La entrega del nuevo avión del Presidente, demorada porque necesita reparaciones y hay problemas en la cadena de suministros
El Boeing 757 debía haber sido entregado a fin de año, pero todavía no hay fecha cierta para su llegada al país porque requiere de arreglos para los que el vendedor no encuentra repuestos; sin embargo, en el Gobierno aseguran que no modifica el ingreso formal a la flota, en febrero
El nuevo Boeing del Presidente debía haber estado en manos del Gobierno a fines de diciembre para ingresar formalmente a la flota en febrero de este año. La entrega se encuentra demorada porque el vendedor -que es responsable de estas gestiones- no encuentra insumos ni ingenieros para reparar las 52 contingencias que tiene la aeronave. También hubo contratiempos para conseguir un taller habilitado por el fabricante para hacer los arreglos, aunque ya se encuentra en uno, en Estados Unidos. “Viene lento”, admitieron desde la Presidencia.
Los problemas a resolver del Boeing hacen al funcionamiento del sistema de gestión integral del avión (como pantallas y comunicaciones) y cuestiones mecánicas. Además, todos los elementos de seguridad se encontraban vencidos y deben reemplazarse. Mientras tanto, un equipo del Gobierno se encuentra en Lake Charles, Louisiana, revisando la documentación del avión, que ocupa tres pallets.
La baja disponibilidad de repuestos a nivel mundial, todavía crítica por efecto de la pandemia, generó estas demoras y provoca que todavía no haya fecha cierta para el intercambio. En el Gobierno aseguran que no son contingencias graves y que suman US$10.000 en total.
La idea de comprar un avión presidencial cobró fuerza a mitades del año pasado, justamente dada a la dificultad de reparar el Tango 01 por el contexto internacional de escasez de insumos. En el fallido presupuesto 2022, se incluyó una partida por US$15 millones para arreglarlo, tarea que, con el pasar de los meses, resultó imposible. El problema que llevó a la adquisición de una nueva unidad es el mismo por el que pasa el nuevo avión.
Un detalle importante: el Gobierno estaba al tanto de una parte de los problemas que tiene el avión cuando lo compraron. Se enteraron de una parte de los contratiempos en la inspección realizada en diciembre, luego de transferir los US$22,23 millones necesarios para la operación. La otra, en una revisión en julio.
También informaron a LA NACION que el retraso en la entrega ajusta los planes de trabajo para ponerlo en funcionamiento, pero por ahora buscan respetar la fecha de “bautismo”, el mes próximo. También se encuentra dilatada la transferencia del Tango 01, que se entregó como parte de pago al vendedor y debería estar en sus manos antes del 15 de febrero.
Con quejas a la contraparte, que tampoco levantó las “novedades” realizadas por la Argentina en la inspección inicial del vehículo y al contrato, la Presidencia aprovecha los tiempos extendidos para iniciar los trámites de matriculación del avión con revisiones de la documentación física.
Además, todavía no pudieron transmitir los reclamos debido a que la Organización de Aviación Civil Internacional, la intermediadora y quien gestiona las comunicaciones con la contraparte, se encuentra “virtualmente cerrada” desde el 15 de diciembre debido a que los miembros de las organizaciones internacionales suelen viajar a sus países de origen para las fiestas. Recién retomarán actividades en una semana, de acuerdo con fuentes oficiales.
Antes de que el avión llegue a la Argentina, restará matricularlo y pintarlo para que comience a ser utilizado por el Gobierno.
El Gobierno transfirió los dólares necesarios para la compra del avión Boeing 757 el viernes 2 de diciembre. El contrato permite al comprador echarse atrás de ocurrir que las revisiones de la aeronave resulten insatisfactorias. Oficialmente, Presidencia comunicó que pagaría US$12 millones de los US$22 millones que desembolsó a la OACI con un crédito del Banco de Desarrollo de América Latina (exCAF). Sin embargo, todavía no surgió tal acuerdo.
Por la presencia de una empresa intermediaria, la Presidencia no concretará el intercambio directamente con el dueño real del Boeing 757 que ingresará a la flota oficial. La versión que circula dentro de la Casa Rosada es que el avión, puesto en vuelo en el año 2000, fue originalmente propiedad de la familia dueña de los cruceros Carnival. Al fallecer uno de sus miembros, fue vendido a un banquero israelí por US$42 millones.
En 2020, previo a la pandemia, este empresario se habría divorciado de su esposa, a la que le quedó el avión en la división de bienes. Ella decidió venderlo y al no encontrar compradores en el mercado, bajó el precio hasta los cerca de US$25 millones por los que adquirirá el vehículo la Presidencia. Unos US$3 millones serán pagados con partes del Tango 01. Mientras buscaba nuevo dueño, alquiló el avión a empresas como DHL, United Airlines y Delta.
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