Estación Once: desconcertante y fascinante relato de supervivencia en un mundo atravesado por una pandemia
La serie de Patrick Somerville para HBO Max le escapa al efectismo y pone su atención en el modo en que sus personajes son impulsados, pese a todo, a seguir adelante
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Estación Once (Station Eleven / Estados Unidos, 2021). Creador: Patrick Somerville. Elenco: Makenzie Davis, Himesh Patel, Matilda Lawler, Danielle Deadwyler, Gael García Bernal, David Wilmot, Philippine Velge, Lori Petty, Daniel Zovatto. Disponible en: HBO Max. Nuestra opinión: muy buena.
“‘Estación Once’ es la historia de un extraño llamado Doctor Once, a quien primero conocemos flotando inconsciente en el espacio y quien después queda atrapado en una estación espacial averiada. El capitán Lonegan está a cargo, pero no tiene tripulación y pasa sus días encerrado, tomando whisky y hablando del pasado”. El relato de la joven Kirsten (Matilda Lawler) anima la espera de su propio apocalipsis, ya no flotando en el espacio como el extraño Doctor Once sino aguardando el despeje de una pandemia que ha cambiado el mundo para siempre. Sin ser un relato espacial como el cómic que lee Kirsten, la miniserie Estación Once recoge la inmensidad del mundo en todas sus dimensiones: el abismo de ese después que no se puede vislumbrar, la ilusión del hallazgo de una tierra donde empezar de nuevo, el enigma de la nueva supervivencia.
Basada en la exitosa novela de Emily St. John Mandel, publicada en 2014 y convertida en un instantáneo best seller, la miniserie creada por Patrick Somerville (The Leftovers) encuentra un sinuoso camino en el presente, estrenada en la estela de una pandemia que, sin ser comparable con la devastación que narra Mandel, instala al espectador en un extraño realismo. Pero Estación Once escapa con inteligencia a los clichés de los relatos apocalípticos, a las formas convencionales de narrar las miserias humanas y las competencias por la misantropía, y se instala en un terreno arriesgado, que enlaza el antes y el después de un evento que permanece como un hueco, como una marca que permite reinventar la propia existencia. Quizás el aprendizaje de Somerville junto a Damon Lindelof y Tom Perrotta en The Leftovers -serie que exploraba las inesperadas consecuencias de la desaparición del 2 por ciento de la población mundial- sea el que le permite esquivar las tentaciones de todo efectismo, concentrarse en la humanidad de sus criaturas, en las contradicciones ante lo desconocido, los arrebatos de dolor y amor que valen lo vivido.
La historia comienza sobre un escenario mientras Arthur Leander (Gael García Bernal) interpreta el monólogo del Rey Lear. Enfundado en sus vestiduras reales se desploma lentamente mientras uno de los espectadores de la platea corre a socorrerlo. Es Jeevan (Himesh Patel), un periodista sin demasiadas certezas sobre su vida que decide ayudar al otro sin saber demasiado cómo conseguirlo. A partir de allí comienza un camino de uniones inesperadas: Jeevan rescata a la joven Kirsten de su repentina orfandad para refugiarse de la gripe porcina que parece azotar a la fría Chicago; Miranda Carroll (Danielle Deadwyler), la exesposa de Arthur Leander, viaja a una Malasia asediada por la crisis de contagios. La novela gráfica Estación Once, que da nombre al libro de Mandel y a la miniserie, pasa de las manos de Miranda -quien la escribió durante años como parte de una epifanía, como necesidad y exorcismo de sus propios miedos y frustraciones- a las de Kirsten, cobijada en la casa del hermano de Jeevan, a la espera de un destino posible para su inevitable soledad.
Los primeros episodios concentran ese estado de confusión, y anticipan el manejo de los tiempos que se despliega a partir de allí: los momentos previos al estallido de la pandemia, el tiempo después en el que todo está por construirse y nada parece seguro. Somerville acepta el desafío de hilar fino esas conexiones, las que sostienen los vínculos entre personajes que no se conocen, que se despiden o que se recuerdan, con el arte que encarnan como forma de supervivencia. En ese sentido no solo el cómic con las aventuras del Doctor Once en el espacio se convierte en una caja de resonancia, sino la tragedia shakesperiana que asomó en las palabras del Rey Lear la primera noche y que se continúa en el teatro de la resistencia en el futuro.
Ya hacia el final del primer episodio nos asomamos a ese tiempo después de la devastación del mundo, cuando han pasado veinte años, Kirsten ya es adulta (interpretada ahora por Mackenzie Davis) e integra una compañía teatral nómade llamada The Travelling Symphony, que interpreta los clásicos de Shakespeare entre los restos de ese masivo naufragio. ¿Qué ha quedado del mundo anterior? Son esos pequeños retazos los que se recogen en el relato y en la memoria, a los que los niños parecen inmunes, un misterioso profeta quiere erradicar, y los artistas parecen recrear en el texto de cada tragedia isabelina. Es ese inquietante manejo del tiempo para extraer de él su estructura circular, su ritmo de desvíos y repeticiones, lo que hace a la serie desconcertante y, al mismo tiempo, fascinante. Los interrogantes siempre se hallan en el itinerario de sus personajes, en el porqué de sus decisiones, en ese extraño impulso de seguir adelante.
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