Boric transita el final de un mandato marcado por las ambiciones progresistas frustradas y deja una incógnita sobre el futuro
Entregará el poder a un exrival que nunca imaginó ver en La Moneda, en un cierre amargo de su mandato; su legado queda bajo revisión y su rol futuro se vuelve clave para una izquierda obligada a reorganizarse
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SANTIAGO, Chile.– Después de que Chile conociera a su próximo presidente, Gabriel Boric empieza a transitar los días finales de su mandato entre la gestión institucional del traspaso y el balance político de un ciclo que no logró proyectarse más allá de su figura.
En el Palacio de La Moneda ya tuvieron lugar los gestos formales: la llamada telefónica al ganador José Antonio Kast la noche del domingo, la reunión presencial que se llevó a cabo este lunes entre el presidente actual y el electo, y la activación de los equipos de enlace que darán forma a una transición ordenada hacia la asunción del 11 de marzo de 2026.
El presidente izquierdista, que con 36 años se convirtió en el más joven desde el retorno a la democracia, se prepara para entregar el poder a quien resultó electo en el balotaje, un exrival ideológico que encarna el polo opuesto del proyecto que lo llevó a la presidencia.
“Esperábamos que nos hubiese dejado más encaminados en el proceso de unidad como bloque, como sector, y eso no ocurrió por múltiples razones que habrá que analizar después”, reconoció esta semana a Radio Infinita el presidente del Partido por la Democracia (PPD), Jaime Quintana, uno de los conglomerados tradicionales de la centroizquierda chilena.
Por cierto, el golpe es doble. Los analistas coinciden que la llegada de Kast al poder tendrá un doble significado: para el oficialismo será el cierre de un ciclo político que nació al calor del estallido social y una muestra concreta de incapacidad al no poder instalar una sucesión ni sostener la continuidad.
“Jeannette Jara es un liderazgo distinto que Boric, es un liderazgo que incluyó el Partido Comunista. Creo que tiene más cultura de coalición porque ha vivido más coaliciones”, señaló Quintana. La observación dejó al descubierto otra de las debilidades estructurales del Frente Amplio en el poder: la dificultad para articular mayorías estables más allá de su núcleo original.
Pese al respaldo explícito del gobierno, la candidatura de Jara llegó al balotaje del domingo en clara desventaja, por lo que la revisión del legado presidencial es inevitable. Miguel Ángel Fernández, subdirector académico de Faro UDD, describió el saldo con crudeza.
“La gestión de Gabriel Boric (2022-2026) se puede evaluar como un periodo de ambiciones progresistas frustradas por ineficacias políticas y errores de interpretación del país”, dijo a LA NACION. Ese diagnóstico se ancla, explica, en el punto de quiebre de su administración: “el fracaso del proceso constitucional de 2022 fue lo que erosionó la gobernabilidad y forzó al mandatario a cambiar su diseño de gobierno”.
Mario Herrera Muñoz, analista político de la Universidad de Talca, analista político de la Universidad de Talca, sostiene que la actual administración será evocada por una paradoja generacional.
“El gobierno de Boric será recordado, probablemente, por dos motivos. En términos políticos, por ser la apuesta de recambio de la centroizquierda que finalmente terminó abrazando a los partidos tradicionales para poder administrar el país. En términos más institucionales, su legado está en haber puesto fin o pausado las voces de las reformas institucionales”, explica a este medio.
“Curiosamente, la generación que proponía cambiar la forma y el fondo en la política será la misma que asegurará que las bases institucionales se mantengan intactas”, añade. Y agrega que si el oficialismo logra mantenerse unido tras la derrota, “probablemente será el único legado político de Boric que responde más a una estrategia de supervivencia que programática”.
Claroscuros
Pero el balance no es lineal. Claudio Fuentes, director del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad Diego Portales, destaca avances que marcaron el ciclo. “Hay aspectos de la agenda social de Boric que son importantes, particularmente la reducción de la jornada laboral a las 40 horas, la aprobación de la reforma a las pensiones y un plan nacional de cuidados”, señala a LA NACION.

Incluso en seguridad –el flanco más cuestionado– Fuentes introduce un matiz relevante: “Este es el gobierno que más normas ha aprobado sobre temas de seguridad, incluyendo un nuevo Ministerio de Seguridad y el reforzamiento de medidas para el control y la investigación criminal”. La paradoja del mandato, apuntan varios analistas, es haber legislado más mientras la percepción de inseguridad se agravaba.
En el plano económico, en tanto, Miguel Ángel Fernández subraya que el estancamiento del crecimiento, con un promedio cercano al 1,8%, y una deuda pública que ronda el 40% del PBI, tiene razones de base.
“Evidencian políticas fiscales imprudentes que desincentivaron inversiones y provocaron fuga de capitales”, expresa. En seguridad, agrega Fernández, “el incremento de homicidios y crimen organizado, junto a una migración irregular no controlada”, forzaron al gobierno a virajes que contrastaron con su discurso inicial.

Desde la derecha, la lectura no es más indulgente. Ricardo Hernández, coordinador de Política y Sociedad del Instituto Res Publica, coincide en que el desenlace dista de lo proyectado en 2021. “Ciertamente, el legado del presidente Boric no será el que tenía contemplado al momento de su elección”, afirma a este medio. El rechazo constitucional de 2022 -su proyecto emblemático- no solo desorientó al gobierno: redefinió sus márgenes de acción. “En su lugar, el presidente optó por impulsar reformas laborales y previsionales que terminaron proyectando a su candidata, Jeannette Jara”, apunta.
Pero esa apuesta tampoco logró consolidarse. Según Hernández, “un síntoma de que el gobierno se transformó en una carga para su sector es que la candidata del oficialismo se haya dedicado a remarcar las diferencias en gobernabilidad con el actual presidente más que defender su legado”. La distancia entre ambos liderazgos terminó por cristalizar el agotamiento del ciclo.
Su futuro rol
La incógnita ahora es qué lugar ocupará Boric después del 11 de marzo. A sus 39 años, conserva tiempo político, visibilidad internacional y una base generacional que aún lo observa como referente. Fuentes lo resume así: “Va a salir del gobierno con cerca de 40 años, por lo tanto, tiene veinte o treinta años más para proyectar su carrera política, y va a estar muy probablemente asumiendo el liderazgo del Frente Amplio”.
Fernández proyecta un rol articulador: “Boric representa una ‘promesa fallida’, pero por su juventud y el rol que posiblemente tomará como articulador de la oposición… tendrá la posibilidad de recuperar un rol de liderazgo que permita reunificar las ideas de izquierda con el pragmatismo socialdemócrata de la concertación”.
Ese futuro, sin embargo, también dependerá del desempeño del próximo gobierno. Herrera advierte que “en 4 años más evidentemente su gobierno será recordado de mejor manera”, especialmente si la administración de Kast no cumple las expectativas que hoy genera. Hernández coincide en que la proyección del actual presidente “dependerá bastante de los primeros 100 días del próximo gobierno”.
Según reveló el sitio Ex-Ante, desde julio de este año un equipo del denominado segundo piso presidencial viene trabajando de manera reservada en la construcción de un “relato” para Boric una vez que deje el poder. La tarea está a cargo de la exministra Aisén Etcheberry, actual jefa de Planificación Estratégica de la Presidencia.
De acuerdo a altas fuentes de gobierno citadas por ese medio, una decisión ya zanjada entre asesores del mandatario –principalmente vinculados al Frente Amplio– es que Boric impulse la creación de una fundación propia tras abandonar La Moneda, siguiendo el camino de expresidentes como Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera.
Todo apunta a que esa futura fundación girará en torno a la idea de promover una “reflexión sobre el progresismo”, con un perfil más internacional que doméstico. No está definido aún si en esa etapa lo acompañarán ministros de su círculo más cercano, pero en el oficialismo asumen que el objetivo central es proteger y proyectar la figura del Presidente una vez que deje el cargo.
Boric llega así al final de su mandato entre contrastes: un presidente joven que abrió un ciclo con la épica del cambio y lo cierra con una izquierda tensionada; un líder que quiso marcar distancia con los viejos referentes y que hoy podría necesitar reconstruir con ellos; un mandatario que no logró asegurar continuidad, pero que mantiene abierta una ventana de futuro político por su edad y por la necesidad de su sector de reordenarse tras la derrota.
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