Graciela Alfano y su historia de amor con Enrique Capozzolo: flechazo, pasión, infidelidades y un divorcio escandaloso
Estuvieron juntos once años, tuvieron dos hijos y se divorciaron muchos años más tarde, en un juicio que ella perdió por adulterio
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Cuando Graciela Alfano conoció a Enrique Capozzolo acababa de separarse de Andrés Ruskowski, quien fue su primer marido cuando ella estudiaba ingeniería y todavía no era una figura del espectáculo vernáculo. Con él tuvo a su primer hijo, Nicolás. En los 70 ganó varios concursos de belleza y empezó a trabajar en cine, en películas con los Superagentes Tiburón, Delfín y Mojarrita (Ricardo Bauleo, Víctor Bo y Julio De Grazia).
Luego, el director Manuel Antín se fijó en ella y la llamó para protagonizar La invitación, con Rodolfo Bebán, Pepe Soriano y Ulises Dumont. Fue entonces, en 1981, cuando conoció a Capozzolo, que era el productor de la película. Fue un flechazo y tuvieron un romance apasionado que dio mucho que hablar.
Se casaron al año siguiente en Paraguay y luego en nuestro país. Fueron padres de Gonzalo y Francisco. En 1993, se separaron, aunque firmaron el divorcio muchos años después, en 2007, y en medio de un escándalo. Capozzolo decía que era Alfano quien no quería divorciarse. Finalmente, iniciaron el juicio de divorcio que ella perdió, por adulterio. “Yo había sido infiel, pero él también y con la abogada que lo representaba”, contó la actriz hace algunos años. Por ese entonces, Alfano tuvo un affaire con su propio abogado y lo blanqueó cuando las cartas ya estaban echadas: “Un día vino y me dijo ‘lo perdimos’... Él comprobó que vos habías sido adúltera y, lamentablemente, nos olvidamos de poner adulterio como causa de divorcio. Yo tenía una furia tremenda... El otro estaba con la abogada y la novia muy tranquilos [...] Y yo perdí un juicio por infidelidad, aunque las nuevas generaciones no lo puedan creer”.

Hace dos años, Alfano y Capozzolo se reencontraron y hubo intenciones de reavivar ese fuego, pero la relación terminó cuando él le confesó que estaba conociendo a otra persona, lo que hirió profundamente a la actriz: “Con Quique tuve un gran amor. La mejor época fue cuando tuvimos a los chicos y dejé de trabajar hasta los 90... Treinta años después hubo una breve reconciliación porque con mis problemas de salud, él me llamaba por teléfono casi todos los días, al igual que mis hijos. Y bueno, una cosa llevó a la otra... Solo puedo decir que, en términos generales, hoy hay dos tendencias. Una es casarse con uno mismo, que es lo que estoy proponiendo todo el tiempo. Y la otra es chonguear con el ex, que es fantástico, lo mejor que hay. Uno cambia de pareja, pero siempre está con el mismo modelo".
Y agregó, en diálogo con el programa Agarrate Catalina (La Once/Diez), “Sin embargo, cuando volvés con una persona del pasado te encontrás con un ser diferente. La relación es distinta porque ya tuvimos hijos, nietos, otras relaciones... Me resultó muy gracioso decir ‘chonguear’ porque me imaginaba a mis nietas, ya adolescentes, diciendo ‘mis abuelos chongueaban’”.

Todo parecía viento en popa, pero las cosas cambiaron a los pocos meses, cuando Capozzolo le contó que estaba empezando otra relación: “La engañó a la otra conmigo. ¿Y yo qué vengo siendo? Porque no entiendo dónde estoy parada. Así que se terminó en el instante en que me dijo ‘estoy conociendo a alguien’. Ya está. Me sentí humillada, me sentí ofendida”, dijo por entonces a la prensa. “Yo desconocía que él estaba saliendo con alguien porque si no no me hubiera enganchado. No tengo ganas. Soy sorora, y no le hubiera pateado el rancho a nadie”, aseguró.
Una infidelidad que dio que hablar
Hace algunos años contó en Intrusos que le había sido infiel a Capozzolo con Carlos Saúl Menem. Se conocieron cuando él era todavía gobernador de La Rioja y hubo un chispazo. “Después, cuando fue presidente, él eligió el campo Las Acacias que era de mi entonces marido, Enrique Capozzolo, para recibir a la prensa extranjera. Ahí es donde nos hicimos más cercanos porque empezamos a compartir muchas charlas y encuentros para poder organizar todo eso. Y él tuvo un enamoramiento impresionante, me decía: ‘tengo la banda presidencial, así que soy alto, rubio y de ojos azules’. Y yo le respondía: ‘Vos sos presidente hace dos minutos, pero yo soy Graciela Alfano hace veinte años. El poder lo tengo yo’.
“Yo estaba casada con Quique, que era funcionario en la Secretaría de Turismo, pero Menem se enamoró de mí. A tal punto, que cuando se separó de Zulema Yoma me pidió que fuera a vivir a la Quinta de Olivos con él... Pero le dije que no porque quería mantener mi matrimonio y mi familia, y tampoco me quise embarcar en esa; no quise dar ese paso. Muchas veces he dicho públicamente que la fidelidad nunca fue mi fuerte. Y el de mi exmarido tampoco, así que ese no era un tema. Como no acepté su propuesta, la relación se fue enfriando y dejamos de vernos”, detalló.
Sus hijos, sus tesoros

Graciela Alfano suele hablar de su vida amorosa, de sus escándalos del pasado [por estos días se pasea por los programas de televisión a raíz de su cruce con Susana Giménez por el Tapado gate], pero mantiene en la intimidad la relación con sus hijos. Sin embargo, hace unos años contó que no fue fácil el vínculo con su hijo Nicolás: “Mi madre fue la responsable de alejarme de mi hijo mayor. Ahora hemos recuperado un vínculo magnífico, pero ella me robó a ese hijo. Ella le hablaba mal de mí, generó una distancia fea durante muchos años, y fue muy doloroso porque yo también era víctima. Él se oponía a mí. Pasé cosas dolorosísimas”, contó.
También explicó por qué casi no publica fotos familiares: “Traté de mantener toda esa parte de mi vida en un misterio porque sabía que mis hijos alguna vez iban a ser hombres y sentía que la decisión de exponerlos era de ellos. No quería que ingresaran a un mundo difícil en el cual siempre estás en el ojo de la tormenta. No sabía si ellos iban a querer eso... y no quieren porque mis tres hijos tienen perfil bajo". Lo mismo sucede con sus tres nietas: Nina, Maia (hijas de Gonzalo) y Catalina (hija de Francisco). “A mis nietas les doy el permiso para que se diviertan y para que disfruten... Muero por subir fotos y videos a mis redes sociales, pero respeto la decisión de mis hijos de mantener un perfil bajo. Y ellas elegirán cuando sean grandes, en todo caso”.
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