La banda de Hayley Williams se convirtió en la mayor atracción de la primera jornada del Personal Fest
Bastaba recorrer el Club Ciudad de Buenos Aires y ver las remeras del público para entender quién se quedaría con la localía en la primera jornada del Personal Fest. En su tercera visita porteña, Paramore sacudió y conquistó gracias al magnetismo innegable de Hayley Williams y a la fuerza de sus músicos, en especial del retornado baterista Zac Farro.
Llegar a este estado de gracia implicó aprender el arte de la supervivencia. Williams, de 28 años, se casó y se divorció, armó y desarmó a su banda, y expandió los horizontes sonoros del punk emocional y el electro-pop juguetón con varias escalas, algo evidente en la apertura de la canción “Hard Times”. Ese espíritu de angustia existencial y optimismo a base de brillantina, una cruza extraña entre Khaleesi y Cyndi Lauper, parecen superarla metafísicamente: sacudió con furia sus mechones platinados en “Ignorance”, bailó y festejó en “Still into you”, y arengó a todo el campo en la épica “Daydreaming”.
Con el intento de traer a un festival el eterno axioma punk del Do It Yourself, la cantante se acercó a su audiencia, brindó por ellos, rememoró el décimo aniversario de Riot (2007) y se despachó con una furiosa versión de “Misery Business”, que hasta incluyó a un fan disfrazado de ella arriba del escenario. “Espero que estén acá la próxima vez”, dijo agradecida Williams antes del doble golpe de efecto con “Caught in the middle” y “Rose-colored boy”, con el que Paramore dejaba atrás un show memorable.