Madre soltera y víctima de violencia: la dura historia de la joven asesinada en Lomas de Zamora
Carolina Ledesma, estaba por cumplir 21 años, era madre de una niña de 5 años y de un niño de 2, trabajaba en una cooperativa textil y militaba en la Túpac Amaru; hace muy poco supo que estaba embarazada de dos meses: "Era una persona hermosa, simpática y muy tranquila. Nadie sabía que su asesino tenía una doble vida", dijeron sus familiares en una entrevista con LA NACIÓN. Se referían a Ángel Andrada, su femicida, que permanece prófugo a pesar de que policías de cuatro comisarías bonaerenses rastrillan la zona sur del conurbano para atraparlo después de haber cometido el crimen en Ingeniero Budge.
Carolina estaba encinta y el proyectil que segó su vida le ingresó justo por el abdomen. Su madre se enteró del hecho porque el propio Andrada se lo dijo, aunque le dio una versión falsa: que a la chica la habían baleado en un intento de asalto. Gladys la trasladó desde la humilde vivienda de la calle Evaristo Carriego al 1700, adonde fue atacada, rumbo al Hospital Oscar Alende. Allí, la joven llegó sin vida.
Entonces, los agentes de la Policía de la provincia de Buenos Aires se dirigieron a la casa de Andrada, en Baradero al 700, Villa Fiorito. Fue un allanamiento rápido y con resultado sorpresivo. Los uniformados encontraron allí a la esposa de Andrada, que también estaba embarazada, aunque daría a luz en cuestión de horas. Según informaron fuentes policiales a LA NACIÓN, en ese momento se consolidó la principal hipótesis de la investigación: el femicidio tenía como objetivo ocultar la relación de Andrada con Carolina.
Hasta ahora los investigadores no pudieron encontrar a nadie que haya visto a Andrada luego de la fuga y confirman que existen "pistas firmes" que podrían llevarlos hasta la ubicación exacta del asesino. El expediente está a cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N°16 de Lomas de Zamora. Según datos a los que accedió LA NACIÓN trabajan en la búsqueda agentes encubiertos para obtener más información y desarrollar nuevos allanamientos.
Sobre el comportamiento y los movimientos personales del prófugo, por el momento ha surgido poca información: se sabe que mantenía un perfil bajo, que nunca había protagonizado riñas en las calles de la barriada pobre en la que vivía y está prácticamente descartada la posibilidad de que integrara una de las redes de narcomenudeo que imponen respeto y silencio a sangre y fuego en esta zona del conurbano que linda con el Riachuelo y está dominada por la presencia de la megaferia de La Salada.
Salir del dolor
Carolina Ledesma estaba a cargo de sus dos hijos. Los educaba, les garantizaba un techo y con su trabajo como cooperativista obtenía el dinero que necesitaba para alimentarlos. Era una mujer fuerte, a pesar de que su joven vida estuvo signada por la violencia de género, según relataron sus propios familiares. Antes de entablar una relación con Andrada ella ya había sido golpeada por su anterior pareja. Por eso, y para lograr cierta independencia progresivamente, durante los últimos meses de 2016 comenzó a trabajar en una cooperativa textil de la organización social Túpac Amaru en Avellaneda.
El tío de Carolina, Raúl Ledesma, dijo a LA NACIÓN: "Yo hablaba mucho con ella porque una vez observé que tenía un moretón en su brazo. Su pareja anterior no le permitía tener teléfono celular ni una cuenta en Facebook. Pero recientemente ella iba tomando conciencia, a medida que conversábamos; empezó a sentir confianza, a expresarse sobre estos problemas cuando tomaba mate con sus compañeras. Ella había visto la violencia de género en su propia casa, con su padre. Y, a veces, sentía vergüenza al hablar sobre esto".
Luego, el tío de la víctima agregó: "Yo sé perfectamente cómo es la vida de las chicas que trabajan en la cooperativa porque también trabajo allí y conozco sus problemas. Muchas de ellas son madres solteras y han sido violentadas. Trabajan por sus hijos. Cuando Carolina se separó del hombre que la maltrataba le pregunté cómo estaba con su nueva pareja, este Andrada. Le pregunté si la respetaba. 'Mas o menos', me dijo ella. Y yo le llamé la atención de nuevo. No se animaba a hablar mucho sobre estos temas conmigo".
Por último, en diálogo con LA NACIÓN, sus compañeras de la organización Tupac Amaru dijeron: "Nos solidarizamos con la familia de Carolina Ledesma, que era una persona trabajadora y comprometida con la lucha de las mujeres; no queremos ni un femicidio más".
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