A tres meses del brutal triple crimen, atraparon a otro participante de la caravana mortal
Con el arresto de Bernabé Mallón, suman 12 los procesados por los asesinatos de Lara Gutiérrez, Brenda del Castillo y Morena Verdi
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A tres meses de los brutales asesinatos de Lara Gutiérrez, Brenda del Castillo y Morena Verdi se sumó un nuevo arresto, el primero desde que la Justicia Federal asumió la investigación por los vínculos detectados entre el triple crimen cometidos el 20 de septiembre pasado y bandas narco. Tras allanamientos realizados por la policía bonaerense en Berazategui fue detenido Bernabé Jesús Mallón, un hombre de 42 años al que los detectives asignan un rol central en la estructura de la red narcocriminal que tiene al joven conocido como Pequeño J como su líder más conocido.
Además de ese mencionado traficante que está detenido en Perú, en espera de la extradición a nuestro país para enfrentar cargos de homicidio agravado, están en prisión otros 11 sospechosos de tener algún grado de participación en el triple crimen registrado en una casa situada en Florencio Varela. Entre ellos aparece Mallón, detenido el viernes en su casa. Estaba hace rato en el radar de los investigadores y en las últimas dos semanas había sido especialmente vigilado por el personal de la DDI La Matanza que trabaja en este caso desde el comienzo por haberse denunciado en ese distrito la desaparición de las chicas, ya que vivían en La Tablada.
Según la información aportada por los investigadores, Mallón fue indagado el 5 del actual en el juzgado federal N° 2 de Morón, a cargo de Jorge Rodríguez. Ese magistrado se hizo cargo de la pesquisa a comienzos de noviembre, luego de que el juez de garantías de La Matanza, Fernando Pinos Guevara, declinase la competencia por pedido del fiscal Carlos Arribas.

Antes de dejar el caso, los funcionarios judiciales bonaerenses procesaron a los primeros ocho detenidos, pidieron la extradición de Tony Janzen Valverde Victoriano, el narco conocido como Pequeño J, y ordenaron la captura de otros dos sospechosos, entre ellos el supuesto jefe de la red, un hombre conocido como Joseph Freyser Cubas Zavaleta, alias Señor J. Su caso tiene una particularidad: en el momento del crimen estaba preso en uno de los calabozos más importantes de la Policía Federal Argentina.
Dado que los representantes de la Justicia bonaerense entendieron que los asesinatos de Gutiérrez (de 15 años), Brenda del Castillo y Morena Verdi (ambas de 20) ocultaba una trama de venta drogas y que las ramificaciones llegaban a Perú por lo que escapaba a su criterio del radio de narcomenudeo que limita la acción provincial (la ley 26.052 que permite la desfederalización de la lucha contra las drogas fue aprobada por el Congreso en 2005 a pedido del por entonces gobernador bonaerense Felipe Solá con el espíritu de sumar a la policía provincial y a la Justicia contra bandas narco), trasladaron el expediente a la Justicia Federal para que, además, de esclarecer los asesinatos anule a la red de traficantes.
Sin embargo, la pesquisa sigue en manos de la policía bonaerense, incluso de la misma DDI que dio los pasos iniciales que llevaron al mundo de los J, dos hasta ahora.
Los detectives provinciales fueron los encargados se seguir los movimientos de Mallón desde el momento en que este dejó el juzgado tras la indagatoria del 5 del actual. Esa vigilancia encubierta permitió a los integrantes de la DDI La Matanza notar abruptos cambios en las rutinas cotidianas del sospechoso, que incluso se desprendió de su vehículo y entregó a otras personas varias cosas de si vivienda. Todos indicios que se preparaba una fuga. Y no sería raro en este caso, ya que tres de los más importantes acusados fueron detenidos después de que habían logrado cruzar la frontera norte.
Frente a esa sospecha, el juez federal Rodríguez ordenó la captura de Mallón, que entra en la trama del triple crimen por su presencia en una parrilla la noche en la que las chicas fueron llevadas a una trampa mortal.
Entre las 22.43 y las 22.53 el 19 de septiembre pasado, los conductores de la camioneta Chevrolet Tracker blanca en la que trasladaban a Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez y del Volkswagen Fox blanco con techo negro, patente NAG 813, que iba como apoyo, recorrieron las calles de Florencio Varela en una caravana que terminó en la casa situada en la esquina de Río Jáchal y Chañar. Este lugar fue el escenario de los homicidios de las tres jóvenes.
A partir de la reconstrucción realizada por detectives de la Policía de la Provincia de Bueno Aires, se determinó que la Chevrolet Tracker con las tres jóvenes a bordo fue registrada por la cámara del Municipio de Florencio Varela, en la esquina de Donato Álvarez y La Tranquera, a las 22.43. Mientras que el dispositivo, instalado en Donato Álvarez y El Apero grabó el paso de la camioneta a las 22.44.
A las 22.45, dicho vehículo fue grabado en la esquina de Padre Novack y La Pulpería. Luego, a las 22.48, la cámara de seguridad instalada en Eva Perón y Cabildo registró a la Chevrolet Tracker blanca. Un minuto después, la camioneta y el Volkswagen Fox blanco llegaron en caravana a la esquina de Chañar y Río Iguazú.
Antes de llegar a la vivienda en la que Brenda, Lara y Morena fueron asesinadas, los conductores de ambos vehículos se detuvieron en una parrilla al paso. Allí el dueño del precario comercio recordó que el conductor de la camioneta se detuvo cerca de la esquina y reconoció a una pareja que se acercó al vehículo. Según el testigo el hombre y la mujer “viven en el barrio, son peruanos y venden droga”.
En esa parrilla aparece Mallón, en contacto con los ahora detenidos que llevaron esa noche a las chicas en la caravana de la muerte.
Entre los acusados del triple crimen, cuyo móvil habría sido la venganza por el supuesto robo de drogas que habrían cometido algunas de de las víctimas o sus allegados, tienen prisión preventiva Celeste González Guerrero, de 28 años; Milagros Florencia Ibañez, de 20; Iara Daniela Ibarra, de 19; Matías Agustín Ozorio, de 28; Maximiliano Parra, de 18; Miguel Ángel Villanueva Silva, de 25; Víctor Sotacuro Lázaro, de 41, y Ariel Jiménez, de 29, porque, según se sostuvo en la acusación generada por la Justicia provincial “existen indicios vehementes de que los imputados tratarán de eludir la acción de la Justicia, teniendo en cuenta las características y la violencia, frialdad, e impunidad con la que se comportaron a lo largo de la ejecución del hecho, como así la pena en expectativa del delito que aquí se les imputa”. Como se consignó, Pequeño J espera detenido en Perú la decisión de su regreso forzado a la Argentina.
Por su parte, la detención de Cubas Zavaleta -que como se mencionó estaba alojado en un calabozo de la sede Cavia de la PFA en el momento de la masacre- se fundó en la declaración de un testigo de identidad reservada que, además, de indicar que alardeaba sobre el hecho de que Brenda, Morena y Lara fueron asesinadas porque le robaron droga a un empleado suyo; se abocó a anotar cada información sobre el triple femicidio cada vez que se escuchaba algún detalle en la televisión.

Coincide esa línea con la tarea de la fiscalía provincial, que al sostener la hipótesis alrededor del triple crimen detallaron en su presentación que “entre las 22 del 6 de septiembre pasado y las 21.30 del 19 del mismo mes, en lugar indeterminado, presumiblemente varias personas (no identificadas a la fecha) organizadas mediante un previo plan común, acordaron la sustracción de varios kilos de sustancias ilícitas (provenientes del tráfico de drogas y destinadas a la venta al menudeo en Florencio Varela) a una organización de estructura celular con clara estabilidad y permanencia en el mercado del narcotráfico”.
Esa banda a la que le habrían birlado algunos kilos de cocaína estaría formada por Señor J, Pequeño J y el resto de los mencionados secuaces. La línea de investigación, a tres meses de las brutales muertes, se mantiene sobre la idea de una venganza por el robo de drogas.
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