Cómo habría salido María Corina Machado de Venezuela tras más de un año en la clandestinidad, según el Wall Street Journal
La líder opositora abandonó el país en una operación secreta para trasladarse a Europa, según informaron funcionarios del gobierno de Trump al diario neoyorquino
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OSLO.– El viaje que emprendió María Corina Machado para recibir el Premio Nobel de la Paz 2025 terminó convirtiéndose en un capítulo más de la incertidumbre que rodea su vida desde que se vio obligada a vivir en la clandestinidad en Venezuela bajo el régimen de Nicolás Maduro.
Ni el Comité Noruego ni sus propios colaboradores pudieron confirmar si logró llegar a destino, hasta dónde avanzó ni dónde se encuentra este miércoles, después de que no llegó a la ceremonia del premio en la que finalmente la representó su hija.
Su intento por llegar a Oslo fue ejecutado en silencio y bajo extremo riesgo.

Según reveló The Wall Street Journal, citando a funcionarios del gobierno de Donald Trump, la dirigente opositora venezolana salió de Venezuela el martes en una lancha rumbo a la isla holandesa de Curazao, en el Caribe, en una operación discreta y diseñada para no comprometer su seguridad.
Desde allí habría abordado un avión privado hacia Europa, aunque el punto de despegue no fue aclarado.
Las dudas se intensificaron cuando, antes de la ceremonia, el Instituto Nobel difundió una llamada telefónica en la que Machado aseguraba que estaba “a punto de subirse a un avión” y que llegaría a Oslo “esta misma noche”.
Pero el organismo no precisó desde dónde hablaba ni cuándo se había producido la comunicación.

Machado se encontraba en la clandestinidad desde el agosto de 2024, tras las cuestionadas elecciones en Venezuela, y no ha sido vista en público desde el 9 de enero, cuando fue brevemente detenida tras unirse a simpatizantes en una protesta en Caracas, la capital de Venezuela.
Mientras tanto, en el Ayuntamiento de Oslo, la ceremonia siguió adelante sin ella. Su hija, Ana Corina Sosa, fue quien recibió el galardón y una ovación de muchas personas, entre ellas el rey Harald V, en un acto cargado de simbolismo para un país que vio a millones de ciudadanos emigrar y a su líder opositora pasar más de un año en la clandestinidad.
“He venido a contarles la historia de un pueblo y su larga marcha hacia la libertad”, dijo la hija.
Durante su intervención, Sosa recordó que casi nueve millones de venezolanos se vieron obligados a huir del país y habló también del deseo de reencontrarse con su madre, a quien no veía desde hacía dos años.
En el mensaje leído por su hija, Machado subrayó que el premio tiene un significado profundo porque “le recuerda al mundo que la democracia es esencial para la paz”.
Y retomó uno de los ejes centrales de su discurso: la convicción de que las democracias solo sobreviven si están dispuestas a luchar por la libertad.
Recordó también la fragilidad institucional que permitió al chavismo consolidarse en el poder y describió un país que, según dijo, fue desmantelado por la corrupción, la represión y el control militar.
La trama de su viaje agrega una capa adicional al drama político venezolano.
Para poder llegar a Oslo, Machado debía burlar una prohibición de salida del país y arriesgarse a que el régimen la considerara prófuga si abandonaba territorio venezolano.
Funcionarios noruegos habían reconocido en la previa que su traslado era “más complejo de lo esperado”, en un contexto en el que ella asegura vivir bajo amenaza constante.
“Mucha gente ha arriesgado su vida para que yo pudiera viajar”, dijo en la llamada divulgada por el Instituto Nobel.
El suspenso en torno a su paradero convivió con una fuerte presencia internacional en la ceremonia. Líderes de distintas regiones, entre ellos los presidentes Javier Milei (que regresará a la Argentina este jueves), Daniel Noboa y José Raúl Mulino aguardaban su llegada en Oslo.

Pero la silla reservada para la líder opositora permaneció vacía, símbolo involuntario de una lucha que se libra entre la clandestinidad, el exilio forzado y la presión internacional.
La historia del viaje inconcluso de Machado y su ausencia en la ceremonia terminaron acentuando la dimensión política del Nobel.
Su hija cerró el discurso reafirmando que la libertad “se conquista cada día”, repitiendo la idea que su madre ha convertido en bandera.
Que no se sepa dónde está Machado amplifica la sensación de un país fracturado entre la esperanza y el peligro, donde incluso uno de los reconocimientos más prestigiosos del mundo no alcanza para despejar la sombra de la persecución.
Así, el Nobel que debía coronar su presencia en Oslo quedó marcado por una ausencia. La de una dirigente que prometió regresar a Venezuela y que insiste en que su destino está ligado al de su pueblo. Y cuyo viaje, todavía incompleto, parece contar tanto sobre ella como sobre la larga lucha de un país por recuperar la libertad.
Agencia Reuters
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