Son argentinos, viven en Nueva York y cumplieron el “sueño americano”, pero cuentan por qué quieren volver al país
En diálogo con LA NACION Fernando y Candelaria Beauchamp reflexionaron sobre sus años en los Estados Unidos, las expectativas con las que se fueron y el deseo de regresar a su país
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El toque de glamour al mejor estilo Sex and The City, la escena de Anne Hathaway donde camina por las calles de Nueva York en El diablo viste a la moda y las luces de las marquesinas de Broadway. Todos esos elementos se mezclan con un ruido de fondo, que no es precisamente el de los autos, sino el de uno que dice: “Próximo destino, Argentina”. Fernando Beauchamp es argentino y vive, lo que para muchos podría considerarse, el “american dream” (sueño americano). Comenzó como vendedor de carteras y hoy es el arquitecto de una de las marcas de lujo más importantes del mundo. Pese al éxito, sueña con volver al país. En diálogo con LA NACION, él y su esposa contaron su historia, reflexionaron sobre cómo es criar hijos en los Estados Unidos y revelaron por qué anhelan armar las valijas.
Fernando tiene 43 años y dedicó los últimos 20 a la arquitectura. Nació en Belgrano y se recibió de arquitecto en la Universidad de Buenos Aires (UBA). En 2003, mientras estudiaba, tuvo la propuesta de trabajar como vendedor de carteras en Louis Vuitton en la calle Alvear. Estuvo menos de un año, pero fue una “experiencia espectacular”, según sus propias palabras. En ese entonces, no imaginaba que ese sería el primer acercamiento a una carrera ligada al mundo de la moda.
“La casa matriz de Louis Vuitton para Latinoamérica estaba en Buenos Aires y me contrataron como asistente en el área de arquitectura. No tenía ni idea y empecé, literalmente, sacando fotocopias. De repente estaba haciendo mis propias tiendas en Latam, Sudáfrica, Panamá y Aruba”, contó Fernando a LA NACION. Allí estuvo nueve años y, cuando estaba a punto de cambiar de trabajo, una mujer apareció en su vida y la historia dio un giro de 180 grados. “Nos conocimos porque nos teníamos que conocer”, aseguró.
Candelaria es de Mar del Plata y, en un viaje que hizo a Capital Federal, lo conoció. Al día siguiente, él viajó a Brasil, pero el flechazo fue tal que, desde allá, la llamó para mantener el contacto. Desde ese momento no se separaron más. A partir de ahí, todos los planes fueron de a dos y lejos de la Argentina.
Brasil, la primera vivencia en el exterior y la prueba del desarraigo
Fernando intentó hacer algunas cosas por fuera de la industria de la moda, pero no lograba encajar lo que quería para su carrera con las oportunidades que surgían en Buenos Aires y eso le generaba mucha frustración. Un día recibió un llamado inesperado de un excompañero francés que le comentó sobre un puesto de trabajo en la marca Burberry, con sede en Nueva York. “¿Te interesa?”, fue la pregunta que lo dejó en shock.
“Cuando me dijo eso me explotó la cabeza para los dos lados, para lo bueno y para el susto. Cande fue un gran apoyo en ese momento, creo que desde la inconsciencia”, señaló. Si bien recibió otras ofertas para instalarse en el exterior, hasta ese entonces no se animó. Pero, la llegada de su novia lo cambió todo. Ella le agarró la mano con fuerza y juntos tomaron impulso para saltar y embarcarse en una aventura.
Antes de iniciar su nueva vida en Norteamérica, la pareja tuvo que hacer una escala en São Pablo, mientras ponían en orden el tema del papeleo que necesitaban. Si bien al principio fue difícil, sobre todo por el desarraigo, al poco tiempo se adaptaron. Incluso admitieron que extrañan un poquito la vida en Brasil. Al poco tiempo, fue el momento de volver a saltar y dirigirse al nuevo hogar, en Nueva York, pero ya como marido y mujer.
Las luces de la Gran Manzana
“Llegué como Project Manager y mi primera tienda fue cerca de Wall Street. Desde el lado profesional era un cuento de hadas, una locura que pudiera construir una tienda de lujo en un lugar icónico”, reflexionó Fernando. Eran un grupo chico donde él era el único extranjero. Rápidamente, lo nombraron Jefe del departamento de arquitectura de Burberry para toda América y desde hace un año trabaja en el mismo puesto, pero en Fendi.
“Hace 20 años que me dedico a esto y me encanta lo que hago”, dijo. Si bien reconoció que con el paso del tiempo uno se acostumbra, lo bueno es que cuando uno se da cuenta de donde está, “la magia se recicla”. El esfuerzo, sumado al trabajo que lo llevó a donde está hoy, fue lo que lo mantuvo siempre con los pies sobre la tierra.
Si bien no se considera parte del mundo fashion, sí lo moviliza, por ejemplo, estar invitado al desfile de la Semana de la Moda en Nueva York y cruzarse con Kate Moss y Linda Evangelista: “En la Argentina uno ve eso como muy lejano”.
La distancia, la familia y el sueño de “envejecer en la Argentina”
Si bien Candelaria y Fernando pudieron establecerse en Nueva York, conseguir estabilidad y trabajos fijos y hasta formar una familia de cuatro con la llegada de sus dos hijas, el deseo de volver a la Argentina está latente, sin importar el tiempo que pase. “Hay muchos días en los que pensamos ‘esta no es mi cultura, ni mi lugar, mis amigos están allá' y por eso decimos, ‘nos volvemos, ya veremos de qué trabajamos allá'”, reflexionó el arquitecto.
Una de las cuestiones más complejas para el matrimonio es precisamente el “choque cultural”, algo que incluso lo experimentan en su propia casa. A sus hijas les hablan en español y ellas les responden en inglés.
Para ellos la carencia en cuanto a los vínculos y la distancia con sus seres queridos es sin dudas “el lado B” de emigrar. Ese silencio constante que sienten a veces, y que los lleva una y otra vez a replantearse las cosas. “Insertarte en un sistema no es automático y es duro ese cambio a cuando te traes toda la expectativa. El esfuerzo es algo que prima siempre y, cuando uno elige, también renuncia y hay que hacerse cargo de eso. Es la doble cara de la moneda”, sostuvo Candelaria. “Salir significa estar preparado para renunciar y enfrentarse a ciertas cosas, hacerse cargo de las decisiones y transitar la culpa. El sueño siempre está, yo quiero volver y envejecer en mi país”.
El sueño de volver a la Argentina
Estar lejos de la familia es una de las cosas más difíciles para ellos. Se trata de un sentimiento de estar en un lugar que no es el suyo. “Así como hay argentinos que planean quedarse toda la vida, nosotros no. Eso te deja en un limbo que, considero, es un poco parte del costo de haber tomado la decisión de irnos”, recalcó Fernando. “Te acostumbrás a vivir en el presente sabiendo que en algún momento se acaba”, agregó su esposa.
Ambos se identifican con el texto de Hernán Casciari dedicado a Lionel Messi que habla de lo que significa emigrar, pero también reconocen y agradecen tanto la experiencia como las posibilidades que tuvieron en los Estados Unidos. “Te potencia el acceso a herramientas, poder desarrollarte en tu carrera y tener estabilidad, que, por ahí, no es igual en la Argentina. Al ‘american dream’ lo sostenés si sos constante”, reflexionó Candelaria.
“Cuando recién nos vinimos, plantear una vuelta estaba ligada a un fracaso, pero después de varios años y lo que vivimos, hoy significaría una continuación de mi carrera”, precisó Fernando. Si bien comentó que para algunos podría ser “un paso atrás”, él lo ve como la posibilidad de aplicar lo que aprendió allá. Como egresado de la UBA, lo seduce la idea de regresar y devolver eso que le dieron cuándo estuvo en el aula. “La pregunta del millón es ‘cuándo’”, concluyó
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