El día que Hollywood se casó con la Realeza: la boda que paralizó al mundo y terminó de la peor manera
La vida de la actriz estuvo marcada por la fama, el amor, la tristeza y la tragedia; dejó atrás su carrera para casarse con Rainiero III y convertirse en la princesa de Mónaco; las sombras de su matrimonio y la tragedia que la llevó a la muerte
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Grace Patricia Kelly fue una figura icónica no solo en el mundo del cine, sino también en la realeza. Una mujer única que deslumbró con su talento, su elegancia y su peculiar belleza. Cuando estaba en su mejor momento como actriz y acaparaba toda la atención en Hollywood, decidió pegar el gran volantazo de su vida -cuestionado años después-: dejó su carrera para casarse con el príncipe Rainiero III de Mónaco.

Grace nació el 12 de noviembre de 1929 en Filadelfia, Estados Unidos, en una familia de clase alta. Su papá fue el mejor remero individual del mundo de ese momento y, además, un empresario exitoso de la construcción. Su mamá, por su parte, profesora de educación física de la Universidad de Pensilvania y modelo. Además, tenía dos hermanas más grandes y uno más chico. Y su tío, George Kelly, fue un conocido dramaturgo, ganador del Premio Pulitzer.
Aunque adoraba y admiraba a su papá, no se sentía atraída por la actividad física, a diferencia de sus hermanos deportistas; su pasión estaba en las artes escénicas. En el documental De Hollywood a Mónaco: La increíble vida de Grace Kelly realizado por SLICE Iberia, Robert Dornhelm, director de cine y amigo personal de la actriz, reveló: “Ella me contó que su padre pensó que ella fracasaría, que sería una perdedora si se convertía en actriz. ‘Esa no es una carrera para alguien como tú’, le dijo".

A pesar del poco apoyo de sus padres, ella insistió y decidió inscribirse en la Academia de Artes Dramáticas de Nueva York (American Academy of Dramatic Arts) en 1947, a sus 18 años. Para ello, contó con el apoyo de su tío George.
Así fue que, gracias a su determinación, constancia y compromiso, logró convertirse en la reina de Hollywood. Trabajó con algunos de los actores más icónicos de industria cinematográfica estadounidense de la época y fue musa de Alfred Hitchcock, quien la consideraba la actriz perfecta para sus thrillers. La llamada fatal (Dial M for Murder) y La ventana indiscreta (Rear Window), ambas estrenadas en 1954; y Atrapa a un ladrón (To catch a thief), fueron las tres películas del mencionado director que Kelly protagonizó.
Actuó en un total de 11 largometrajes de ficción a lo largo de su carrera cinematográfica, que, aunque fue relativamente breve, dejó un legado enorme. Además de sus películas, participó en alrededor de 26 producciones televisivas entre 1948 y 1952, principalmente en series y programas muy populares en esa época. También intervino en tres documentales, sea como narradora o como figura central, y actuó en dos obras de teatro, lo que le permitió demostrar su versatilidad como actriz antes de dejarlo todo para casarse con el príncipe Rainiero de Mónaco, en 1956.
Un año antes de alejarse de Hollywood, ganó un Oscar como mejor actriz por su papel en La angustia de vivir. “La emoción de este momento me impide decir lo que realmente siento. Solo puedo decir gracias con todo mi corazón a todos los que hicieron esto posible para mí”, dijo al subir al escenario.

Un matrimonio que ¿nadie vio venir?
Rainiero Louis Henri Maxence Bertrand Grimaldi y Grace Patricia Kelly se conocieron el 6 de mayo de 1955 durante una sesión de fotos en Mónaco, organizada por la revista Paris Match. Pierre Galante, el fotógrafo de la revista, habría tenido la idea de organizar la sesión fotográfica entre ambos y la actriz, con pocas ganas, accedió. Es que había viajado al sureste de Francia para presentar su película Para atrapar al ladrón en el Festival de Cine de Cannes.
El encuentro entre ambos fue en el Palacio de Mónaco. Luego de la sesión, el príncipe la llevó a pasear por los jardines y le mostró su colección de animales exóticos, entre los que habría un tigre asiático. La revista detalló que el paseo duró 45 minutos y que solo faltó la luz de la luna. A poco de regresar a Estados Unidos, recibió una carta de él y comenzó a crecer el amor entre ambos.

Estuvieron durante ocho meses enviándose mensajes a través de un papel. Fue, finalmente, él quien viajó a pasar la Navidad a la casa de los Kelly y le hizo la gran propuesta de matrimonio. Esa fue la segunda vez que se vieron y, totalmente enamorada, ella dijo que sí.
Grimaldi era seis años mayor, hablaba inglés perfectamente y estudió ciencias políticas en Francia. Además, estaba condecorado con la Croix de Guerre (Cruz de Guerra) por su valentía al participar en la campaña de Alsacia.
El 5 de enero de 1956, unos días después de que el príncipe se arrodilló ante Grace para pedirle matrimonio, el compromiso se anunció oficialmente. “Casarse es un paso muy grande para cualquier chica y yo, por supuesto, tengo muchos sentimientos al respecto y es algo muy emocionante y estoy muy feliz”. Así anunció la actriz que se despedía, al menos por un tiempo, de la industria cinematográfica de Hollywood para casarse con un príncipe europeo, lo que era algo inimaginado para la época.

Filmó su última película, Alta Sociedad, con su anillo de compromiso de Cartier puesto, regalo del príncipe. Ese trabajo marcó su retiro del cine para convertirse en princesa, sin saber lo que el destino tenía preparado para ella.
El polémico matrimonio de Grace Kelly y el príncipe Rainiero III
Los ojos del mundo estaban puestos en la boda del siglo. En ese entonces, el Código Napoleónico de Mónaco y la Iglesia Católica Romana exigían la celebración de dos ceremonias, una civil y otra religiosa. Para la primera, se decoró todo el Palacio de Mónaco, el cual recibió a tres mil invitados. La celebración litúrgica, por su parte, se llevó a cabo en la catedral de San Nicolás y se trasmitió en vivo y en directo por televisión, lo que permitió que 30 millones de espectadores siguieran cada instante.

El 19 de abril, Grace Kelly llegó a la catedral en un Rolls-Royce Phantom IV blanco y caminó de la mano de su padre ante las cámaras y los micrófonos de 1800 periodistas. Se trató de un espectáculo mediático global sin precedentes para la época, que fue filmado exclusivamente por Metro-Goldwyn-Mayer (MGM).
El Príncipe permitió que la boda se televise para que la firma acepte la finalización del contrato de la actriz, ya que estaba obligada a participar en una cierta cantidad de películas y MGM tenía el control de su carrera y su imagen hasta ese momento.

Como princesa, se ganó el cariño del pueblo de Mónaco. Es que Grace aceptó y encaró la vida de la nobleza con mucho compromiso u entusiasmo, lo que dejó como un capítulo lejano su exitosa carrera en Hollywood.
Tomó como causa propia la Cruz Roja y la presidió. También, visibilizó distintas cuestiones y luchó por los derechos de los niños, la ayuda para los más necesitados y el apoyo a los refugiados. Organizó distintos bailes y eventos mundialmente famosos en Mónaco, a los que invitó a sus amigos famosos para recaudar fondos para obras benéficas. Incluso, decidió dar difusión la cultura y ayudar a artistas que se encontraban en dificultades. Sus responsabilidades como verdadera princesa no estuvieron exentas de un estilo de vida con muchas exigencias.

A pesar de que se volvió muy popular y querida en el pricipado, no logró nunca que su suegra, Carlota, la acepte, debido a que la consideraba una mujer extranjera sin raíces nobles ni linaje digno. No era de la aristocracia europea ni tenía títulos nobiliarios, pero supo desenvolverse muy bien en ese rol, aprendió las costumbres de la corte y se ganó el respeto de muchos dentro y fuera de Mónaco.
Además, le tocó padecer a su cuñada, la Princesa Antonieta, quien como su suegra, tampoco la quiso. En realidad, siempre intentó desestabilizar a su hermano, quizá por celos o por su interés en conservar cierta influencia dentro del principado. En la película biográfica Grace, Princesa de Mónaco -que fue protagonizada por Nicole Kidman-, se la describe como ambiciosa y con el deseo de que su propio hijo, y no los hijos de Rainiero y Grace, asciendan al trono. Por eso, se sugirió que estuvo involucrada en complots para desestabilizar la posición de su hermano como soberano.
Sin embargo, la llegada de Grace Kelly a la vida de Rainiero marcó un cambio profundo: le dio estabilidad emocional, consolidó su imagen como soberano y, lo más importante, aseguró su legado con la llegada de los herederos.
Apenas unos nueve meses después de su boda, recibió a su primera heredera al trono: la princesa Carolina, que nació en 1957. Catorce meses después, nació el único varón, Alberto —hoy Príncipe de Mónaco y casado con Charlene Wittstock—, y siete años después, en 1965, la princesa Estefanía.

Pero, lejos de un cuento de hadas, la realidad fue mucho más compleja. A pocos meses de la boda, comenzaron a circular rumores que vinculaban al príncipe con distintas mujeres, con quienes mantenía relaciones breves y esporádicas. Así fue que la infidelidad se convirtió en una de las grandes sombras que empañaron el matrimonio real.
El libro de la biógrafa Wendy Leigh, True Grace: The Life and Times of an American Princess, publicado en 2007, reveló una imagen mucho más compleja y menos idílica de ella. A pesar de la felicidad que mostraba, Leigh expuso décadas de desdicha y soledad en su vida. Incluso, llegó a mencionar que también tuvo romances antes y después de su matrimonio, al igual que su marido.

A pesar de que los rumores de las infidelidades representaron un escándalo en su momento, Grace tomó la decisión de cuidar a su familia y criar a sus hijos con dedicación. Al mismo tiempo, supo desempeñarse como esposa de un jefe de Estado y cumplió con sus obligaciones protocolares.

En la última entrevista que concedió a Pierre Salinger para el programa ABC 20/20 en Mónaco, el 22 de junio de 1982, habló sobre las especulaciones al rededor de su matrimonio y de cómo lidió con la prensa. “Mi marido y yo somos figuras públicas y lo aceptamos, pero a mis hijos no les gusta. Para ellos es difícil, porque los paparazzi les siguen sin parar. Ellos no tienen la culpa, intentan ganarse la vida, son los editores los que compran las fotos. Se inventan cosas, romances que no existen. Es muy desagradable", aseguró. Con respecto a la crianza de los herederos al trono, comentó: “Siempre hemos intentado criar a nuestros hijos con nuestros amigos adultos, que estuvieran juntas todas las edades, era más beneficioso y divertido para todos”.
“Me gustaría ser recordada como alguien que hizo bien su trabajo, que fue compasiva y amable”, agregó en aquel entonces. Pero nadie imaginó que apenas tres meses después de aquella entrevista llegó su trágico e inesperado final.
Un trágico final, al igual que Lady Di
Grace Kelly y Diana Spencer fueron las princesas más queridas por el pueblo, pero sus historias se conectan por más de una razón. Ambas abandonaron sus vidas previas por amor, asumieron con entereza las exigencias de la corona y lograron, casi de inmediato, conquistar el afecto de millones, aunque el amor incondicional de sus hijos fue su mayor consuelo. Sin embargo, sus cuentos de hadas se vieron empañados por una dolorosa realidad: la traición de sus respectivos príncipes, el asedio incesante de la prensa y un final trágico en accidentes automovilísticos.

Lo cierto es que las dos se conocieron en un evento de beneficencia en Londres, precisamente en el Palacio de Buckingham, que fue además el primer compromiso oficial de Diana como prometida del príncipe Carlos. Allí lograron tener una fuerte conexión; no obstante, después de aquel día, nunca más volvieron a verse.

La muerte de Lady Di en París estremeció al mundo entero, sin embargo, la partida de Grace Kelly ya había calado hondo en la conciencia global de su tiempo. El 14 de septiembre de 1982, mientras estaba con su hija Estefanía y manejaba un Land Rover, tuvo un accidente que terminó con su triste partida. En una curva peligrosa cerca de La Turbie perdió el control del auto, chocó contra un muro y cayó por un barranco de más de 30 metros. La adolescente, que en ese momento tenia 17 años, sobrevivió al impacto, mientras que Grace falleció al día siguiente a causa de una hemorragia cerebral en el hospital Princess Grace. Tenía un fémur roto y heridas en la clavícula, costillas y cabeza.

Aquel hecho significó un golpe devastador para la familia real, especialmente para su hija menor, que se vio envuelta en distintas versiones y especulaciones que sugirieron que ella, y no su madre, iba al volante al momento del trágico accidente. Estas teorías, nunca confirmadas, marcaron profundamente su vida y aumentaron el peso emocional del duelo que atravesó. Los tres herederos eran muy unidos a la actriz y ni ellos ni Rainiero volvieron a ser los mismos desde aquel día.
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