Alerta en la Costa Atlántica: qué son las tapiocas y cómo actuar ante su creciente presencia
Con un tamaño muy pequeño, generan irritaciones y malestar entre los bañistas; conocé sus efectos y las mejores formas de aliviarlos
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La costa atlántica argentina se encuentra en alerta ante la proliferación de tapiocas, pequeñas medusas que generan irritación y malestar entre los bañistas, quienes volvieron a ser noticia luego de varios años. Cada verano, estos diminutos organismos marinos se convierten en protagonistas indeseados de las playas, ya que obligan a los turistas a tomar precauciones y conocer cómo actuar frente a sus efectos.
Las tapiocas, científicamente conocidas como Liriope tetraphylla, son medusas de apenas un centímetro de diámetro, transparentes y con ocho tentáculos, de los cuales cuatro contienen veneno. Aunque habitan las aguas del Atlántico durante todo el año, su presencia se intensifica en los meses de calor, lo que coincide con la temporada turística y con cambios en las condiciones climáticas que favorecen su acercamiento a la orilla.

El contacto con estas medusas, a menudo imperceptibles a simple vista, provoca diversas reacciones cutáneas. La mayoría de las veces, no se trata de una picadura clásica, sino de una irritación por roce y la liberación de sustancias al tocar la piel. Los síntomas más comunes incluyen enrojecimiento, escozor, picazón persistente y la aparición de pequeñas lesiones eritematosas (manchas rojas) o papulares (pequeñas elevaciones) en la piel. Las zonas más afectadas suelen ser aquellas donde la piel es más delicada o donde la prenda de baño ejerce presión, como las axilas, los párpados, alrededor de la boca y, en hombres, la zona genital, cuando las medusas quedan atrapadas entre el traje de baño y la piel.
La mayor concentración de tapiocas en la costa está ligada a factores climáticos. La subida de la temperatura del agua y, especialmente, la dirección del viento son determinantes. Los vientos provenientes del continente hacia el mar, conocidos como “vientos de tierra”, favorecen su desplazamiento hacia la orilla. Es por ello que se recomienda estar atento a las condiciones climáticas y a las señalizaciones de advertencia en los balnearios para prevenir el contacto.

Ante el contacto con una tapioca y la aparición de ardor o marcas, la primera y principal recomendación es evitar frotar o rascar la zona afectada, ya que esto puede empeorar la irritación y prolongar la molestia. En caso de que queden restos de tentáculos adheridos a la piel, se sugiere retirarlos con suavidad y no de forma directa, sino que con pinzas o guantes. Para aliviar el dolor y reducir la inflamación, aplicar compresas frías en la zona afectada a intervalos regulares puede ser eficaz.
La Asociación Toxicológica Argentina advierte “no se deben lavar los tentáculos con agua dulce, limpiar con toallas, arena o cremas cosméticas”, ya que esto puede activar más toxinas o intensificar la liberación de toxinas residuales. En cambio, recomiendan limpiar la zona con agua de mar o vinagre, ya que “inhibe el mecanismo de inyección del veneno de los tentáculos de la medusa”. También mencionan la posibilidad de utilizar analgésicos, antiinflamatorios, antihistamínicos, corticoides locales (espuma/aerosol) y/o sistémicos, y el tratamiento adicional de acuerdo a la gravedad de la lesión.
De igual manera, es importante consultar a un profesional de la salud si los síntomas persisten, se agravan o si la reacción es significativa. Si la exposición a las tapiocas se mantiene, las molestias pueden durar hasta 15 días, pero si se evita el contacto, no se rasca y no se expone al sol, los síntomas pueden ceder en una semana en personas no alérgicas.
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