al final del viaje por Brasil, cuando el tercer puesto ya era historia. Dice que no lee mucho lo que se escribe o comenta sobre su trabajo, pero que las críticas por su inexperiencia le parecen "lógicas". Aunque cada tanto sube la guardia: "Hago los cambios mal pero no tanto", ironizó tras quitar a Acuña contra Uruguay por una molestia muscular, en noviembre, cuando el lateral estaba en un gran nivel. El afuera, intuye, no lo abriga igual que el vestuario.
4.- Lautaro Martínez, la continuidad de los 9
Prolífica en el ataque, a la selección no le faltaron delanteros de jerarquía en las últimas tres décadas. Batistuta, Crespo, Higuaín y Agüero fueron los que se fueron pasando la posta de la camiseta número 9 hasta que despuntó un nombre que tiene todos los elementos necesarios para marcar una era: Lautaro. Goleador del ciclo Scaloni con 9 tantos, el jugador de Inter relegó al Kun, histórico socio de Messi, que ahora parte como una opción desde el banco.
Mentalidad poderosa, obsesión por el cuidado personal, cabezazo, remate con las dos piernas, crecimiento físico: las cualidades del Toro explotaron esta temporada, favorecido por un Inter mejorado respecto del que lo vio llegar a Europa a mediados de 2018. 13 goles en 22 partidos y el Barcelona preguntando por su pase dan cuenta de un delantero que, a los 22 años, tiene todo por hacer. Scaloni y él mismo lo saben: después de tantos ilustres, ahora es el tiempo de Lautaro.
Lo que le falta
1.- Un estilo de juego confiable y reconocible
La Argentina amenaza, insinúa, varias veces gana y pocas conforma. Es sinuosa, genera peligro y desconcierto. En definitiva, todavía no consigue estabilizarse. La identidad todavía titila. Un buen ejemplo fue la antesala del choque con Venezuela, por los cuartos de final de la Copa América: nadie se atrevía a asegurar que el equipo albiceleste era el favorito. Ofreció más certezas desde entonces es verdad, pero también pudo ser goleado por Alemania o caer ante Uruguay. Que haya salvado esas derrotas no tendría que distorsionar el análisis. ¿A qué busca jugar la selección? Depende. El perfil más nítido es que se adapta a las características del rival: si se siente superior asume más riesgos, si en los pronósticos se asume inferior o en desventaja, extrema recaudos, prefiere cerrar los caminos y se reserva piezas ofensivas para darle lugar a jugadores más rocosos y voluntariosos.
2.- En algunos casilleros quedan varias dudas
Pese a la sucesión de ensayos, cuando a finales de marzo la Argentina inaugure las eliminatorias frente a Ecuador, algunas posiciones seguirán abiertas al debate. Demasiadas. ¿Quién es el arquero? Saca ventaja Armani, pero especialmente porque ni Andrada ni Marchesín se destacaron cuando tuvieron sus oportunidades en las dos últimas giras. Están claros los tres nombres, pero no el dueño del arco. ¿Quién es el lateral derecho? Renzo Saravia es quien más encuentros ha disputado, pero Juan Foyth, un zaguero reconvertido, parece un escalón arriba. Y Gonzalo Montiel es otro aspirante, con menos rodaje albiceleste porque los desafíos con River le impidieron asistir a los llamados de Scaloni.
¿Quién es el compañero de Otamendi en la zaga? Hasta diez parejas de centrales probó Scaloni, desde Funes Mori-Kannemann, pasando por Martínez Quarta-Rojo, hasta llegar a Pezzella-Otamendi, la más empleada. El defensor de Fiorentina califica más alto en la consideración, aunque Martínez Quarta, con continuidad en la selección –la que le arrebató River, un caso similar al de Montiel- es un serio contrincante. En la zona medular también falta resolver algún volante para acompañar a los indiscutibles De Paul y Paredes (el arco oscilará de Lo Celso a Acuña, pasando por Ocampos y Rodrigo Battaglia), dependiente del rival y los riesgos que se atreva a tomar Scaloni. ¿Y el número 9? Lautaro Martínez. Sólo queda una intriga: cómo asumirá Sergio Agüero, la leyenda de la última década en la Premier League, habituarse al banco de suplentes. Si el adversario es débil, podrán coincidir Messi/Lautaro/Agüero…., de lo contrario, ‘Kun’ tendrá que esperar. El ‘tridente’ no es una opción prioritaria.
3.- Que Messi comprenda que el líder no debe desbordarse
El capitán está implicado, alineado y vehemente. Hace años que es el patrón de la selección, pero ahora se le nota como nunca. Pero los excesos, los reclamos y los desaires son innecesarios. Antes ejemplo de corrección, desde la Copa América, partido tras partido, ha sumado algún desborde, alguna incorrección. Le convendría entender –o que alguien lo ayude- que una nueva generación lo mira, lo imita. Por no entenderlo aún, se perderá el debut en las eliminatorias ante Ecuador..., ventajas que la selección no está en condiciones de dar.
4.- Los futbolistas argentinos perdieron protagonismo en la elite
Salvo Messi y Agüero, la selección no cuenta con estrellas. Detrás del rey, los cortesanos no brillan. Dybala solo a veces merodeada ese peldaño y Lautaro asoma. En la elección de los 100 mejores futbolistas del año, según el diario inglés The Guardian, el mejor del mundo es Messi. ¿Y los demás compatriotas? Agüero se ubica 13º, Di María 39º, Dybala 42º, Lautaro Martínez 47º e Icardi 60º. Y basta. Solo como ejemplo, si se tienen en cuenta los clubes clasificados para los octavos de final de la Champions, esta descripción se retrata de manera elocuente: Messi en Barcelona, Agüero-Otamendi en el City, Dybala en Juventus, Lo Celso-Foyth en Tottenham y Paredes en PSG. Higuaín (Juventus), Garay (Valencia) y ‘Papu’ Gómez (Atalanta) no tienen lugar en la Argentina, Di María (PSG) ha quedado muy retrasado y los llamados para Ángel Correa fueron muy intermitentes. Ni Liverpool, Real Madrid, Bayern Munich, Napoli o Chelsea eligieron argentinos. De Paul, Ocampos, Tagliafico, Acuña o Pezzella representan la clase obrera de la selección. Su realidad.
5.- Un DT que sigue en plan de estudios y capacitación
Después de la Copa del Mundo de Rusia, la selección jugó 21 partidos… y esos son los 21 partidos de la carrera de Lionel Scaloni como entrenador. Aunque pase el tiempo, no deja de extrañar el dato. Algunas búsquedas tácticas desconcertantes, correcciones sobre la marcha después de una desajustada lectura del partido y cambios extraños, a veces a contramano del buen rendimiento del sustituido, indican que todavía lo abordan dudas con más frecuencia de lo deseado para una selección. La usual metamorfosis del equipo, prueba de que la partitura todavía no se afirmó, revela indefiniciones de un director técnico en construcción.
El gran interrogante: ¿cómo responderá a la presión de ser local?
Por primera vez, esta generación deberá asumir el compromiso de jugar en Argentina con la camiseta de la selección, curiosamente. El inicio de las eliminatorias y la Copa América, sobre todo, le tomarán examen a un equipo formateado en giras por Europa, Asia, Estados Unidos y el anterior torneo continental, en Brasil. Apenas un antecedente en estas tierras: el 5-1 a Nicaragua en San Juan, en junio.
Ahora el contexto será otro: entre el debut en las eliminatorias ante Ecuador y el partido ante Chile de noviembre, la selección jugará al menos 9 partidos oficiales en la Argentina en el año (pueden ser dos más si avanza hasta semifinales en la Copa América). "Me hubiera gustado tener seis meses más de preparación", confiesa Scaloni después de 21 partidos de ablande… Se sabe: el público que va a ver a la selección en Buenos Aires no ofrece amor incondicional. Y entre el Monumental y el estadio Único de La Plata deberá afrontar 4 de los 5 partidos de su grupo en la Copa América. Una agenda que pondrá a pruebe el temple de un equipo joven.
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