Con una original estrategia para dividir espacios, le dieron luz y versatilidad a este departamento pensado para sus hijos
El proyecto es el resultado de un trabajo en equipo, en el que participaron tanto el matrimonio español como sus hijos, de 25 y 28 años, también son arquitectos.
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LA NACIONInés Beato Vassolo
Padres arquitectos e hijos arquitectos: siendo cuatro cabezas las que pensaron cómo reconvertir esta “cueva” –como la apodaban ellos mismos- en un departamento en el que abunda la claridad, el proyecto no podía salir mal. La obra que encaró el clan Picado-de Blas–, efectivamente, es un éxito. Cuesta imaginar que en estos 65m2 con visuales cruzadas en los que la naturaleza atraviesa de punta a punta el interior, casi no asomaba la luz.
“Es un espacio de transición vital ubicado al lado de nuestra casa familiar, que diseñamos junto a nuestros hijos, de 25 y 28 años, para que pudieran mudarse allí y tener independencia”, nos cuentan los españoles Rubén Picado y María José de Blas, que son pareja y socios del estudio que lleva su apellido, en referencia a estos metros que conquistaron en el barrio Arturo Soria, en las afueras de Madrid.
Además de hacer llegar los rayos a cada rincón, los arquitectos procuraron sacar el máximo provecho de la frondosidad que caracteriza a esta zona del noroeste madrileño, valor que escasea, en general, en otras áreas de esta capital europea. “Lo importante es demostrar que en un pequeño apartamento de los años 60 se pueden conseguir sensaciones placenteras y relaciones con el exterior. Abrirse para incorporar los árboles de la calle es fundamental y cualquiera podría hacerlo; solo hay que entender que es más valioso para tu salud mental dejar una terraza abierta que cerrar un balcón para ‘ganar’ no-metros”, resumen.
La luz atraviesa la casa gracias a las ventanas que se abrieron en todos los muros interiores. Desde cualquier punto del departamento se percibe el exterior, hasta desde el cuarto de baño.”
— Arqs. Rubén Picado y María José de Blas, de Picado-de Blas
Por la noche, la luz exterior se reemplaza por el fuego que sale de la chimenea ‘Eclipse’, diseñada por el Estudio. “La tapa circular imita al sol, que tapa parte de la llama ardiente como sucede con la luna, durante los eclipses”, dicen los arquitectos.
Cocina-taller
Como los placares de la cocina tienen el mismo diseño que los del resto de la casa, cuando se cierran estas puertas el sector de servicio queda oculto y totalmente integrado al departamento.
“Diseñamos muebles modulares y polifuncionales para que pudieran adaptarse al poco espacio moviéndose y configurándose de distintas maneras”.
La iluminación artificial también tiene un rol importante en el proyecto, y se pensó hasta el más mínimo detalle: los placares y el piso fueron horadados con círculos de diferentes tamaños, a través de los cuales irradian luz hacia los espacios.
Las lámparas son un diseño de Candela Picado de Blas. Además de heredar la profesión de sus padres, la joven también es artista, y transforma a diario este estar versátil en su espacio de taller.
Dormitorios compactos
El almacenaje aprovecha cada espacio muerto: hay estantes por encima de las ventanas y por debajo del nivel del piso, en sectores en los que existían saltos de altura. Con estas estrategias, se logra prescindir de muebles de guardado y despejar los ambientes.
“Las camas son una simple caja de madera con espacio de guardado inferior. Las opciones de mercado no suelen adaptarse bien a los pocos metros; nos parece más sencillo y ergonómico hacer el mobiliario a medida”.
En los baños, aún más luz
En alusión a aquellos rayos de sol que tanto faltaban, el color elegido para los baños fue el amarillo, que asgura calidez y logra hacer rebotar la luz en toda su superficie.
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