Balance de Danza 2025: de la popularidad del ballet en el Colón a una escena activa, con un puñado de producciones sobresalientes
Con Julio Bocca en la dirección del teatro, la doble visita de Marianela Núñez y el centenario de la compañía, todas las luces estuvieron puestas sobre el Ballet Estable; una mirada a los grandes elencos y las producciones independientes
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No es una sorpresa, se trata de la compañía más importante del país en uno de los teatros más lindos del mundo, pero al menos tres factores extraordinarios hicieron que este fuera especialmente un año con todas las luces puestas sobre el Ballet Estable Teatro Colón: la que ahora termina fue la primera temporada con Julio Bocca en la dirección, se conmemoró el centenario del histórico elenco y la visita por partida doble de Marianela Núñez generó un verdadero fenómeno.
Artísticamente hubo momentos sobresalientes, como Onegin; funciones que fueron una fiesta, como aquellas de Don Quijote con Núñez y el cubano Patricio Revé; visitas y encuentros para atesorar, como la gala de los cien años que trajo de regreso al país a varios argentinos que se destacan en el mundo, como Ludmila Pagliero (que este año se despidió de la Ópera de París), Herman Cornejo, María Celeste Losa y Daniel Proietto, entre unos quince invitados internacionales.

En los sucesivos programas el público pudo ir conociendo a los nuevos valores de la compañía, que accedieron a roles solistas y de principales, alternándose en repartos con los bailarines que llevan una trayectoria en la casa. Entre los primeros, vale la pena destacar a Valentín Batista, Mora Capasso, Yoshino Horita y Lucas Matzkin; de los segundos, fue un gran año para Rocío Agüero, Ayelén Sánchez, Jiva Velázquez y Facundo Luqui en casi todos los títulos; Natalia Pelayo y Matías Santos, juntos en After the Rain, dúo de Christopher Wheeldon, y por separado en papeles protagónicos y de carácter, demostraron con gran solvencia; Maricel De Mitri hizo su gratificante retorno al escenario donde lleva una vida (la bailarina obtuvo además en 2025 el Premio María Ruanova que otorga el Consejo Argentio de la Danza) y el desempeño general del cuerpo de baile fue un gran motor para la compañía.
Por supuesto la gente acompañó: si ya en los años anteriores el Ballet Estable agotaba funciones, en 2025 la demanda creció con espectáculos sold out varias semanas antes del estreno. Va en línea con la popularidad de Bocca (que este año recordó, además, las cuatro décadas de su Medalla de Oro de Moscú); la propia popularidad y sobre toda la que pretende que la compañía alcance durante su gestión como director. Sin embargo, algunos abonados hicieron saber su molestia cuando no coincidieron sus fechas con las actuaciones de las figuras invitadas y en el interior (y el exterior) se hizo notar la baja en las transmisiones por streaming, una herramienta que acerca.
Tras el estreno el año pasado de Posguerra, Melisa Zulberti cantó retruco con Sobrecarga, pieza de alto impacto que vuelve a apostar a la fusión de artes escénicas, audiovisuales, tecnología, música original y objetos, comisionada por el Centro de Experimentación del Teatro Colón. También el CETC recibió a la francesa Leila Ka y sus chicas de Maldonne, un quinteto con vigorosa energía que rompe con los estereotipos.

Para seguir en la senda de los elencos oficiales, en el caso del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín hay que distinguir su merecido despegue internacional, que lo llevó primero en gira a Colombia y luego a Rusia. Entre reposiciones y estrenos, repartieron luego la temporada puertas dentro y fuera de la Martín Coronado, con actuaciones que siguen despertando admiración por la ductilidad y la excelencia del desempeño de sus intérpretes, aun cuando la programación tenga sus altibajos. Afortunadamente, ya colgaron el cartel de Stekelman, en tres tiempos, lo que indica que "coming soon" (en febrero, se anuncia), volverán al escenario de su sala con un gran homenaje. En cualquier caso, del derviche final del Folia (la reposición de la obra de 2023 de francés Mourad Merzouki que abrió la temporada) al regreso de El secreto de las manos, en el último programa, merece una oración final en este párrafo la labor del colombiano Juan Camargo, un bailarín cautivante en roles rayanos a lo espiritual. Y va un asterisco para el semillero de la compañía: el Taller de Danza, que en distintas oportunidades conviritó el hall del San Martín en un remanso, que el público colmó para reconfortarse con la vitalidad de estos jóvenes en obras contemporáneas (de Federico Fontán, Mauricio Wainrot o Alejandro Cervera) y, sobre todo, con el ingreso del folklore de la mano de Rodrigo Colomba y Jimena Visetti.
La Compañía Nacional de Danza Contemporánea (CNDC) y el Ballet Folklórico Nacional, dependientes de la Secretaría de Cultura, mantuvieron su inquietud, alternando sus actuaciones en distintos escenarios, lo que a veces dificulta seguirles el rumbo. Sin embargo, ambos organismos estables encontraron en el Cervantes una “casa” donde mostrar su solidez con continuidad: el Folklórico, con el estreno de Nuestras mujeres, entre otras obras, estuvo entre lo mejor de la temporada, mientras que la CNDC fue parte del gran éxito de La revista del Cervantes, como cuerpo de baile de una propuesta que regresará a la cartelera tras una breve pausa en enero.
Es para señalar la apuesta consuetudinaria que el Centro Cultural Borges hizo por la danza más experimental en la programación curada por Adriana Barenstein, que entre otros trabajos presentó las piezas de videodanza de la incansable Margarita Bali (La margarita, el murciélago y la puerta verde) y Pablo Rotemberg (primero con El Árbol de la Vida y de la Muerte y luego con Mi vida joven tiene un final).

De las galas de ballet “de siempre” no faltaron la tradicional cita del Consejo Argentino de la Danza, la benéfica Danzar por la paz ni Repatriados, la más nueva, que se va instalando en la cartelera del Palacion Libertad. En el Konex, la temporada de Vamos al Ballet sostuvo en su afán por seguir formando nuevos públicos con su Cascanueces de invierno. Siguió girando por el país la compañía independiente Buenos Aires Ballet que dirige Federico Fernández: integrada por bailarines del Colón, extendió sus rutas literalmente de norte a sur y de este a oeste. Y el espectáculo de Matías Santos Sumaj Pachamama -también con bailarinas del Estable y la voz de La Charo- tuvo varias presentaciones en ciudades de Entre Ríos, con el objetivo de continuar en 2026 con más presentaciones en el interior.
Mauricio Wainrot y Oscar Araiz, dos pilares de la danza argentina, tuvieron su momento en 2025. Sobre el primero, se estrenó el documental de Teresa Costantini en la Lugones y su Carmina Burana volvió al Teatro Colón para la conmemoración del centenario de los cuerpo estables (con coro, orquesta y ballet, por supuesto); Araiz no solo sorprendió con una creación esa misma noche de fiesta grande en el Colón sino que rearmó un recital de solos -primo hermano de su espectáculo Vertical-, titulado Resonancias, para el ciclo Cabina Escénica de la Fundación Andreani: en el cuerpo de la bailarina Antonella Zanutto, un íntimo e inolvidable encuentro con la obra del coreógrafo y de sus maestras Dore Hoyer y Renate Schottelius.
Regresos hubo muchos y muy buenos en la escena independiente (El juego del tiempo, Noestango, Adentro!), hasta algunos que después de tanto tiempo se vieron con calidad de estreno, como Acto blanco, que destacamos entre lo mejor del año. Y de los barrios al centro, se fue nutriendo la cartelera con la actividad de salas medianas y pequeñas. Pero no se puede cerrar este balance de la danza en Buenos Aires sin dejar abierto el interrogante sobre el FIBA y el Festival Internacional de Danza Contemporánea. La vacancia de ambas citas -sumada a la baja de la Bienal de Arte Joven- no solo deprime el volumen de producciones locales (con lo que priva a los espectadores de una renovación de obras nacionales y extranjeras) sino que, por la propia dinámica adquirida, ralentiza los engranajes de una maquinaria que incluso antes y después de finalizados estos encuentros se nutre de ellos. Será para anotar en la lista de los deseos del Año Nuevo.
Las diez mejores obras de 2025, según los críticos de LA NACION*
Onegin, de John Cranko, por el Ballet Estable del Teatro Colón, con los bailarines invitados Ciro Mansilla, Marianela Núñez y Jakob Feyferlik.
Carmen, de Marcia Haydée, por el Ballet Estable del Teatro Colón.
Ballet Folklórico Nacional, con dirección de Glenda Casaretto, en el Teatro Nacional Cervantes.
Don Quijote, de Silvia Bazilis y Raúl Candal, por el Ballet Estable del Teatro Colón, con los bailarines invitados, Marianela Núñez y Patricio Revé.
Maldonne, de Leila Ka, en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC).
Sobrecarga, de Melisa Zulberti, en el CETC.
Resonancias, con dirección de Oscar Araiz, en Fundación Andreani, con Antonella Zanutto.
Gala 100 años del Ballet Estable del Teatro Colón, con invitados internacionales.
Acto Blanco, de Carla Rímola y Laura Figueiras, en Timbre 4.
Mi vida joven tiene un final, de Pablo Rotemberg, en el Centro Cultural Borges.
*según los votos de Constanza Bertolini, Laura Chertkoff, Alejandro Cruz y Néstor Tirri
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