La soledad del CEO y las fórmulas para mantenerse en eje, según cuatro expertos en liderazgo
En el marco del evento Women’s Corporate Directors, los altos ejecutivos revelaron cuán importante es tener autenticidad, empatía y lógica
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De la mano de los cambios vertiginosos y la vorágine digital, el liderazgo ya no se define solo por resultados: se mide por la capacidad de inspirar, adaptarse y crear culturas saludables. Para entender cómo están leyendo este presente quienes hoy toman decisiones clave, LA NACION llevó a cabo la novena edición de Women’s Corporate Directors (WCD), un encuentro que convocó la mirada de cuatro referentes con amplia trayectoria: Máximo Cavazzani, fundador y CEO de Etermax —el detrás de éxitos móviles como Preguntados y Apalabrados—; Silvana Zenere, integrante del board global de Spencer Stuart; Myriam Álvarez Iturre, directora de Personas y Organización de Movistar; y Florencia Tiscornia, vicepresidenta de Personas y Cultura de YPF.

Con Carla Quiroga, periodista del medio, como moderadora el evento comenzó con Silvana Zenere explicando cómo es el trabajo de una consultora especializada en la búsqueda de líderes. “Varias de las cosas que miramos tienen que ver con la velocidad que tiene una persona para liderar cambios, cuánta claridad tiene en su visión, cómo la comunica y si sabe leer y sacar la mejor versión de los miembros de su equipo”, reveló. Pero lo que atraviesa a todas las dimensiones mencionadas es cuánto se conoce esa persona a sí misma.
En el caso práctico y desde su rol como CEO, Cavazzani contó que él intenta conocerse cada día más. “Hace 16 años que soy CEO; cuando empecé no sabía nada de liderazgo hasta que arranqué a probar cosas y aprendía cuáles funcionaban y cuáles no”. Para ilustrar reveló que años atrás detectó que un defecto que tenía era que hablaba mucho y no escuchaba a los demás. “No me daba cuenta del impacto que eso tenía hasta que lo modifiqué y entendí que uno no sabe todo y que hay mucho por aprender”.
Ahondando en las capacidades que precisan tener los líderes de las compañías, Tiscornia, de YPF, dijo: “Este contexto vertiginoso los pone en la necesidad de ser conscientes de cuáles son sus capacidades y cuáles tienen que desarrollar más. Creo que hay tres grandes pilares: las capacidades de cambio, las digitales y las humanas". Un buen líder, explicó, debe poder balancearlas a las tres.
Entre las capacidades humanas aparece la de la conexión. Frente a esta, Álvarez Iturre, de Movistar, resaltó que “cuando lo que abunda es la tecnología, el verdadero lujo es lo humano”. Para ella el verdadero dilema es ser auténtico; y, a continuación, planteó un interrogante: ¿puede serlo quien no se conoce realmente?
La fórmula
“¿Existe una fórmula para ser CEO?“, preguntó Quiroga. Para Zenere, la autenticidad, la empatía y la lógica son unas de las bases de esta fórmula. En función de su propio camino, Cavazzani reconoció que para él es poder adaptarse a las necesidades, tanto las de corto como las de largo plazo. “El trabajo de un CEO es dar un camino, dar confianza en ese camino y que las personas sepan que tienen un futuro allí”.
Tiscornia añadió que otras habilidades que tienen mucha demanda son las relacionadas a la despolarización: cómo hacer para llevar adelante una organización y a la vez cómo lograr resultados.
Aunque para Álvarez Iturre existe un escenario más armónico. “Ser ejecutivo tiene que ser un trabajo que se disfrute, que se viva con pasión y que eso se pueda trasmitir al equipo, porque sino a futuro nadie lo va a querer hacer. Cuando dejás fluir y encontrás tu centro, todo hace clic”, sostuvo.
La soledad del CEO
Es un estado frecuente al que se exponen los altos ejecutivos de las compañías. Combatirlo o saber manejarlo es clave y, para Zenere, depende de cuánto se conoce uno a sí mismo. “La gente brilla cuando entiende qué lo alinea. Hay personas que llegan a los resultados desde diferentes lugares; puede ser desde un deseo de impacto en el mundo o de querer aprender. Entender esa movilización propia y la del equipo hace que todo fluya y no haya tensión”, describió.
En línea con lo mencionado, Cavazzani añadió: “Es verdad que es un trabajo solitario y que no es para todo el mundo. Hay que hacer un trabajo mental y estar constantemente luchando contra miedos e inseguridades que no solo son personales sino profesionales”.
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