El Gobierno le baja el tono a la movilización de la CGT en contra de la reforma laboral y aprovecha para confrotar
La Casa Rosada no espera una jornada de fuertes tensiones en la calle con el sindicalismo; antes de que saliera el texto oficial, la gestión libertaria hizo concesiones para no afectar de lleno el financiamiento de los gremios
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Con la reforma laboral ya presentada y las sesiones extraordinarias en curso hasta el 31 de diciembre, en el Gobierno no esperan una marcha de la CGT con mucha pompa para el jueves que viene en la Plaza de Mayo, desde las 15, y tampoco piensan montar un operativo de seguridad que vaya al choque directo con las columnas que protesten.
Por los pasillos de Balcarce 50 buscan bajarle el tono a la medida y, a su vez, contrastar con el sindicalismo, pese a que antes de la presentación del texto se entablaron contactos que terminaron por matizar la avanzada libertaria contra las cajas gremiales, y así evitar un conflicto profundo, sobre todo en medio de las sensibilidades de fin de año en la Argentina.
Algunos actores de la administración libertaria que estuvieron al habla con dirigentes de la CGT durante la cocina de la reforma laboral ya preveían que en algún momento se vendría alguna protesta de los sindicatos, que dicen oponerse de lleno a los cambios en materia laboral que impulsa la gestión de Javier Milei, volcados en un proyecto que ya se envió al Senado y que tiene 71 hojas.

El tenor del anuncio sindical era la duda. Desde la CGT dejaron trascender que todo dependería del texto final. Cuando salió a la luz la letra chica, en la reunión de emergencia que montaron, los popes cegetistas hicieron una apuesta fuerte desde lo discursivo en el rechazo a la iniciativa, pero asimismo evitaron llamar de momento a un paro nacional y convocaron entonces a una marcha.
Escudado en la contraposición con los gremios que nutre el discurso libertario más allá de que el Gobierno no montó en estos más de dos años una embestida real contra ese sector -como sí lo hizo con otros-, un importante integrante de Balcarce 50 decía este viernes por la tarde a LA NACION: “Nos ayuda que se movilicen; cada vez que salen en la televisión, nosotros somos los buenos”.
A pesar de la antítesis, para evitar una escalada intensa, el Gobierno antes hizo sus concesiones. Integrantes del mundo libertario como el ministro del Interior, Diego Santilli; el estratega Santiago Caputo; y el titular de Diputados, Martín Menem, entablaron puentes con los dirigentes más importantes del sindicalismo para acercar posiciones. Se terminaron por alivianar los artículos conflictivos de la reforma, sobre todo cualquier modificación en la cuota solidaria que nutre las cajas de los gremios.
El titular de la Uocra, Gerardo Martínez, representante de la CGT en el Consejo de Mayo, fue uno de los activos en las conversaciones del lado de las organizaciones.
Finalmente, la versión dialoguista primó y ese apartado quedó excluido del proyecto oficial. Para contentar a los votantes propios, desde la Casa Rosada de todas formas dejaron trascender que las propuestas de cambios en materia sindical llegarán, pero más adelante, en otro texto.

Independientemente de la cuota solidaria, conceptualmente la CGT está disconforme con el escrito porque considera que implica un “ataque a los derechos colectivos e individuales”, y que en partes es “inconstitucional”. Además, suma quejas a los límites al derecho de huelga, con regulaciones sobre las asambleas y mayor cantidad de actividades declaradas como esenciales (que requieren 75% de presentismo) y trascendentales (50%).
Quienes buscaron en el Gobierno bajarle el tono a cualquier disputa con la central incluso hasta se atrevieron a decir que buscan lo mismo: aumentar la masa de trabajadores en blanco.
La ministra de Seguridad, Alejandra Monteoliva, y otras fuentes de Balcarce 50, prometieron aplicar el protocolo antipiquetes. Sin embargo el Gobierno no piensa ir al choque al menos con los manifestantes de la CGT, sino esperar que se concentren en la Plaza de Mayo, hagan sus reclamos y vuelvan a sus sedes sin mayores incidencias.
El 18, además de la CGT, saldrán a las calles por otro lado sectores de la izquierda, con algunos grupos de mayor belicosidad y sin terminales en la Casa Rosada.

Abocados a las negociaciones, en el intento de conseguir los votos para aprobar el Presupuesto y las reformas, en la gestión libertaria están convencidos de que con el trámite iniciado por el Senado y con la exministra Patricia Bullrich como voz cantante, todo “va a avanzar bien”.
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