La derrota ante Estudiantes dejó a River inquieto y lejos de la cima

LA PLATA.- La tan mentada rotación de jugadores para dosificar exigencias es la decisión fuerte que tomó Marcelo Gallardo después de los interminables días de copas en alto y festejos. Se dirá, justamente, que no es la única explicación de lo que pasó anoche en esta ciudad. Pero habrá que tomar un dato de la realidad: tarde o temprano, los jugadores de River se toparon con una vara de exigencia y de esfuerzo que les trastocó los planes. La derrota -segunda consecutiva en el torneo- con Estudiantes por 2 a 1 lo deja a nueve puntos de los líderes, aunque con un partido pendiente.

River se tomó sus tiempos y tardó en desacomodar a Estudiantes. Si los millonarios pretendían salir a estudiar el partido, el Pincha se lo permitió. El conjunto de Núñez armó un esquema que le quedó incómodo al local en el comienzo; el 4-4-2, sin enganche definido -decisión que relegó a Pisculichi al banco-, tenía a Pity Martínez y Driussi abiertos, a Lucho González de guía y a Kranevitter solo como número cinco.

Con el transcurrir de los minutos, los dirigidos por Gallardo se mostraron más confiados y precisos en los pases. Y así fue que en el final del primer tiempo, River alcanzó una nota alta: a los 38 minutos Lucho González definió con un zurdazo cruzado. Un golazo, que no sería el único en el partido...

El segundo tiempo comenzó con un River confiado, pero Estudiantes ganó varios metros. Mucho influyó el rendimiento de uno de sus mejores valores, Gastón Fernández, inteligente para avanzar en los metros finales y limpiar terreno con sus enganches y habilitaciones. De un accionar suyo se le abrió el camino a Cerutti para marcar un golazo de zurda por encima del cuerpo de Barovero.

Vertiginosamente, River se convirtió en un equipo sin control. Las desatenciones se repitieron y Sebastián Domínguez aprovechó una de ellas para marcar el tanto de la victoria. El nerviosismo visitante se transformó en faltas: Maidana debió irse expulsado por un manotazo como último hombre y luego Alario pagó con la expulsión.

El descanso de Ponzio, Mercado y Sánchez, más las ausencias de Mora (preservado, porque ya se recuperó del desgarro en el isquiotibial derecho) y Saviola (sobrecarga en el isquiotibial izquierdo), y ya no contar más con Funes Mori, transferido a Everton, hicieron que en esta ciudad River parara la pelota para no exigir de más la máquina. No es la primera vez que Gallardo echa mano de este recurso: en el último torneo de 2014, cuando River cayó 1-0 con Racing (partido en el que prácticamente bajó su candidatura en el certamen), el Muñeco tomó la decisión de jugar con una alineación alternativa en Avellaneda (de los titulares habituales sólo actuaron Barovero y Funes Mori). Por entonces, River jugaba también la Copa Sudamericana (la serie con Boca, de semifinales). "Si no los paraba se me fundía todo el equipo, son luces que se prenden y si no le prestás atención te puede romper toda la planificación", dijo por entonces el Muñeco.

Trasla derrota con San Martín, de San Juan, el domingo pasado, en el Monumental, el director técnico manifestó que el viaje a Japón, donde River jugó y ganó la Suruga Bank, estaba pasando factura. El plantel ya arrastraba un cansancio mental tras la disputa de la Copa Libertadores, un título que provocó que el entrenador exprimiera al máximo a sus jugadores, desde lo físico y lo anímico, ya que River debió sortear demasiados obstáculos en su carrera a la gloria. Eso le planteó la disyuntiva de seguir sin tocar nada o cambiar la receta. Ahora empieza a enfrentar los riesgos.

El golazo de Lucho

El empate de Cerutti

El gol de Sebastián Domínguez