Cómo hizo el líder de Foo Fighters para dejar de lado la angustia y seguir adelante llenando estadios
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Dave Grohl está a punto de cantar la última canción de la noche en la sala donde vio su primer recital de rock: el Cubby Bear, un bar de Chicago que queda enfrente del estadio Wrigley Field. La banda era Naked Raygun, unos punks locales. Grohl tenía 13 años y era un chico de Virginia que estaba visitando a unos familiares en la ciudad. Lo llevó una prima más grande. Salió transformado. Todo lo salvaje y lo bueno que sucedió más tarde en su vida –dejar el colegio para salir de gira con una banda de hardcore, tocar la batería en Nirvana, componer hits y llenar estadios con los Foo Fighters, hacer películas de rock– empezó acá. "Recuerden una cosa: lo único que hace falta es hacer que alguien se cope con alguna cosa para cambiarle la vida", le dice Grohl al público, en referencia a su prima Tracey Bradford, mientras los Foo cierran un recital de dos horas y media para festejar el estreno de Sonic Highways, la serie documental de HBO. "Imaginen todas las cosas con las que sus amigos se podrían copar."
Grohl se da vuelta para mirar a alguien que hace un gesto abajo del escenario. Su sonrisa se convierte en una mirada de odio. "¡Estoy hablando en serio, pelotuda!", dispara, en un arrebato desacostumbrado de furia. Más tarde, Grohl recordará ese momento, todavía enojado: "Esta chica soberbia en la primera fila hizo este gesto" –se pone el dedo en la sien como si fuera una pistola y dispara– "como diciendo: ‘Wow, me volaste la cabeza’". (No fue una ironía muy feliz: hace 20 años, Kurt Cobain, cantante y guitarrista de Nirvana y compañero de banda de Grohl, se suicidó de esa manera.)
En el Cubby Bear, Grohl recupera el buen humor con rapidez. "Por ahí soy un tipo serio y algo nerd", dice, "pero me funcionó estos últimos 20 años". Después Grohl, los guitarristas Pat Smear y Chris Shiflett, el bajista Nate Mendel y el baterista Taylor Hawkins se lanzan a tocar "Everlong", la canción-aullido de los Foo de 1997: "Y me pregunto/Cuando canto con vos/Si todo podrá parecer tan real siempre/Si todo podrá ser así de bueno otra vez", canta Grohl en un unísono esperanzador con sus fans.
"La gente no imagina que se puede ser tan real, simple y honesto", dice Grohl, de 45 años, unos días después de aquel show, en la casa sobre las colinas que miran al valle de San Fernando, en Los Angeles, donde vive con su segunda mujer, Jordyn, y sus tres hijitas. Mueve la cabeza como sorprendido y se acomoda el pelo largo y negro que le cae constantemente sobre la cara. "Para mí es importante que las historias que me inspiraron puedan inspirar a otros. No creo que tenga una misión. Pero yo tengo la oportunidad y los recursos."
Invirtió dos años y plata de su propio bolsillo –incluyendo las ganancias de los Foo de los dos shows de México del año pasado– en Sonic Highways, que también es el título del álbum que acompaña el documental. La serie de HBO, sucesora de Sound City, la película de Grohl de 2013 sobre un estudio legendario, es una gira en ocho partes por grandes ciudades del rock y la música tradicional estadounidenses como Chicago, Austin, Nueva Orleans y Seattle. Grohl concibió Highways, la dirigió y entrevistó a un enorme abanico de colegas y veteranos, incluyendo al bluesman Buddy Guy, a Gibby Haynes de The Butthole Surfers, a la cantante de country Carrie Underwood y al presidente Obama.
El propio Grohl "es bastante presidenciable", dice Hawkins, de 42 años, un tipo desgarbado y muy movedizo que prácticamente es el doble de Grohl en cuanto a entusiasmo y cantidad de puteadas que dice por minuto. "Dave siempre dijo: ‘Tengo algunas canciones buenísimas. Sé cómo quiero que salgan. Hagámoslas’. Nunca se sentó a quejarse porque no sabía qué hacer. Nunca."
"Dave tiene mucha visión", confirma Smear, de 55 años, que estuvo en la banda de punk seminal de Los Angeles The Germs y tocó por primera vez con Grohl en Nirvana, el año antes de que muriera Cobain. "Nuestro trabajo es alcanzar esa visión o hacer algo que la supere." Grohl, que se crió en Springfield, Virginia, ha entreverado sus propias historias, como la epifanía de Naked Raygun y las lecciones de autosuficiencia en la escena punk de Washington, D.C., en Highways. "Mirate/Quemate el cerebro/¿Dónde está esa A.M.P?", pregunta Grohl en "The Feast and the Famine", citando el acrónimo "Actitud Mental Positiva" acuñado por Bad Brains, los punks de D.C.
"El aprecia la música", dice Virginia Grohl, la madre de Dave. "Tiene respeto por la historia, por las raíces." Ella crió sola a Dave y a Lisa, su hermana mayor, después de divorciarse de James, un periodista y poeta ocasional, cuando Dave tenía 6 años. Virginia, profesora de lengua y oratoria en una escuela secundaria, no se opuso a que Dave abandonara los estudios a los 17 años para salir de gira por Europa con Scream, su primera banda.
"Hablábamos mucho de música y del futuro", dice. "El dinero nunca fue un tema de conversación. Lo importante siempre era estar en una banda y poder ver a otras bandas. En ese momento ya estaba muy decidido." Virginia hace una pausa. "Ahora tiene mucho empuje. Ya no sé a qué velocidad está yendo. Está mucho más allá de lo que mis palabras pueden expresar."
"Dave no quiere entrar en el estudio y hacer un disco de manera tradicional", dice el productor Butch Vig, que trabajó en Nevermind, el álbum revelación de Nirvana de 1991, y co-produjo el LP Sonic Highways. "Quiere que haya una historia detrás que le dé relevancia." Además, señala Vig, "la gente lo sigue porque cree en su sinceridad. Eso se nota en la música. Es como si estuviera hecha por un tipo común y corriente".
En su estudio casero, en un rincón en el primer piso de su hogar, Grohl se comporta como un tipo que no puede creer la suerte que tuvo, y pone a todo volumen unos demos de guitarra arrolladora que grabó acá para Highways. El equipamiento es modesto: apenas hay lugar para un escritorio, un sillón y una cabina insonorizada chiquita con la batería. Hay que estirarse mucho para poder ver los 15 Grammys de Grohl, alineados en el estante más alto de una biblioteca.
"Tenés que imaginarme acá después de un día de actividades paternales", grita Grohl extasiado sobre una avalancha de guitarra con distorsión. "Ya me tomé tres cuartas partes de una botella de vino y estoy sentado acá en calzones, rockeando estos riffs toda la noche." Apenas son las diez de la mañana, pero Grohl está despierto desde las seis menos cuarto: les preparó el desayuno y las viandas a sus hijas Violet, de 8 años, y Harper, de 5, y las llevó al colegio. Acaba de volver luego de una parada en una gomería, donde arregló un pinchazo. En un rato, Grohl volverá a subirse al auto para manejar los quince minutos hasta Studio 606, el estudio donde la banda graba y donde Grohl está editando el episodio de Nueva York de Highways.
Entretanto, Grohl se prepara su propio desayuno tardío, se lo toma, lava los platos y me da un tour por la casa con una parada en una cuna mecedora de donde levanta a Ophelia, que nació en agosto, para una sesión de mimos y sonrisas. Al tiempo que hace todo esto, deja fluir alegremente comentarios llenos de puteadas y jerga de giras ("Dude", "badass") sobre su vida, su trabajo y los muchos amigos que tiene en el rock & roll. Hay anécdotas sobre un intercambio gracioso de e-mails con David Bowie, de una jam session con Prince, de que Paul McCartney aceptó venir a tomar una copa de vino a su casa. "No te das cuenta de la cantidad de cosas de los Beatles que tenés hasta que él viene a tu casa", dice Grohl con una risa levemente avergonzada, mientras pasa por al lado de un póster de Yellow Submarine que cuelga en una pared.
"¡Ni en pedo! ¡Para nada!", exclama Grohl cuando se le pregunta si se siente a la par de ellos. "Cuando tocás con Paul McCartney no te sentís a la par de él." Pero arriba en su estudio, Grohl cuenta una anécdota sobre una fiesta de Elton John en la noche de entrega de los Oscar, cuando se sentó en la misma mesa que la actriz Eve Hewson, la hija de Bono, de U2. "Le dije: ‘¿Puedo hacerte algunas preguntas sobre haberte criado con un padre que es una estrella de rock? Porque tengo tres hijas mujeres’. Y el Bono que ella me describió es mi preferido: el que prepara las viandas, lleva a sus hijos al colegio, les lee cuentos. Está claro que la mayoría de los músicos son así."
"Tengo que sacrificar horas de sueño para hacer las cosas que quiero", continúa Grohl. "Este último año tuve más responsabilidades que nunca en mi vida: el programa de televisión, el disco, la familia, mantener una banda durante 20 putos años. Es una locura. Pero son las cuatro cosas que más amo."
Cuando se le pregunta por las indulgencias típicas de una estrella de rock, Grohl contesta señalando, por una ventana, una camioneta Ford Falcon de 1965 estacionada en el frente de la casa, que de momento no anda. "Es increíble, pero es cara", dice en referencia a su mantenimiento. Grohl dejó de drogarse –ácido, hongos y marihuana– cuando tenía 20 años. "Hasta el día de hoy, nunca probé la cocaína. Porque me conozco", dice, en alusión a su ya acelerada personalidad. "Nunca probé la heroína. Las pastillas son una pelotudez. Me gusta el vino. Soy el borracho divertido. Cuando me callo, ahí te das cuenta de que estoy hecho mierda."
"No me copa el exceso de la estrella de rock", agrega Grohl. "Cuando Nirvana se hizo conocida, alquilaba una casa con un amigo. Tenía un futón, una lámpara y un armario para mi ropa. Diez millones de discos después, todavía estaba en ese cuarto trasero con el futón, la lámpara y el armario. No sabía qué comprarme. Esto ya es mucho para mí", dice señalando un par de guitarras que cuelgan en la pared de su estudio. "No sé qué más hacer. Me pierdo."
De repente, Grohl se levanta de la silla de un salto. "Deberíamos ir yendo", dice alegre. "Tengo que ir a mi otra oficina."

En septiembre de 2013, Grohl, parado en un pasillo del Studio 606 con las paredes llenas de pósters de recitales y placas de ventas de álbumes, me describió su idea para Sonic Highways. Dos semanas después, Grohl estaba en Nueva York entrevistándome para la serie en The Magic Shop, un estudio legendario del Soho donde Bowie, Lou Reed y Sonic Youth grabaron discos importantísimos. (No me pagaron por mi participación.)
"Nunca me consideré un director de cine", dijo Grohl después. "No sabía qué significaba ser director más allá de haber hecho un par de videos tontos de Foo Fighters." Pero contar historias es algo natural para él. Vig señala que Grohl se toma una o dos horas durante los ensayos de la banda para charlar. "Nos relaja a todos", dice el productor. "No te preocupás por ese acorde del puente. Te enganchás con la vida y obra de Dave Grohl."
El estilo de Grohl como entrevistador fue igual de relajado. "Llegaba a estas entrevistas", dice, "con preguntas reales, cuyas respuestas no conocía. Las consideré un aprendizaje". En Nueva Orleans, abrió su charla con Ben Jaffe, que toca la tuba en la Preservation Hall Jazz Band y además es su director creativo, diciéndole que no sabía nada sobre la ciudad ni sobre el jazz. "La conversación giró en torno a eso", dice Grohl. "Juntás a dos músicos –en el fondo de un micro, en un bar– y la conversación generalmente fluye."
La entrevista de Grohl con Obama no fue su primera visita a la Casa Blanca. En 2010, cuando le dieron a McCartney el Premio Gershwin de la Biblioteca del Congreso, Grohl –un veterano de los recitales de punk Rock Against Reagan de los 80– cantó "Band on the Run" en la Sala Este con Obama en primera fila. Esta vez, se reunió con el Presidente para una filmación, en principio, de 15 minutos. "Era un día complicado para él", dice Grohl. "Estábamos volviendo a Irak. Esto era lo último que tenía en la agenda ese día." Pero los 15 minutos se convirtieron en 45. Obama "se aflojó la corbata y se dejó llevar".
Grohl se guardó ese encuentro para el último episodio de Highways. "Hablé con él por una razón", dice Grohl, que se inclina sobre su silla para agregar énfasis, "y te la voy a decir: quería hablar con Obama sobre el hecho de que Estados Unidos es un país donde la oportunidad de realizar tus sueños es real, desde Buddy Guy y su guitarra hecha con el mosquitero de su porche hasta un pibe de Springfield, Virginia, que termina tocando en el Salón de la Fama del Rock and Roll". Grohl ingresó junto con Nirvana en el Salón este año. "E incluso un chico de Hawái que se convierte en el primer presidente afroamericano."
"Estas cosas pueden llegar a pasar en nuestro país", continúa Grohl, casi gritándole al grabador. "¿Así que por qué no hacerlas vos? ¿Por qué no buscar eso que no sabés hacer y ponerte a hacerlo? La oportunidad está ahí."
Hay que señalar que el título completo de la serie es Foo Fighters: Sonic Highways, y en los créditos del disco se lee: "Todas las canciones compuestas por Foo Fighters". A Grohl no le gusta trabajar solo. "Las canciones son de Dave", dice Shiflett, de 43 años, un nativo de Santa Bárbara que se unió a los Foo en 1999. "Si las tocara con otra banda, seguirían siendo buenas canciones. Pero no serían estas canciones."
"Hace un tiempo escuché que Dave le dijo a alguien: ‘Lo que necesitás es una banda que suene muy bien’", dice Smear. "‘Eso hice yo’."
No fue sencillo. "No tenía ningún plan", dice Grohl de su situación en 1994, luego de la muerte de Cobain. Recuerda un viaje a Irlanda en el que manejó "en el medio de la nada, feliz de haberme alejado de todo", hasta que vio a un pibe haciendo dedo en la ruta con una remera de Cobain. "En ese momento, pensé: ‘Tengo que hacer algo’."
En julio de 1995, Grohl lanzó Foo Fighters, un disco en que compuso, cantó y tocó casi todo él solo. Después armó una banda para poder tocar las canciones en vivo, con Smear y Mendel en la primera formación. Grohl tuvo que aprender a liderar una banda por las malas: echó a uno de los primeros integrantes, Franz Stahl, un amigo de la época de Scream, y perdió a varios otros. (Smear se fue en 1997 pero volvió 9 años más tarde.)
Mendel, de 45 años, confiesa que en un principio dudó cuando Grohl les contó a los otros Foo sus planes para el programa y el álbum en una reunión de la banda. Pero el bajista no dijo nada en ese momento. "Aprendí a callarme, a dejar que una idea se desarrolle", dice. "Nuestro rol no es tirarle todo abajo. Dave no necesita eso. El tiene su propio criterio."
"Si Dave está entusiasmado con hacer un disco, mi trabajo es ayudarlo con lo que él quiera hacer", dice Hawkins, que tocó la batería con Alanis Morissette antes de unirse a los Foo, en 1997. Cuando Grohl está irritable, no les grita. "Empieza a hervir por adentro", en palabras de Vig. "Le cambia el tono de voz. Se queda callado, se pone serio."
Lo más cerca que estuvo Grohl de disolver la banda fue durante una gira en 2001 de los Foo Fighters, cuando Hawkins sufrió una sobredosis en Londres. Para Grohl, que soportó la adicción de Cobain a la heroína, la historia amenazaba con repetirse. Estuvo al lado de Hawkins en el hospital durante doce días, hasta que el baterista se recuperó. Más tarde, Grohl recibió una carta de su madre: "Tu naturaleza altruista es algo que me enorgullece. Buscá la palabra en el diccionario". Grohl se ríe. "No sabía que existía esa palabra." A Hawkins, ahora casado y con dos hijos, no le gusta recordar lo que llama "mi festival de derrape". Pero confiesa una lealtad absoluta hacia Grohl: "Es el mejor líder que hay en el rock y punto".
"Conozco la dinámica de esta banda", dice Grohl. "Pat suena como una bomba que explota en el parlante. Chris es el guitarrista más perfecto y firme que yo conozco. Nate prefiere las notas altas. Taylor es un animal salvaje del carajo. Y yo soy el que le pone ganas. Lo mejor de estar rodeado de gente a la que amás es que podés acercarte y decirles: ‘Tengo una idea: confíen en mí’. Y ellos te dicen: ‘Está bien’."
"Haber sido el baterista de Nirvana no tiene ni punto de comparación con haber sido el cantante de una banda nueva después de eso"
Las fotos de infancia de Grohl que aparecen en los episodios de Chicago y Washington de Highways por lo general lo muestran posando para la cámara o mostrando una sonrisa enorme y llena de dientes. Virginia dice que Dave era "un chico feliz", incluso después del divorcio. "La gente siempre quería estar con él." A su madre no le gusta mucho que putee tanto. "Decidí que es la jerga del rock & roll, parte de su lenguaje. No se comunica así todo el tiempo. Con las nenas no lo hace, por ejemplo. Gracias a Dios."
"Es el ADN de mi mamá", dice Grohl en referencia a su constante buen humor. "Ella era una profesora de escuela pública con dos hijos, que ganaba 18 mil dólares por año y tenía tres trabajos. Nunca se quejó. Nunca sentí que nos faltara nada. ¿Cuánto necesitás?" Esa misma actitud es la que asumió en las giras. "La primera vez que crucé el río Mississippi fue en una camioneta Dodge con Scream. Pensé: ‘¿Esto es Des Moines? Dios mío, ¡es increíble!’."
El padre de Grohl murió este año. Cuando era más chico el contacto era escaso, pero se reconectaron, dice Dave, "cuando maduré". Según él, James Grohl –un tipo conservador políticamente que se convirtió en redactor de discursos y manager de la campaña de un senador republicano de Ohio– le inculcó su amor por el whisky, "la manera de aclararme la garganta" y "la escritura". "El me decía: ‘Escribís con mucha fuerza, y la fuerza es poder’. Me encantaba leer las cosas que él escribía. Me acuerdo de un poema sobre el olor del jamón. Había usado la palabra ‘fragante’."
Después de que sus padres se separaron, Grohl se grababa con una casetera: hablaba de sus problemas, de sus miedos del día, y después se quedaba dormido escuchando la grabación. "Empecé a encontrar ahí una especie de lugar seguro", dice Grohl ahora, "donde sólo tenía que confiar en mí mismo para sobrevivir a mis emociones".
Esa seguridad le vino bien cuando se unió a Nirvana, en 1990, convirtiéndose así en el sexto baterista de la banda después de que Cobain y el bajista Krist Novoselic lo vieran tocar con Scream en San Francisco. Grohl explica la química de Nirvana de esta manera: "Yo celebraba la vida pegándole duro a la batería. Kurt cuestionaba la vida a través de sus canciones". Y Novoselic "era el motor. Krist era el que lograba levantarlo y sacarlo para que se ocupara de las cosas".
"Dave era el típico pibe descarado y gracioso", dice Novoselic. "En una camioneta perdés mucho tiempo, tenés que esperar para subir al escenario, pasás mucho tiempo sentado." Grohl era el que siempre "veía o decía algo divertido".
"Dave tenía un estilo buenísimo", dice Vig sobre las sesiones de Nevermind. "Componía un fill, y después lo repetía como motivo." Vig toca sobre la mesa de un restaurante uno de los licks de Grohl de "In Bloom". "Toca la batería bastante parecido a como compone las frases de guitarra."
Y sin embargo, en el otoño de 1993, en su última entrevista con Rolling Stone, Cobain estaba preocupado por Grohl. Dijo: "El todavía cree que puede ser reemplazado en cualquier momento… supongo que Dave necesita que le demuestren confianza de vez en cuando". Grohl se encoge de hombros cuando se le recuerda esa cita, y señala que se fue de Nirvana "un par de veces", frustrado, antes de la muerte de Cobain, y que una vez escuchó que el guitarrista le decía a alguien en el backstage después de un recital: "Dave está tocando como el orto". "Es peligroso quedarse enganchado con eso", dice Grohl, "porque Kurt ya no está más y yo tuve momentos increíbles con él, en los que me sentí absolutamente necesario".
De hecho, sostiene, "la vulnerabilidad de haber sido el sexto baterista de Nirvana no tiene punto de comparación con haber sido el cantante principal de una banda nueva después de Nirvana. Me pasé años aguantando las balas, peleándola. La gente me tenía bronca. Fueron muchos años de mi vida: en cada una de las reviews o cada vez que me sentaba a hablar con un periodista".
"No espero que todo el mundo ame esta banda", dice Grohl sobre Foo Fighters. "Pero pienso lo mismo que hace 20 años: me importa un carajo lo que digan. Tengo que hacer esto para sobrevivir."
Novoselic, que es amigo de Grohl y todavía toca con él de vez en cuando, describe un recital de los Foo que vio hace tres años: "El lugar estaba repleto y Dave estaba ahí adelante: es su show. Miré para arriba y había una mujer en las gradas que cantaba y bailaba con las canciones. Pensé: ‘Trabajó todo el día, todo el mes, y ésta es su noche’. Eso es lo que le da Dave a la gente. Recuerdo que dije para mis adentros: ‘Qué bueno para ella. Y qué bueno para Dave’".

Lo que nunca ha hecho Grohl con los Foo Fighters es tocar canciones de Nirvana. "No me imagino haciendo eso", dice bajando el tono. "Esas canciones son como habitaciones en el piso de arriba que clausuraste con llave porque la persona desapareció." El ingreso de Nirvana al Hall of Fame en abril fue una excepción dramática: Grohl, Novoselic y Smear resucitaron cuatro clásicos de Cobain con una serie inspiradora de vocalistas femeninas como St. Vincent y Lorde. Más tarde, la banda dio una fiesta en Brooklyn donde tocaron más temas de Nirvana con fans como J Mascis.
Esto, dispara Grohl, "fue un bautismo del carajo, con inmersión en el río y todo. La primera vez que tocamos ‘Scentless Apprentice’ en la sala de ensayo, Nirvana estaba ahí de vuelta, hermano". Grohl se corrige: "No era Nirvana, pero nos quedamos sin palabras. Me di cuenta: ‘Por esto a la gente le gustaba tanto’. Por supuesto", señala, el día después del ingreso al Hall of Fame, "la gente esperaba que tocáramos en otros lugares. Pero lo especial fue que sucedió sólo una vez".
Grohl describe su rol en los asuntos diarios de Nirvana, como por ejemplo la reciente reedición de Nevermind e In Utero, de 1993, como "no demasiado importante". Novoselic "es el verdadero esteta de Nirvana. Yo no soy la primera opción". Para Grohl, Nirvana sigue siendo "la banda de Kurt y Krist".
Pero mientras maneja hacia el Studio 606, Grohl menciona un punto de inflexión en esa noche del ingreso al Hall of Fame: cuando Courtney Love, la viuda de Cobain, se dio vuelta durante su discurso de aceptación y lo abrazó. Los dos se habían enemistado desde la muerte de Cobain; en 2001, Love les inició juicio a Grohl y a Novoselic por el control del catálogo de Nirvana. (Finalmente llegaron a un acuerdo.)
Grohl estaba nervioso cuando ella llegó esa mañana a la ceremonia. "Hacía mucho que no la veía y habían pasado demasiadas cosas", dice. Después, vio a Love caminando entre la multitud. "La agarré del brazo y se dio vuelta. Vi a la Courtney Love que conocí en 1990, cuando yo estaba en Los Angeles tocando la batería en L7. Al carajo con todo lo demás. Tengo mejores cosas que hacer que seguir enganchado con el pasado."
"La saludé", continúa. "Ella me saludó. Nos abrazamos. Le pregunté: ‘¿Estás bien?’. Me dijo: ‘Sí, estoy bien. ¿Cómo estás vos?’. Le dije: ‘Bien. Vamos a hacer esto’."
Grohl hace una pausa mientras entra al estacionamiento del 606. Se da vuelta y sonríe. "Y ahora pienso que tal vez podemos ser amigos."
"No espero que todo el mundo ame a esta banda. Pienso lo mismo que hace 20 años: me importa un carajo lo que diga la gente"
En el Cubby Bear, sentado en un banco en el salón del primer piso, Grohl me muestra uno de sus varios tatuajes, éste en la cara interior de su brazo derecho: el símbolo del infinito dentro de unas líneas que dicen: "Al final, todos venimos de lo que ha venido antes". Grohl se lo hizo hace un par de meses, la semana en que murió su padre, seis días antes del nacimiento de su hija.
"Trato de no engancharme demasiado con el pasado", dice Grohl. "Pero no estaría acá si no fuera por eso" –acabamos de terminar de conversar sobre Nirvana– "y no tendría nada que me entusiasme". Echa un vistazo a la sala, sonriendo, mientras los otros Foo se preparan para el recital. "Estoy muy ansioso por lo que vendrá."
Por ahora, serán recitales en los venues de las ciudades que aparecen en Sonic Highways, hasta que la serie termine. La gira mundial en 2015 incluye una fecha en agosto en Chicago, frente al Cubby Bear, en el estadio Wrigley Field. (El tour pasará este mes por Argentina, cuando toquen el 18 en el Estadio Unico, en La Plata.)
"Hace 40 años que no se puede tomar un minuto para él", dice Virginia. "Pienso mucho en eso. Algún día le va a bajar el cansancio y va a tener que dormir diez años seguidos."
"Nunca se termina", dice Grohl, asintiendo a una señal de un miembro del equipo que le avisa que ya casi es hora de subir al escenario. "Ya sé lo que vamos a hacer para nuestro próximo disco. Creo que nadie lo hizo todavía. Y es muy copado. Les va a volar la cabeza a todos. Nadie tiene las pelotas para hacerlo."
"Y para eso faltan tres años", sigue Grohl. Foo Fighters estará por cumplir su tercera década y Grohl estará cerca de los 50: un largo recorrido desde que vio su primer show en el Cubby Bear.
"Ya sé", dice con una carcajada. "Mi parte preferida de los recitales a beneficio en Bridge School que hice para Neil Young fue elegir quién iba a trabajar para Neil. Todos tenían el pelo largo canoso, atado en una cola de caballo hasta el culo, vestían overoles y caminaban muy lento."
"Así voy a ser yo en 20 años", promete Grohl. "Voy a caminar muy lento, voy a tener una cola de caballo larga hasta el culo, y voy a estar más feliz que nunca."
Por David Fricke
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